Para que sea efectivo, el diálogo debe ser abierto, sincero, plural y propositivo. Escuchar, guardar silencio y prestar atención a lo dicho por los demás, evitar los prejuicios y suspender los juicios de valor ante las diversas opiniones. En democracia el diálogo es capital. La participación ciudadana llegó para quedarse. Si no logramos conversar y saber de primera mano lo que quiere la ciudadanía, no se puede gobernar.
El diseño, elaboración, aprobación e implementación de cualquier proceso de reforma, como el de la policía nacional en curso, precisa de un diálogo que permita escuchar a los ciudadanos, de todos los ámbitos, de la sociedad civil, estudiantes, lideres comunitarios, autoridades civiles, empresarios, comerciantes, lideres religiosos, católicos, evangélicos, cristianos y no cristianos, ateos y policías de todos los rangos y ciudadanos de toda la sociedad.
Es lo que ha venido sucediendo con el proceso de reforma policial. Los avances son significativos, aun cuando no se le dé mucha promoción. El Comisionado de la Reforma Policial y la comisión oficial designada por el presidente de la República para la elaboración de la nueva Ley Orgánica de la Policía Nacional han organizado 8 jornadas denominadas “Dialoguemos de Policía”. Ya se han celebrado 6 de estas. Las dos restantes serán realizadas comenzando el año 2025. No se trata de un monólogo, para darle un paño con pasta al proceso de reforma y hacer aparentar el resultado como salido del consenso.
Para una profunda y real reforma en el ámbito de la carrera policial, organizacional y funcional, en el servicio de policía, integridad policial, régimen de consecuencias y normativa prestacional y que sea legítimo, sostenible y defendible ello solo es posible escuchando atentamente con calma, actitud gestual y verbal positiva, porque son claves para captar la información y mostrar interés de la ciudadanía.
Para tener la base institucional, operativa, administrativa, financiera, educativa, de carrera y disciplinaria en materia policial, reflejado en la futura nueva ley de policía y lograr la seguridad, la paz y la convivencia ciudadanas a las que tenemos derecho, no puede ser la obra hecha en un gabinete, en un escritorio, concebida, elaborada e impuesta desde afuera, desde lo alto.
Solo un proceso como el que está en curso, con el oído puesto en toda la población, podremos tener una base legal adecuada y una policía al servicio, no del orden público, macana en mano, sino de seguridad ciudadana, de cercanía, respetuosa de los derechos humanos, como afirmó recientemente, en un encuentro con generales la Policía Nacional el general Máximo Báez Aybar.
El producto de estos diálogos, que están siendo recogidos íntegramente y sistematizados, son la base fundamental para una reforma policial verdaderamente democrática, pues será la única forma de que la ciudadanía tenga el conocimiento de su contenido, contraiga compromisos y se integre a la seguridad ciudadana.