En mi pasado artículo, abordé el auge de los discursos pseudocientíficos en el contexto de las guerras culturales digitales. Un artículo publicado hace unos meses, por un equipo de investigadores encabezados por Sebastià March y publicado en el American Journal of Public Health, muestra una interesante literatura sobre las implicaciones negativas que el discurso del ultraconservadorismo ideológico o de la extrema derecha política provocan desde el punto de vista de las políticas públicas y de la salud ciudadana. (https://ajph.aphapublications.org/doi/full/10.2105/AJPH.2025.308016?role=tab).

Se entiende como ultraconservadorismo o extrema derecha, una perspectiva del mundo caracterizada por la identificación con el autoritarismo, el fascismo, la discriminación identitaria negativa (racismo, misoginia, homofobia, etc.), la promoción de la violencia (en sus diferentes expresiones), el nacionalismo y el negacionismo científico.

Las políticas públicas, incluyendo aquellas dirigidas al sostenimiento de la salud ciudadana, requieren de una capacidad de crítica respecto a los fallos de implementación y sus implicaciones, una actitud dialogante para integrar a la mayor cantidad de actores en la toma de decisiones y sus ejecuciones, así como la creación de un clima general de receptividad ante las evidencias científicas. La extrema derecha es reacia a estas actitudes. Asume la crítica como sabotaje, es reacia a rendir cuentas, se niega al diálogo con actores que considera inferiores, es excluyente en la toma de decisiones y tiende al negacionismo científico.

Al mismo tiempo, la concepción filosófica de la extrema derecha parte del supuesto de que la vida es una lucha por la supervivencia donde existen ganadores y perdedores por méritos propios, rechazan los factores sociales que inciden en el desarrollo personal, así como el rol que juegan las instituciones y las personas en nuestros logros y fracasos. Por eso, son reacios a la justicia social y a una ética del cuidado, al diseño de políticas públicas que contemplen la atención a las poblaciones más vulnerables y a los perjudicados por las inequidades históricas.

Uno de sus signos más preocupantes es la promoción del populismo científico, una actitud de exaltación del sentido común con respecto al juicio de los expertos y de indiferencia intencional hacia las evidencias científicas cuando las mismas objetan intereses corporativos o ideológicos.

Las implicaciones del populismo científico afectan de modo negativo la salud ciudadana porque sabotea la salud preventiva con las campañas antivacunas; exalta el negacionismo climático promoviendo el descuido del ecosistema y el desarrollo depredador del medioambiente; obstaculiza políticas de salud pública si las mismas conllevan contradicción con dogmas religiosos; impide comprender la multiplicidad de factores que inciden en la conformación de los factores generadores de exclusión social; y fomenta actitudes que agravian la salud mental como son las distintas formas de discriminación identitaria negativa (racismo, xenofobia, misoginia, aporofobia, etc.)

Al mismo tiempo, el populismo científico quiebra la confianza en la comunidad científica bajo una supuesta defensa del pensamiento crítico de los individuos. Este supuesto enmascara que la inteligencia individual no es superior a la inteligencia de los entornos y que debe interactuar con estos.

A la vez, enmascara la glorificación de una ignorancia petulante que se niega al aprendizaje e impide el diálogo que la sociedad civil debe realizar con los expertos en el proyecto común de fomentar la ciencia y la innovación tecnológica para servir al sostenimiento de un ecosistema saludable y a la convivencia democrática.

Leonardo Díaz

Filósofo y ensayista

Doctor en Filosofía por la Universidad del País Vasco, con líneas de investigación en las áreas de epistemología social, ética ciudadana y filosofía política. Conductor del Podcast de filosofía Conversaciones de la caverna y del programa D−ética TV. Presidente de la Asociación Dominicana de Filosofía. Miembro de Número de la Academia de Ciencias de la República Dominicana por la Comisión de Filosofía y Epistemología. Premio Nacional de Ensayo Científico (2015). Premio de Ensayo Pedro Francisco Bono (2012). Integrante de la reunión constitutiva de la Red Iberoamericana de Filosofía. Fue miembro de la Comisión de Alto Nivel para la Difusión de la Filosofía de la UNESCO. Autor de Reflexiones filosóficas. Artículos de ética, política y filosofía (2018); Las tensiones de Thomas Kuhn: Una perspectiva crítica para los estudios sociales y culturales de la ciencia (2014); La filosofía y los espacios de la libertad (2012), así como de diversos artículos publicados en revistas especializadas nacionales e internacionales de filosofía. (leonardodiazsd@gmail.com; @leonardodiazfilosofia).

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