La última acción militar de Hamas y la respuesta de Israel sume a ambos en la incertidumbre sobre su futuro, a todo Medio Oriente y más allá. Recordemos que la creación de Israel es una muestra de cinismo político y arrogancia de las grandes potencias. El Estado de Israel no fue solo creación de Inglaterra y del sionismo radicado en ese país, como algunos afirman, esa iniciativa no se hubiese materializado sin la participación de EEUU y de la ex URSS de Stalin, que fue primer país en reconocer ese Estado, apoyándolo diplomática y militarmente. A la postre, el mayor beneficiario fue EEUU que de esa manera colocó una avanzada militar en la zona del mundo con más petróleo, pero difícilmente podrá sostener ese nuevo foco de guerra allí abierto, junto a los que está envuelto.
La extrema agudización del conflicto árabe-israelí se produce en un contexto de generalización de contiendas bélicas en varias zonas del mundo, fruto, de la actual debilidad de las grandes potencias para disuadir o evitar las diferencias y/o reivindicaciones territoriales en diversos países. Inglaterra no es ni sombra de aquella potencia que fue en su tiempo, a pesar de su poderío EEUU, está debilitado; de la URSS sólo queda una Rusia gobernada por una oligarquía corrupta que se apropió de la riqueza socialmente creada en ese país. Ahora tenemos a China y la India, ayer países en extremo pobres, hoy con rango de potencias; también varios que en sus regiones son medianas potencias con relativa autonomía. Irán, por ejemplo.
En cierta medida, Israel es también una potencia media de difícil control. Estamos pues, ante una problemática que no puede ser despachada con una simple condena o apoyo a una de las partes, ni mucho menos ver las acciones de Hamas y de Israel en términos maniqueos, blanco o negro. Veamos, en sus inicios Israel apoyó a Hamas (como los EEUU a los Talibán) pretendiendo de esa manera crear contradicciones entre las fuerzas palestinas de Gaza, a pesar de que este movimiento, en su carta constitutiva dice que “solo en la guerra santa existe solución a la cuestión palestina”. Siniestro cinismo. Hamas es un movimiento político y militar fundamentalista, que como todo movimiento político ultranacionalista o religioso es propenso al terrorismo.
No confundirlo con el pueblo palestino ni mucho menos con el mundo árabe, como desde posiciones ideológicamente opuestas hacen algunos. Así como pensar que una mera posición antinorteamericana define un progresista o revolucionario es erróneo, es pensar que la posición de Hamas y otros grupos armados por combatir a Israel son necesariamente progresistas. Por eso, algunos se resisten a admitir que la reciente acción de ese grupo tiene elementos de corte indiscutiblemente terrorista y que por eso esta debe condenarse resueltamente y aun con más fuerza la respuesta israelí. Exterminio total de los judíos, era el significado de la trágica “solución final”, tomada por el alto mando nazis en la conferencia de Wannsee (Alemania) en enero del 1942.
Exterminio es la palabra usada hoy las autoridades israelíes como solución final del tema Hamas, para destruir todas sus infraestructuras sin importar la vida de miles de ancianos, niños, mujeres, civiles, enteras familias y la expulsión de su hábitat a cerca de un millón de seres humanos. Un abominable terrorismo de Estado. Otro holocausto. Pero, “Hamás no es solo una fuerza militar, también es una ideología. Y no se puede matar una ideología con el ejército”, dice al periódico Elpaís Ami Ayalon, ex jefe de seguridad de Israel, añadiendo que “para derrotar una ideología hay que contraponer ideas más fuertes. Si no ofrecemos un futuro mejor a los palestinos, un horizonte político que incluya el fin de la ocupación militar israelí de sus territorios, con un Estado palestino, nunca venceremos a Hamás. En 5 o 10 años se habrá rearmado otra vez”.
Así reflexiona este ex alto miliar judío que rechaza el fundamentalismo de factura religiosa de la generalidad de los gobiernos israelíes. Él expresa la esencia del concepto “hebreo no hebreo” utilizado por Isaac Deutscher, para definir aquellos judíos: Freud, Einstein, Fromm, Trostky, entre otros que, cosmopolitas, rechazaron el anacronismo ultranacionalista y racista de la cultura sionista. En medio oriente la paz será imposible mientras la política de Israel la diseñe la ultraderecha política/religiosa y los regímenes de los países árabes se asienten en el islam político en general represivo y particularmente opresivo contra las mujeres y, como dice Amin Maalouf, con ese lastre que significa no crear instituciones estables y relativamente laicas. No calcadas de Occidente, pero estables.
Tampoco con la existencia de tanta miseria, desigualdades e intolerancia, además de las sistemáticas matanzas y abusos de Israel contra los palestinos y el holocausto en que ha convertido la franja de Gaza, donde viven en condición de refugio/gueto 2,047,969 personas hacinadas en solo 360/km² y constantemente abusadas por el ejército israelí. Son cuestiones que deben meditarse seriamente para situar la solidaridad con Palestina y el mundo árabe en una perspectiva de clases, e igualmente para que cuando se condene la ultraderecha sionista, que de Gaza ha hecho un holocausto, esta no se confunda con el pueblo israelí y para evitar la ceguera de apoyar los inicuos cálculos de las grandes potencias.