A principio de la década del 2000, mientras en Puerto Plata el colectivo chocolatero, encabezado por Eliú Almonte, organizaba los primeros festivales de performance del país, en Santo Domingo un novel artista en solitario realizaba acciones a las que asistía un diminuto grupo de amigos. Estos dos acontecimientos paralelos fueron el principal catalizador de lo que poco tiempo después se convertiría en el primer movimiento de performance en República Dominicana. Ese artista solitario era David Pérez (Karmadavis), egresado de Chavón, la Escuela de Diseño, donde descubrió el arte acción, por el que rápidamente desarrolló una fascinación y devoción sin precedente en un artista dominicano, dedicándose a desarrollar su obra esencialmente en esa disciplina, en un contexto en el que, más allá de anécdotas de casos aislados, como alguna acción de Silvano Lora, Geo Ripley o Yiyo Robles, el performance era desconocido. ¿Qué impulsaba a este artista a persistir en algo que parecía una quimera, que todo el mundo desconocía y prácticamente nadie le prestaba atención? La respuesta es la coherencia con sus convicciones y una pasión y determinación inquebrantables.
Yo, con una formación conservadora de la Escuela Nacional de Bellas Artes, aunque era un poco disruptivo para los estándares de la escuela, no estaba familiarizado con los lenguajes del arte contemporáneo. Karmadavis fue el primer artista que vi realizando una performance, cuando yo apenas había oído la palabra, de la cual desconocía todo. Me intrigaba lo que veía; evidentemente, aquello no era teatro: no había un personaje, ni dramatización, ni guion… Lo que acontecía era real. Nunca había presenciado algo así, pero sin comprender lo que estaba viendo, me causaba fascinación.
Poco tiempo después, más informado, y habiendo presenciado varias acciones de Karmadavis, tomé el taller de performance impartido por la artista mexicana Elvira Santamaria en el festival de performance Chocopop 2004 en Puerto Plata, y así comencé a hacer performance, lo que eventualmente provocó un acercamiento con Karmadavis, con quien tuve el placer de desarrollar algunos proyectos junto a otros artistas. En principio éramos pocos, y casi nadie más allá de nuestro propio círculo nos tomaba en serio, pero éramos sumamente apasionados y determinados. Pronto otros se sumaron. La llegada del colectivo Arte Estudio, dedicado a la investigación, documentación, curaduría y producción de performance, contribuyó notablemente a elevar el nivel de producción de los proyectos, y en poco tiempo, lo que había empezado como un artista solitario e invisible, se había convertido en un movimiento imposible de ignorar. Fueron años de euforia creativa trepidante. Justo cuando se gestaba este movimiento, en 2003, durante la dirección de Sara Herman en el Museo de Arte Moderno, por primera vez el performance fue incluido oficialmente en la Bienal Nacional de Artes Visuales como una de las categorías participantes, lo que también impulsó su desarrollo.
Entre los que participamos de aquel proceso en Santo Domingo, como gesto de reconocimiento nombramos a Karmadavis “el primero de la fila”, término acuñado por Marianne de Tolentino refiriéndose al artista en un artículo sobre dicho movimiento artístico, dejando claro que él fue el referente, el punto de partida, quien señaló el camino.
En 2006, Kamadavis se mudó a Guatemala junto a su pareja, la también artista Regina Galindo, donde es profesor del diplomado en artes visuales de la Escuela Municipal de Artes Visuales, y desarrolla su proyecto culinario/artístico Morisoñando. Ha forjado una carrera artística brillante, recibiendo múltiples premios y reconocimientos tanto en República Dominicana y Guatemala como internacionalmente: multipremiado en el Concurso de Arte Eduardo León Jiménes y en la Bienal Nacional de Artes Visuales de Santo Domingo, premio especial de la Colección Patricia Phelps y Cisneros, premio de residencia Fondazione Spinola Banna Per l’Arte en Torino, Italia, beca de la Franklin Furnace Fund en Nueva York, residencia artística TŘEBEŠICE en República Checa, residencia artística SOMA en México, y un etc.
El performance en República Dominicana pasó de ser invisible a convertirse en un movimiento imposible de ignorar
Aunque el performance ha sido su principal medio de expresión, Karmadavis es un artista multidisciplinario, abarcando medios como la cerámica, la pintura, el dibujo, el arte conceptual, la instalación y el videoarte. Fusionando su experiencia como chef y artista, ha desarrollado una obra artística culinaria, creando piezas como La cabeza, La isla dentro de la isla y Comedor familiar.
La obra de Karmadavis se caracteriza por un fuerte componente social y político, que invita a la reflexión y el cuestionamiento, nos confronta con realidades incómodas y conflictivas, nos saca de nuestra zona de confort, investigando y abordando de manera incisiva temas como las complejas relaciones de la República Dominicana con Haití, la memoria histórica, las discapacidades, la discriminación, la violencia, la migración, la explotación laboral y el autoritarismo.
Karmadavis se ha constituido en uno de los artistas contemporáneos dominicanos más prominentes, convirtiéndose en un referente indispensable, gozando del respeto y la admiración de quienes hemos seguido su carrera y disfrutamos del arte contemporáneo.
Posdata:
- Quisiera decir muchas cosas, pero siento tantas náuseas que si intento decir algo, vomito. Elijo expresar mi aprecio, respeto, admiración y solidaridad a un artista excepcional.
- Para los que les pueda interesar conocer la obra de Karmadavis, aquí les comparto este enlace a su sitio web.
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