La conectividad del mundo actual era algo inimaginable en el pasado. El espíritu de conquista y el deseo de progreso impulsaron a las civilizaciones a explorar tierras lejanas con una intención primaria: adquirir poder y riquezas. Desde los primeros siglos, el ser humano ha querido imponer hegemonías territoriales, lo que hace impreciso establecer un inicio para la aplicación de la geopolítica.

El termino “geopolítica” fue acuñado por el politólogo sueco Rudolf Kjellén, quien la definió como el estudio de la influencia de los factores geográficos sobre el poder del Estado y su desarrollo integrando aspectos políticos, económicos y militares en una visión del Estado como un organismo vivo.

El ejercicio del poder sin limites llevó a las potencias a deshumanizar los territorios y poner en riesgo la supervivencia de la humanidad. La Segunda Guerra Mundial hizo inevitable la creación de las Naciones Unidas y la suscripción de acuerdos que establezcan limites al accionar de los Estados. Esto no significó el fin de las guerras y ni de las luchas de poder; por el contrario, dio paso a estrategias más sutiles, pero igualmente devastadoras.

Eso explica que haya cierta reticencia al uso del termino, ya que es asociado a las potencias y sus maquinaciones. Sin embargo, la geopolítica abarca más, guarda una estrecha relación con otras disciplinas como la historia, la geografía, las relaciones internacionales y las ciencias políticas. Permite a los Estados realizar análisis predictivos para establecer estrategias que garanticen beneficios y poder. Por esta razón, la interrelación entre política interior y política exterior de un Estado debe estar hilvanada con precisión y coherencia.

La geopolítica es una herramienta versátil y fundamental, que incluso tiene aplicación en el ámbito empresarial, donde multinacionales y franquicias la utilizan como pieza clave para su expansión a nivel global. Todo país, sin importar su tamaño, debe realizar análisis geopolíticos tanto de sí mismo, como de aquellos países con los que busca interactuar.

República Dominicana debe empezar a utilizar esta herramienta con un enfoque estratégico holístico. No se trata de estudios superficiales para cumplir requisitos, sino de la conformación de equipos tácticos capaces de rediseñar el futuro del país a partir de su realidad actual y de una proyección en el escenario global.

Este diseño debe ser socializado e integrado transversalmente en toda la sociedad, desde el agricultor hasta el empresario, estudiantes y profesores, y obviamente, la clase política. Así, aunque cambien los gobiernos y las formas de implementación, el objetivo primario se mantendría intacto, permitiendo alcanzar resultados a largo plazo independientemente de quién gobierne.

Un beneficio colateral de esto sería neutralizar la posibilidad de que un outsider capitalice el descontento de ciertos sectores por problemas estructurales, que difícilmente puedan resolverse sin un rediseño profundo del país. No profundizaremos en la teoría del outsider ni en el populismo disruptivo, ya que existen suficientes antecedentes en países como  Chile con Boric, , Zelenski en Ucrania y El Salvador con Bukele, donde en el caso de este último, el fenómeno sí resultó beneficioso, por los logros alcanzados en cuanto a la lucha contra delincuencia, proyección internacional, y la construcción de un entorno económico más favorable.

Spoiler a los políticos tradicionales: No, la solución no es bloquear la aparición de un outsider. La preocupación es comprensible, pero la única respuesta efectiva es ofrecer pruebas concretas de cambios estructurales que devuelvan al pueblo la confianza en los partidos tradicionales.

La educación, los empleos, la salud, y otros sectores esenciales claman a gritos un giro. Si bien se han logrado avances notables, este momento decisivo no puede desaprovecharse. Tampoco podemos arriesgarnos a que estos progresos sean revertidos por un próximo gobernante con una visión opuesta ni volver a caer en el ciclo de lideres que buscan perpetuarse en el poder bajo la convicción de que solo ellos saben gobernar. ¿Hace falta mencionar nombres?

Rescatar la identidad nacional es indispensable para que la proyección global a futuro preserve la esencia de la dominicanidad. Para lograr una integración transversal, se requiere la creación de políticas públicas y el fomento de incentivos que motiven a la ciudadanía a participar.

También es fundamental construir consensos interpartidarios y pactos sociales. Para trascender ciclos electorales, podría ser útil la creación de un consejo nacional de planificación estratégica, similar a lo implementado en países como Singapur, con las debidas adaptaciones. Aquí es donde cobra relevancia la visión del Estado como un organismo vivo, sustentada por Kllején. El Estado debe reinventarse y evolucionar para subsistir, podemos agregar para alcanzar su desarrollo. Así lo entendieron los Trinitarios en un momento neurálgico de la historia dominicana, y por muchas razones, actualmente vivimos un momento neurálgico aunque el contexto sea totalmente diferente.

República Dominicana ha enfocado su política exterior en las exportaciones, la captación de inversión extranjera directa, el fortalecimiento de la presencia del país en las Organizaciones Internacionales, y el turismo, piedra angular en la economía dominicana, también juega un papel central. Ante este panorama, ¿Cuál sería un enfoque más estratégico a largo plazo?

Mediante el análisis geopolítico, podemos prever tendencias en la política exterior de otros países, identificar sus necesidades, y ajustar nuestra estrategia para ofrecer soluciones a través de nuestros productos y servicios. Asimismo, podríamos analizar las características de nuestros competidores en los mercados internacionales, y diseñar tácticas diferenciadoras, capitalizando los atributos que nos hacen únicos como nación. Además, este enfoque contribuiría a fortalecer nuestra identidad, a fortalecer nuestra propuesta como marca país.

Para algunos, esta visión puede parecer utópica o difícil de materializar. Sin embargo, para quienes trabajamos por el desarrollo de la República Dominicana, el momento de su consolidación como el “Faro del Caribe” está cada vez más cerca. Así la describió, en un importante foro diplomático, la exembajadora de Türkiye y amiga, Su Excelencia Yeşim Kebapçıoğlu. Esa frase quedó grabada en mi memoria.

Ginia Valenzuela

Abogada

Dominicana, abogada egresada de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), con una Maestría en Derecho de las Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información por la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) y un Doctorado en Relaciones Internacionales por Atlantic International University (AIU). Especialista en Derecho de Protección de Datos de Carácter Personal, Derecho Audiovisual, Administración Electrónica, Sociedad de la Información, delitos electrónicos y en la defensa de los derechos de los usuarios de los servicios públicos de telecomunicaciones, labor que está personalizada como director de la Dirección de Protección al Usuario del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (INDOTEL). Durante más de una década, ha jugado un papel fundamental en el establecimiento y fortalecimiento de las relaciones comerciales entre la República Dominicana y Türkiye, siendo una figura clave en la apertura de canales de cooperación bilateral y en la formulación de soluciones a los desafíos que afectan el intercambio económico entre ambas naciones. Es fundadora y presidenta de la Cámara de Comercio, Industria y Turismo Dominico-Turca (CIT-DT), y encabeza el comité gestor de la Federación Dominicana de Cámaras Binacionales (FEDOCACBI), entidad en proceso de conformación orientada a estrategias articulares para el fortalecimiento de las cámaras binacionales del país, promoviendo la cooperación estratégica y la cohesión multisectorial del empresariado dominicano. Actualmente, se desempeña además como asesora de Relaciones con Türkiye del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Dominicana (MIREX).

Ver más