La teoría literaria contemporánea, impulsada por pensadores como Terry Eagleton, ha experimentado una transformación radical en la manera en que se concibe el significado, la literatura y su relación con el mundo. Lejos de constituir un depósito estático de ideas, la literatura emerge como un territorio inestable, un espacio donde los significados no se fijan, sino que circulan en una cadena interminable de signos (Eagleton, 1983). En este contexto, Eagleton desafía la concepción convencional del texto como un transmisor de un significado unívoco, proponiendo en su lugar una interpretación como una construcción en constante diálogo con otras texturas, contextos y lecturas.
Uno de los aspectos más innovadores de Eagleton radica en su concepción de la naturaleza fluctuante del significado. El signo, entendido como una entidad autotélica, no se define por su esencia intrínseca, sino por su relación con lo que no es. En este sentido, el significado se dispersa progresivamente a lo largo de una serie de significantes, de modo que nunca se manifiesta de manera íntegra en un único punto. Esta perspectiva propone una tensión fundamental, ya que el lector nunca accede al significado como un objeto cerrado, sino que lo persigue en un proceso que Eagleton compara con «seguir los pasos de una fluctuación» más que con «contar las cuentas de un collar». Este planteamiento se vincula con las teorías estructuralistas y posestructuralistas, sin embargo, Eagleton lo fundamenta en una perspectiva crítica que también aborda la función social y política de la literatura.
En paralelo, Eagleton incorpora la idea de que el lenguaje es un proceso temporal, donde cada palabra conserva la huella de las que la preceden y permanece abierta a las que vendrán. En consecuencia, el significado nunca se establece de manera definitiva; más bien, se posterga, se transforma y se reconstruye en cada acto de lectura. Esta concepción temporal subvierte la perspectiva convencional de la interpretación como la búsqueda de un significado «original» y exclusivo, reorientando el enfoque teórico hacia la instabilidad productiva del texto.
En contraste con esta concepción abierta, Northrop Frye propone una perspectiva divergente, al concebir la literatura como una estructura verbal autónoma, desvinculada de referencias externas. Frye propone un «coto cerrado» que encapsula la vida y la realidad en un sistema de relaciones verbales internas, desligando la obra del contexto social e histórico. En su perspectiva, la literatura se erige como un «sueño utópico colectivo» (Frye, 1957), concebido como una expresión de los anhelos humanos fundamentales, pero que elude la tarea de enfrentar la complejidad del mundo real. Este aislamiento radical se erige como un mecanismo de protección de la coherencia del sistema literario, si bien conlleva una desconexión de la historia.
La tensión entre la Nueva Crítica y Frye resulta igualmente esclarecedora. Mientras los nuevos críticos aceptaban que la literatura, a pesar de su carácter autónomo, podía ofrecer cierto conocimiento del mundo, Frye elimina incluso esta apertura mínima. Para el autor, la literatura no se compromete con el mundo real, sino que lo sustituye por un sistema autosuficiente de arquetipos y símbolos. Eagleton reconoce en esta propuesta una lucidez metodológica, pero también un peligro: al separar la literatura de la realidad, se corre el riesgo de neutralizar su potencial crítico y su dimensión histórica.
En este contexto, la variabilidad y repetibilidad del signo adquieren un papel central. Un signo es reconocido como tal si posee la capacidad de ser repetido, sin embargo, dicha repetición, al ocurrir en contextos disímiles, ocasiona una alteración en su significado. El ejemplo de «gato», término que puede denotar un animal, una herramienta o un habitante de Madrid, ilustra cómo incluso una acepción aparentemente estable puede experimentar una reconfiguración en función de la cadena de significantes y el contexto cultural. Para Eagleton (1983), esta inestabilidad no debe interpretarse como un defecto, sino como la condición misma de la literatura, entendida como un espacio donde los significados se multiplican y resisten a la clausura.
Este planteamiento conduce a una conclusión fundamental: el significado nunca es idéntico a sí mismo. Cada lectura implica una reescritura, y cada contexto, una reinterpretación. En el contexto de la época de Eagleton, esta perspectiva constituía un desafío a la crítica textual convencional. Sin embargo, en el entorno digital actual, donde los textos circulan, se fragmentan y se recombinan en plataformas globales, esta idea adquiere nuevas dimensiones. En un sentido contemporáneo, el «sueño utópico» de Frye podría entenderse como un archivo digital colectivo, en permanente construcción, que conserva arquetipos y significantes, pero los reinterpreta sin cesar.
En última instancia, la concepción de Eagleton sobre el significado en suspenso inaugura un ámbito propicio para la reflexión sobre la literatura contemporánea, concebida como un espacio de tensiones entre la autonomía formal, el contexto social y la temporalidad infinita del lenguaje. En contraste con las perspectivas que buscan establecer la orientación o resguardar el significado de la obra de las influencias externas, Eagleton destaca la inestabilidad como un componente esencial del proceso creativo. La literatura, entendida de esta manera, no se preocupa por perder su centro, ya que es consciente de que su fortaleza radica en su movimiento constante, en esa huella que se desplaza constantemente.
En suma, la teoría de Eagleton no se limita a describir la literatura, sino que la concibe como un espacio de resistencia frente a cualquier intento de fijación totalitaria del significado. En el contexto de la fluctuación del signo, el aislamiento utópico de Frye y las aperturas parciales de la Nueva Crítica, emerge una visión contemporánea profunda: la literatura como un territorio móvil, autónomo y social simultáneamente, en constante suspensión y apertura a nuevas interpretaciones.
Literatura en Suspenso en Latinoamérica y República Dominicana
En el contexto latinoamericano, la noción del significado como una entidad en constante fluctuación adquiere una relevancia particular. La literatura de la región se ve afectada por tensiones derivadas de su historia, marcada por la colonización, las dictaduras y las desigualdades sociales, lo que ha generado un conjunto de textos heterogéneo y lleno de voces contrapuestas. En este sentido, la imposibilidad de establecer un sentido único refleja igualmente la imposibilidad de imponer una identidad homogénea, ya que cada obra establece un diálogo con múltiples contextos, memorias y lecturas. Esta riqueza, sin embargo, plantea desafíos a la crítica, que debe reconocer y valorar la pluralidad sin reducirla a una narrativa única, evitando caer en el riesgo de las lecturas hegemónicas que históricamente han silenciado voces marginales
En el caso de la República Dominicana, este fenómeno se ve exacerbado por la debilidad de los entes institucionales que deberían brindar respaldo a la literatura y por la limitada circulación de las obras literarias. La literatura dominicana, frecuentemente condicionada por tensiones entre lo nacional y lo global, se erige como un ámbito en el que el «significado en suspenso» se manifiesta como una pugna constante por redefinir la identidad cultural. La ausencia de una estrategia consolidada de fomento de la literatura y la fragilidad del sector editorial han ocasionado que los textos se vean confinados en circuitos limitados, restringiendo así el diálogo con audiencias heterogéneas. No obstante, esta misma precariedad puede generar oportunidades, como la descentralización de las voces y la incorporación de nuevos discursos —desde lo digital hasta lo comunitario—, que pueden fortalecer un ecosistema literario que asuma la inestabilidad como fuerza creativa y no como debilidad estructural.
Referencias
Eagleton, T. (1998). Introducción a la teoría literaria (Trad. J. Faci). Fondo de Cultura Económica. (Obra original publicada en 1983)
Frye, N. (1957). Anatomy of criticism: Four essays. Princeton University Press.
Compartir esta nota