Los recientes logros electorales del PRM y las reformas que promete no serían su mayor contribución a la democracia dominicana. Hasta ahora lo más importante y trascendente es la renuncia anticipada a la repostulacion y postulación presidencial que, respectivamente, han anunciado Abinader y Paliza, sus dos principales líderes.
Su renuncia representa un punto de inflexión para el adecentamiento y superación de nuestra cultura política. Pero en el venidero periodo presidencial la conducta del partido será el desafío mayor de su patriotismo.
Lo de Abinader no tiene parangón en la historia dominicana. En el pasado reciente, Bosch, Balaguer, Guzman y Medina renunciaron a repostularse en ciertas coyunturas, mayormente por presiones políticas y, en el caso de Balaguer, por su delicado estado de salud. (Mejia perdió después de repostularse y Fernandez tuvo restricción constitucional.) El común denominador de esas decisiones fue la ausencia de rimbombantes anuncios públicos que la comunicaran. En el caso de Abinader, no solo ha habido un anuncio público, sino que primero lo hizo justo después de haber ganado unas elecciones presidenciales para un segundo periodo de gobierno y lo reiteró en La Semanal del lunes pasado.
Hay poderosas razones para creerle. El derroche de sinceridad y firmeza del anuncio se reveló mejor en La Semanal. Acento.com.do reportó que dijo: ““Yo salgo el 2028 de aquí y no vuelvo más. Esa es mi decisión política, como dominicano y también la decisión personal y eso es lo que le conviene a la República Dominicana.” Según HOY, el mandatario remachó: “Yo cuando salga de aquí (el Palacio Nacional) no vuelvo más.” Y este es un presidente que no acostumbra a mentir.
Es saludable la noticia de que el presidente Abinader se propone buscar el consenso para la reforma constitucional. Pero es tambien deseable que proceda con ella tan pronto se instale el nuevo Congreso para así evitar especulaciones espurias sobre sus “verdaderas intenciones”. Por eso tiene sentido que desde ya dé a conocer la redacción de los artículos correspondientes, tal y como ha pedido el digital Acento. Y debe hacer caso omiso al editorial del Listin Diario del lunes pasado de que debe hacer un referéndum previamente. El áspid que mordió a Cleopatra no ejerció tal extremo sigilo.
Pero si acaso surgieran circunstancias que sabotearan esa intención, el mandatario se propone una reforma constitucional como primer acto de reforma en su nueva gestión. Habrá que esperar la redacción de los artículos, pero “ponerle candado a la reelección” después de dos periodos consecutivos de seguro que lo abarcará a él. Lo otro que confirma y consolida ese curso de acción es que sus propios partidarios podrían amotinarse si, después de haber comenzado a fraguar sus respectivos proyectos presidenciales, más tarde Abinader sale que ha reconsiderado.
Se impone pues créele al presidente porque estamos frente a una situación inédita en nuestra historia. Representa, sin duda, una sacudida mayúscula a lo que ha sido nuestra cultura política durante toda la vida republicana. Ahora los aspirantes presidenciales de su partido actuaran con la seguridad de que el árbitro no los traicionará, aunque su apoyo pueda inclinar la balanza del éxito. Por el lado de la oposición tendrán que romperse la cabeza elaborando una estrategia multifactorial para confrontar la candidatura de alguien cuyo logro dentro del PRM no puede anticiparse tempranamente.
Eso así porque la decisión del presidente cambia radicalmente el ajedrez político y sería mezquino regatearle el positivo impacto de la decisión sobre nuestra cultura política. Esta se entiende como “el conjunto de conocimientos, evaluaciones y actitudes que una población determinada manifiesta frente a diferentes aspectos de la vida y del sistema político en el que se inserta.” Y esa “decisión personal” de Abinader irá acompañada de una modificación constitucional que tambien cambiará positivamente el juego electoral.
No cabe duda de que estamos frente a una decisión trascendental por los cambios que se derivaran de ella. Pero el legado de Abinader solo será trascendente si, habiendo enfilado al pais hacia ese remozamiento cultural, logra que en el 2028 haya una transición suave en materia de alternabilidad en el poder. Aun con el control del Congreso que tendrá el PRM ese logro solo podrá alcanzarse si al presidente lo ayuda su partido. La meta de alternabilidad no debe ser solo del presidente sino tambien de su partido.
El PRM ya jugó un papel honroso al sacarnos de las fauces corruptas del gobierno anterior. Respondiendo a la Marcha Verde y al hartazgo de la poblacion, interpretó fielmente las aspiraciones de la clase media respecto a la necesidad de adecentar la gobernanza. Abrazó con el su candidato presidencial la causa de la transparencia y con eso pegó en la diana electoral. Aunque entre sus otros candidatos hubo algunas manzanas podridas, el partido supo escoger y los personeros idóneos determinaron los resultados.
Pero la huella patriótica del PRM no puede limitarse a seguir con el cántico a la transparencia y a ir montado en la reputación del presidente Abinader. El partido está llamado a adoptar una estrategia que no solo vaya cónsona con la decisión presidencial, sino que involucre todo su accionar en función de la meta que le impone la decisión del mandatario. (Ya la esencial no es la transparencia sino la alternancia interna.) La mayor prioridad de su mision institucional debe consistir en el desafío de elaborar y aplicar las normas del comportamiento de sus aspirantes y de establecer protocolos y procedimientos para la escogencia de su futuro candidato presidencial.
De ahí que Jose Paliza, el actual presidente del PRM, debe continuar en su posición partidaria. Hay que lamentar que ya ha anunciado que no buscará la candidatura presidencial en el 2028. (Su exitosa carrera política incluye haber sido diputado, senador, ministro y, más pertinente aún, presidente del partido y gerente de la campaña del 2024.) Tal vez no haya otro en su partido con una mejor trayectoria para merecer la distinción de su partido con la candidatura presidencial. Pero lo importante ahora es que, dada sus condiciones de madurez política, se dedique a conducir al partido hacia la meta de la alternancia. Se requieren manos expertas para que la huella patriótica del PRM pueda manifestarse en beneficio de la democracia dominicana.
La sociedad civil, por su parte, tiene el reto de monitorear el comportamiento de ese partido respecto a la alternancia. El de los partidos opositores no será tan trascendente si no se despojan de sus viejas prácticas y renuevan su liderazgo.