En nuestro trabajo anterior del pasado sábado, a través de este mismo medio, planteábamos las serias dificultades que tienen los ciudadanos estadounidenses e inmigrantes en Estados Unidos para abordar los problemas de la inflación y el pago de la renta o alquiler; ambas cosas están creando situaciones impredecibles a presente y a futuro.

Viene a nuestra mente la experiencia vivida en Nueva York hace varias décadas, cuando presenciábamos el programa de viviendas de la ciudad de ese estado, en el que se les facilitaba un apartamento, con algunas situaciones físicas, como ocurría con los llamados edificios “quemados”, por un valor simbólico de un dólar, y una facilidad para un préstamo bancario, a fin de que el adquiriente lo restaurara y continuara pagándolo a través de un financiamiento.

En la actualidad, la situación hoy es totalmente diferente para adquirir una vivienda propia. Es tan difícil como poder pagar un alquiler o renta, pues el pago mensual está por las nubes y es casi insostenible cumplir mensual o anualmente con ese ineludible compromiso que impacta a todas las familias de bajos y medianos ingresos.

La situación es dramática: un apartamento de una habitación, en un barrio populoso de la ciudad, paga mensualmente entre 1,500 y 2,000 dólares. Si fuera de dos o tres habitaciones, usted debe imaginarse ya la mensualidad; ésta puede llegar hasta US$ 5,000, dependiendo de la zona o sector, y de las propias condiciones del inmueble.

Con el propósito de abordar el gran problema de la renta, los ciudadanos se ven obligados a alquilar espacios de sus propias viviendas a particulares, incluyendo sus propias salas, para poder cumplir con el pago de sus alquileres. Hace apenas dos días, caminando en el lugar donde me ejercito, conversaba con uno de los amigos de la diáspora dominicana, pero que ya está residiendo en el país. Él tiene inversiones inmobiliarias en Nueva York.

Me narraba la historia de una abuelita que tiene décadas viviendo en una de sus propiedades. Ella le dijo que no podía mudarse ni tampoco aceptar el aumento correspondiente. Él decidió bajarle a la envejeciente inquilina trescientos dólares mensuales, porque le ha tomado mucho cariño y no quiere perderla, más por el amor que por el dinero.

La más reciente experiencia la recibí de un joven pariente, uno de los dominicanos empresarios más exitosos en Nueva York, quien me informó que paga doce mil dólares mensuales en el apartamento rentado donde vive. Frente a este hecho posiblemente alguien pudiera hacerse alguna interrogante. Un empresario o un profesional de la economía o del área de negocios podría explicarlo sin ecuaciones complejas.

Rafael Nino Féliz

Educador

Nacido en El Cachón, Barahona. Graduado de Licenciado en Educación con mención en Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo UASD. Se desempeñó como técnico de varios departamentos del Ministerio de Educación. Director de Organización de la Oficina de Desarrollo de la Comunidad (ODC). Director de la Dirección de Bienestar Estudiantil; Tesorero General y dos veces Vicerrector de Extensión. Actualmente docente en las cátedras de Teorías y Crítica de la Literatura y Letras Básicas. Ha publicado más de diez libro de poesía.

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