Desde los inicios de este siglo XXI en la República Dominicana se ha venido instalando la ideología del territorio que plantea la division del mismo para dar respuesta a las demandas clientelistas. De igual manera esta ideología del territorio apuesta por la fragmentación de la gobernabilidad como estrategia de poder que anuncia una democratización territorial que continuamente se desmiente con procesos capitalizados desde el gobierno central, que a su vez comprometen la proclamada independencia municipal.
Hasta el 2010, con la nueva Constitución, existía una relación política jerárquica en cuanto a las escalas de las demarcaciones territoriales: la escala nacional, la escala regional, la escala provincial y la escala municipal, finalmente como parte de esta última están lo distritos municipales. Sin embargo, la Constitución del 2010, en su artículo 199, le concede los mismos atributos administrativos a los municipios y a los distritos municipales y, ademas, esta el tema de que las autoridades de ambas demarcaciones se eligen por voto directo, cuando anteriormente las autoridades de los distritos se encogían en el Concejo de Regidores.
Esta concesión constitucional se ha interpretado de diferentes maneras y ha dado pie a una discusión que aun no termina, a pesar de las sentencias del Tribunal Constitucional. Esta divergencia provocó que los distritos comenzaran a asumir atribuciones municipales y a exigir la aplicación de tasas de uso de suelo de manera directa.
El tema de esta distorsión, que sigue apostando por la atomización territorial, es básicamente el manejo de los recursos que producen las diferentes demarcaciones, los Distritos entienden que las tasas producto de proyectos realizados en su territorio deben ser invertidas en el desarrollo del mismo y ciertamente es una aspiración entendible, pero que ha sido contaminada por la ideología del territorio como botín político clientelista.
La división del territorio en múltiples demarcaciones no es una buena estrategia de planificación y no es lo mismo que la descentralización, como a menudo se argumenta. Si bien la descentralizacion fortalece la autonomía municipal por el traspaso de competencias de parte del gobierno central, la atomización territorial la debilita.
Esta controversia se ha tratado de superar con el establecimiento de un porcentaje de las recaudaciones en los distritos que vaya al municipio y otra lo maneje el distrito, en algunos casos se había llegado a la repartición de 50-50 y aparentemente había dado resultado, sin embargo, la aspiración de los distritos de establecer su propio uso de suelo a sido un obstáculo para definir una gobernabilidad funcional, que además supondría el manejo de los recursos de parte del distrito municipal.
No obstante, aun es posible rescatar la integridad territorial promoviendo que los distritos municipales con las condiciones establecidas en la ley apliquen para municipio. Es cuestión de desmontar esa ideología del territorio para lograr una planificación mejor, lo que no invalida la repartición proporcional de los recursos.
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