No había pasado una década de la publicación de la principal obra de Heidegger cuando Edith Stein señala con gran precisión que “no es posible en pocas páginas dar una imagen de la riqueza y la fuerza de las investigaciones, a menudo verdaderamente iluminadoras, que contiene el gran torso heideggeriano Ser y tiempo”. Y llamo la atención a sus cuatro valoraciones: riqueza, fuerza, iluminadoras y por último torso heideggeriano, que va más allá de ser la “principal obra”. Cada una de ellas serían confirmadas una y otra vez en los casi últimos cien años, habida cuenta que en dos años más cumple Ser y tiempo un siglo.

Y eso lo escribe Edith Stein en 1936, como apéndice de su obra Ser finito y ser eterno, siendo ya carmelita descalza. La obra no salió a la luz pública en vida de Edith, ya que ningún editor se atrevía a sacar un libro de una autora judía en Alemania y cuando estuvo a punto de sacarlo en Holanda, donde estaba destinada como religiosa, las fuerzas nazis invadieron dicho país. Como consecuencia de esos hechos el libro no salió y la autora fue asesinada en un campo de concentración. Fue en 1950 que por fin se publicó como el segundo volumen de las Edith Steins Werke por editorial Herder y Nauwelaerts.

En 1936 ya operaban muchos campos de concentración en Alemania, el primero fue a menos de dos meses del ascenso de Hitler, en marzo del 1933, el campo de Dachau, cerca de Múnich. Hoy día existe en El Salvador un campo de concentración, Estados Unidos tiene uno en Guantánamo, Italia busca tener uno operativo en Albania, e Israel gestiona la Franja de Gaza como campo de concentración y exterminio. Por supuesto me refiero a sus respectivos gobiernos, semejante al caso alemán a partir del ascenso de Hitler, lo que hay que discernir es en qué medida los pueblos enfrentan a sus gobiernos por esos crímenes de lesa humanidad, o son indiferentes y permisivos.

Stein coloca la obra cumbre de Heidegger -en ese momento y ahora- en el panorama mundial de la filosofía (al menos el de Europa). “Quizás ningún otro libro haya tenido mayor influencia en los últimos diez años sobre el pensamiento filosófico actual, aunque muchas veces da la impresión de que las nuevas palabras acuñadas por Heidegger son usadas sin captar del todo su sentido radical, su incompatibilidad con el resto del utillaje conceptual que utilizamos sin reparos”. Es indudable que con Ser y tiempo Heidegger le hizo sombra a su maestro Husserl y definió su propio derrotero -a pesar de la influencia indudable del segundo en el primero. Caso parecido al de Aristóteles respecto a su maestro Platón. En la historia de la filosofía occidental los parricidas de las ideas son una regla común, y necesaria. Los defensores de las ortodoxias son vulgares cotorras que no merecen ni un minuto de lectura de sus textos, más no todas las heterodoxias vienen adornadas con la lucidez y la calidad, la mayoría son insensateces producto de la envidia.

Como la bóveda celeste de noche es suficientemente oscura y grande, hay lugar para millones y millones de estrellas y cada una tilila sin tener que tapar el brillo de otras. El tiempo, la lectura serena de muchos, la intelección de quienes se ocupan con pasión por ahondar en los textos y sus contextos (eso que llaman hermenéutica) va definiendo cual brilla más y cual desaparece del firmamento sin pena, sin recuerdo. Heidegger alcanzó un brillo que no logró Husserl, pero la radiación luminosa de Husserl se ve con fuerza en los textos de Heidegger.

En Ser y tiempo las cotas alcanzadas a la pregunta por el sentido del ser demandó nuevas palabras que expresaran nuevas ideas (al menos es la pretensión del autor). Stein lo destaca desde el inicio de su texto: “…muchas veces da la impresión de que las nuevas palabras acuñadas por Heidegger son usadas sin captar del todo su sentido radical”. ¿Por el mismo autor? ¿Por los que reflejan en sus textos la influencia del mismo? La radicalidad del sentido de esas nuevas palabras era cuestión a debatir en el 1936 y lo son en el 2025 también.

El acceso de Stein a Ser y tiempo comienza con una humilde afirmación. “Aquí solo podemos intentar trazar las líneas fundamentales de la obra para después, en la medida de lo posible, tomar posición al respecto”. Quien eso dice, desde su brillantez como filósofa y la cercanía que tuvo con el autor dos décadas antes de este análisis, nos brinda una perspectiva única sobre esta obra tan relevante en el siglo XX. Es oportuno acercarnos a Heidegger desde Stein.

David Álvarez Martín

Filósofo

Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Especialista en filosofía política, ética y filosofía latinoamericana.

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