El sector de la construcción, tanto en su versión arquitectónica como a nivel de infraestructuras, ha estado tradicionalmente vinculado a un modelo de economía lineal, en el que los recursos se extraen, se procesan/transforman, se utilizan y finalmente se desechan, terminada la “vida útil” del organismo construido.
Este enfoque, que se centra en la producción masiva y en el consumo desmedido, ha favorecido el agotamiento de los recursos naturales y a la generación de residuos que afectan tanto al medio ambiente como a la salud pública.
La metodología lineal no contempla las 4 R, (Reducir, Reutilizar, Reciclar y Recuperar) y da escasa importancia a la eficiencia energética a lo largo del ciclo de vida del organismo. En este modelo, el fin del uso de una edificación implica su demolición y el vertido de materiales al entorno, lo que resulta insostenible a medio y largo plazo.
Frente a esta visión obsoleta, surge la metodología circular como un nuevo paradigma de sostenibilidad. Basada en los principios de la economía circular, esta metodología promueve un enfoque integral que considera todo el ciclo de vida del edificio, desde el diseño hasta la gestión del residuo postuso.
Su objetivo es minimizar el uso de recursos vírgenes, maximizar la reutilización y reciclaje de materiales, y reducir al máximo la generación de residuos. La edificación se concibe como un sistema dinámico en el que los materiales pueden mantener su valor funcional más allá del primer uso, lo cual conlleva beneficios medioambientales, sociales y económicos.
Entre los aspectos más relevantes de la metodología circular se encuentra el diseño para el desmontaje, que permite la recuperación eficiente de materiales al final de la vida útil de la edificación. Asimismo, se potencia el uso de materiales reciclados, renovables y de bajo impacto ambiental. Esta estrategia se apoya en herramientas como el Análisis de Ciclo de Vida (ACV) y las certificaciones ambientales, que permiten evaluar y mejorar el rendimiento en clave sostenible del edificio, desde su fase de concepción y durante su vida útil.
La implementación de la economía circular en el proceso edificatorio requiere una transformación profunda en la forma de proyectar, construir y gestionar los edificios. Involucra a todos los agentes del sector: promotores, arquitectos, ingenieros, constructores y usuarios finales. En conclusión, el paso de una metodología lineal a una metodología circular en la edificación no es una opción, sino una necesidad impostergable ante los desafíos del cambio climático y la escasez de recursos. Apostar por un modelo circular implica construir con inteligencia, responsabilidad y visión de futuro.
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