Hay días continuos de cielos grises.
No te cogen el wasá ni te responden el teléfono. Llegan de Wisconsin y se sumergen en la clandestinidad porque tienen que superar la depresión de estar de regreso en la Isla. Ni siquiera pasan de un “estoy en un tapón” entre las 5 y 9 en el Polígono Central, cuando te ilusionaste con el poema, los abrazos pendientes. Te prometen un chapuzón en La Caleta por hora y media y se olvidan de la promesa. El montón de ropa que pudiste lavar donde tu hermano hoy será más grande porque los vecinos de tu hermano seguirán oyendo cuando tu hermano “hace su diligencia”, como en la canción de Luis Terror Días.
Tu amigo-escritor-estrella seguirá la contabilidad de sus pelos en pecho, motivo por el cual no habrá necesidad de acusarte recibo de algo que le preguntaste en el último equinoccio de otoño. Pero al menos fulanito y fulanita te responderán con una de las mentiras más habituales, “que ya salieron, que estamos por la Lincoln”, y ya sabrás que “estar por la Lincoln” es como vamos a rodarlo para dos horas más.
Y el funcionarazo y el funcionarito de turno -ambos con una perfecta relación de Jekyl and Hide-, seguirán ofreciéndote el peor café del mundo luego de que esperaste a que ellos acabasen una reunión y tuviesen que lavarse las manos, como si se hubiese tratado de algún trasplante de un riñón. No se te ocurrirá llamar a los padres, madres, parejas divorciadas, y peor, a las abuelas, porque todos están familiarizando en el “Día de las Madres”, porque perrearán en el “Día de los Perros”, y duartizarán en el “Día de Duarte”, hasta el final de los tiempos, oh Hijo del Hombre. Porque “así somos”. Porque al tiempo en que estás con tu ánimo en el suelo la barbarie de dos haitianos juyendo, descalabrados, con ocho policías y dos camionas detrás, te hace salir de ti mismo, de tu carencia siquiátrica, y te consuelas ahora siendo el testigo de otras tragedias, de algo que te dice que a ellos les va mucho peor que a ti. Entonces dejas de ser centro del universo y te conviertes en espectador. Ya no necesitas que nadie coja el jodido teléfono. Se te fueron las palabras que te ahogaban y sin yolas a la vista. A otros les va peor que a ti. Eso será el buen consuelo. ¡Estás aliviado!
Todo es como si en Santo Domingo se filmara una versión al revés de “Días de vinos y rosas”. ¿”Días de Agua Pellegrini y mofongos? ¿O mejor, “Días de sancochos”?
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