El mundo actual se desestabiliza con drones, bombas o balas portadoras de telegramas de muerte, y la sangre de tantos inocentes brota en surtidores de rojo petróleo inundando los campos de Europa y Medio Oriente. No es cátchup. Es plasma y glóbulos. Es vida y esperanza. Es futuro impregnado de presente. También el mundo sangra en otros lugares más recónditos, pero en menor profusión formando ríos y arroyos más pequeños, pero no por eso menos portadores de dolor.

La tierra empapada menstrúa temblorosa, se sacude de dolor, por ahora no hay un Neurodolorivion de bonhomía que la mejore. Tal vez el mundo siempre ha estado desestabilizado, antes por dentaduras de tiranosaurios y flechas y azagayas de homínidos encorvados, después por tristes guerras de espadas y lanzas y desde hace poco por átomos manufacturados capaces de reventarnos en millones de millones de pedazos. Tal vez el mundo nunca deje de desestabilizarse, tal vez siempre ha estado girando en vaivenes y zigzags continuos buscando una evolución inteligente que nunca parece llegar, y tal vez será así de inseguro por el siempre de los siempres.

Los gritos desesperados de los muertos con conciencia y los asesinados por metralla nos avisan ¡Paren! nos dicen! ¡Basta! nos gritan! ¡Abrácense los unos a los otros! lo proclaman, pero no los oímos, no queremos oírlos, estamos vivos, somos vivos y arrogantes, no nos damos por avisados. El bienestar de las sociedades obnubila, distrae, minimiza, sus seres miran la miseria hacia otra parte.

Las señales de humo apache para los próximos holocaustos por llegar son pavorosamente claras, las tripas de los polvorines se atiborran cada vez más con acero y tierras raras de muerte, así lo ordena el Gran Sheriff del Norte, el 5% del abnegado sudor de las naciones de la Unión Europea ayudará a pagarlo. Y además de acatar sus locas órdenes, le sonríen, lo loan, lo proponen. Hay que armarse, hay que protegerse del siempre malévolo y amenazante Oso Misha, alias Mijail Potapych Toptigin, y a ser posible, cazarlo, acabar con él y sus amenazas de ojivas bumerang.

La conciencia se ha ido de vacaciones. La cordura se ha evaporado. La tecnología exponencial acude en auxilio de la perfección de las matanzas. Ahora son más lejanas. Más certeras. Más bestiales ¡Pun! ¡Pun! ¡Pun! con tres punes atómicos todo resuelto. A las cavernas de nuevo, pero sin dinosaurios, sin lechugas, sin alondras, tal vez solo queden las resistentes cucarachas como alimento y tal vez tanto comerlas nos convirtamos en ellas. Nos lo merecemos.

Sergio Forcadell

Publicista

Nacido en Barcelona. Catalán hasta los dientes y Publicista desde mucho antes de nacer. Candidato al Premio Nobel de la Literatura Mordaz y Pendeja.

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