Con Gaza en el corazón. Por una paz verdadera.
Lo que se dice es tan o más importante en los procesos de socialización que cualquier otra de nuestras capacidades. El lenguaje es el vehículo fundamental de la comunicación y su contenido una forma de socialización.
A través del lenguaje se puede construir un vínculo o destruir toda una generación.
El filósofo y escritor Josep María Esquirol (1962, Barcelona, España) es catedrático de Filosofía de la Universidad de Barcelona. Dice que para que la salud mental se sostenga, debe tener raíces sólidas, profundas y bien nutridas; debemos construir raíces sociales que nos ayuden a conciliar, a fomentar la comunicación en la comunidad.
El lenguaje es la forma más concreta que nos representa; es la base de la comunicación entre los seres humanos. Si nos expresamos con odio, con burla, con descalificaciones, nos comportaremos en función de esa manera, con odio, con poca empatía.
Esta forma de comunicarnos, como expuse anteriormente, repercute directamente sobre la forma de comportarnos. Es la semilla, mejor dicho, una de las semillas de las violencias que más impacta y que son difíciles de controlar. “La Ventana de Madrid”. Esta circunstancia, que es tan invisible, que pasa desapercibida.
Es tan poderosa que la palabra dicha es una fuerza que no nos imaginamos aún la capacidad que tiene sobre nuestros actos. Solo tenemos que ver un poco la historia de la humanidad para ver cómo se puede convencer a los demás a través del discurso. Con las palabras se transformó y a la vez se destruyó diferentes sociedades.
El lenguaje es un reflejo de cómo somos, tanto individual como colectivamente. Si nuestro lenguaje es grosero, desinhibido, malsonante, buscamos la atención del otro de una forma violenta, marcando territorio; otra de las formas de comunicarnos es la denigrante y la machista.
Con la burla al diferente o a cualquiera que interactúe con nosotros, esa ridiculización permanente puede ser defensa o carencias emocionales profundas, inseguridades individuales; siempre va dirigida a grupos vulnerables: al discapacitado, al que mantiene una conducta fuera de la norma, al “loco”, que ya es un término despectivo en sí mismo.
Esa forma de socializarnos y de comunicarnos desde la violencia verbal no es entretenimiento, no es identidad nacional, no es ser dominicanos, es violencia disfrazada.
Este lenguaje y contenido de nuestro discurso impregna a toda nuestra sociedad y son el reflejo, aunque parezca increíble, de comportamientos muy violentos que transforman a una sociedad en una jungla.
Todo viaja y empieza por el lenguaje, por la forma de comunicarnos y de hablarnos.
El lenguaje es tan contagioso y tan imperceptible que nunca ponemos el foco en ello; no nos imaginamos el impacto que produce en los demás y en la sociedad.
¿Cómo nos hablamos en República Dominicana? Desde la burla, la descalificación, desde la desinhibición, desde la razón y desde verdades absolutas en forma de decreto, sin ningún tipo de base de sustentación o fuente que valide lo que estamos diciendo; somos la fuente de la verdad más absoluta y es una forma de captar la atención y de dominación, también a través de las “malas palabras” o términos profundamente denigrantes y clasistas, racistas; marcamos, estigmatizamos, excluimos a grupos vulnerables.
El lenguaje nuestro, del que me niego a que me represente como dominicana, que por lo general tiene connotaciones sexuales muy denigrantes, que producen en la otra vergüenza o asombro y tal vez reconocimiento del atractivo físico o halago así de increíble. “Ella todavía está dura”…………….. Sin palabras, esta expresión verbal deja a cualquier persona sin ningún tipo de respuesta; es de las violencias machistas más cotidianas y más normalizadas y parece mentira que las generaciones jóvenes toleren este tipo de calificativo y descalificativo a la vez.
Estos condicionantes son el reflejo de una violencia subliminar, pero tan destructiva que solo tenemos que ver las estadísticas nacionales sobre muertes violentas de género hacia la mujer y el que lo niegue que existe una violencia de género está ciego.
La violencia verbal comienza desde que empezamos a hablarnos mal a nosotros mismos y luego al otro. Es una forma de socialización marcada por la violencia verbal; es compleja y con dificultad para reconocerla como tal. Está tan normalizada en nuestro día a día que no somos conscientes del impacto de la palabra; el contenido de las palabras repercute en el respeto al otro
Y todo empieza con y a través del lenguaje; es el virus de la palabra que contagia, que nos define como sociedad; es la forma de unir o desunir.
Por favor, más educación, más sensibilización, más compasión, más información histórica sobre nuestra identidad y no sobre estas falsas creencias de que el lenguaje dominicano es así porque no es cierto.
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