El movimiento revolucionario dominicano tenía tiempos sin convocar, planificar y organizar una actividad de la magnitud, aunque sea parecida, de la celebrada el pasado domingo 27 de abril. Tuvieron sumo cuidado en llegar a acuerdos, crear un protocolo que guiara los compromisos de cada organización y ponerse a trabajar para la Gran Marcha. Todo fue discutido con la delicadeza que ameritaba la encomienda: evitar distorsiones y “malos entendidos” a la hora de ejecutar trabajos organizativos, propagandísticos y de masas. Y eso merece un reconocimiento público a un sector tan frágil que con una “picada” de ojo se divide.
Antes de la Gran Marcha de la Revolución de Abril, la izquierda estaba fogueándose en los avances de unidad, en los preparativos para conmemorar el primer y quinquagésimo aniversario del fallecimiento y cobarde asesinato correspondiente al inolvidable revolucionario Iván Rodríguez Pilier y del periodista Orlando Martínez Howley. Todas estas actividades lograron unificar alma, vida y corazón, para finalizar con dos espectaculares actos conmemorativos como nunca los revolucionarios habían realizado. Echaron mano del histórico término, de la usada estructura del Comité Unitario, lo que permitió abrir la puerta para las conversaciones, convenir y llevar a cabo acciones conjuntas.
La población en general y, en particular, los simpatizantes y militantes de ideas revolucionarias, progresistas y democráticas, esperan la continuidad y profundización de los aprestos unitarios que culminen en lo programático, aprovechamiento coyuntural y en la creación de un instrumento político y electoral independiente para disputar el poder de gobernar. De lo contrario, seguiremos dando pena y vergüenza.
Establecer y amarrar los lazos de unidad de la izquierda en toda la sociedad, desde la familia, recorriendo todos los estamentos sociales y culturales, hasta los centros de trabajo. Teniendo en cuenta, valorar y aceptar el esfuerzo y aceptación de sus miembros. Las orientaciones políticas de los revolucionarios deben llegar a todos los rincones del país. En el trayecto hacia el poder, no desperdiciar oportunidad alguna para alcanzar los objetivos establecidos.
La importancia de la unidad de acción alrededor de objetivos comunes crea un contexto para plantear problemas, discutirlos y buscarles soluciones de manera conjunta. Que garantice la integración de todas las organizaciones políticas, sociales y populares, ambientales y de género, sindicales y profesionales. Y de otras índoles. Esa unificación con las fuerzas institucionales son las garantías para alcanzar las metas planificadas en esta etapa histórica.
Las estructuras políticas compuestas por seres humanos con marcado sello de clase tienen que tener reglas del juego bastante claras, sin ambigüedades, que permitan su consolidación estructural, institucionalizar sus mecanismos de transmitir las informaciones y cumplir con las tareas planificadas. Las experiencias de la izquierda así lo recomiendan para garantizar mantener con vida ese correcto y necesario instrumento unitario.
Los principales dirigentes de la izquierda, comprometidos con la unidad y su profundización, serán responsables históricos de los éxitos alcanzados y de los lamentables fracasos que siempre abortan el nacimiento de un instrumento unitario. No hay espacio para comportamientos nocivos como el vanguardismo, pendejo e infantil que tanto daño ha hecho y realiza todavía. Hay que aprender a actuar en “unidad y la diversidad”, con respeto y apegado a lo acordado, sin ventaja ni sobrepasarse.
El imperialismo, los partidos tradicionales y sus líderes y los enemigos internos, muy bien disfrazados en el campo de la revolución, desplegarán todos sus cañones para torpedear y desaparecer la esperanza que acaba de renacer con la unificación que aflora con fuerza en el movimiento revolucionario. Cuidar la unidad de acción de la izquierda, como la “niña del ojo”, es el desafío del momento. Estar muy atentos a las eventualidades y no distraer los esfuerzos desplegados en pendejadas.
El Comité Unitario de la Izquierda está integrado por las siguientes entidades políticas: Partido Comunista del Trabajo (PCT), Movimiento Popular Dominicano (MPD), Partido Patria para Todos/as (PPT), Fuerza de la Revolución (FR), Movimiento Caamañista (MC) y el Referente de la Izquierda Dominicana (RID). Además, respaldados por centenares de militantes y simpatizantes no organizados en estructuras partidarias.
Por último, transitamos un proceso democrático donde la democracia es una caricatura para encubrir las desvergüenzas de partidos políticos que solo se diferencian por el color de sus banderas. Al llegar al poder de gobernar, no tienen diferencias fundamentales, lo que incrementa la abstención electoral y la frustración de la población. Dejando espacio suficiente para que fuerzas diversas en el litoral, de izquierda y progresistas, tomen su lugar y resplandezca el verde de la esperanza marchitado por falsos apóstoles.
¡Vaya, pues, mis felicitaciones al Comité Unitario de la Izquierda!
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