La primera vez que visité el Monumento Natural Dunas de Las Calderas, mejor conocido como Las Dunas de Baní, debió haber sido en un viaje familiar a inicios de la década de 1980, cuando las Dunas aún no tenían el estatus de monumento natural que le fuera otorgado mediante el Decreto 233-96, que le incorporó al Sistema Nacional de Áreas Protegidas, conforme con la Ley general de Medio Ambiente y Recursos Naturales, No. 64-00. De esa fecha acá he ido muchas otras veces, con grupos de fotógrafos, con la familia o solo con mi perro, para maravillarme con la belleza singular de esta área única en el Caribe insular.
Hoy despertamos con la lamentable noticia de que Las Dunas de Baní se encuentran en serio peligro de extinción debido a la tala y quema indiscriminadas, acompañado de una invasión de los terrenos correspondientes a un patrimonio de todos, instituido en Monumento Natural conforme con la legislación nacional.
Es oportuno hacer conciencia de que una duna es un ecosistema altamente frágil, conformado por arena generada por el viento y ubicado en el desierto o en un litoral (como es el caso de la nuestra). Las arenas del Monumento Natural Dunas de Las Calderas son finas y ricas en cuarzo y feldespatos; sirven de habitad para la flora propia del Bosque Seco Subtropical, donde encontramos el aceituno, el cambrón, la cotinilla, el guao, uvas de playa, la saona cimarrona; así como el cactus, la tuna brava y la guasábara, entre otros.
La fauna de Las Dunas de Baní está compuesta esencialmente por diversas especies de reptiles, garzas pechiblancas, la viuda o doctor. En su zona de humedales habita el flamenco, las gaviotas, la tórtola y la rolita; todas, flora y fauna, fundamentales para el equilibrio de la biodiversidad en esa zona del país; además de unos 1.5 kilómetros de senderos, a través de los cual se pueden observar los diversos ambientes de Las Dunas y dando apoyo al disfrute y la recreación sana de los visitantes.
Las acciones depredadoras en el Monumento Natural de Las Calderas (Dunas de Baní) debe ser considerado como un crimen directo contra las comunidades de Matanzas, Las Calderas, Las Salinas y Baní; así como para todo el país y la humanidad en última instancia. Las Dunas de Baní representan un patrimonio natural de la República Dominicana y en consecuencia debe ser defendido por el Estado, a través de las autoridades de Medio Ambiente y Recursos Naturales, quienes en modo alguno pueden hacerse de la vista gorda ante este crimen.
Como indicó el filósofo norteamericano Henry David Thoureau, en su Walden, “La naturaleza está tan adaptada a nuestra debilidad como a nuestra fuerza.” No dejemos que sean nuestras debilidades las que dicten el devenir de este patrimonio de todos hasta que los daños sean irreparables. El Estado debe actuar urgentemente y con la energía que requiere la situación para impedir una tragedia ecológica de la que nos arrepentiremos.