Recuerdo que cuando niño, allá por los años 60, participábamos de conversaciones en las que intentábamos imaginar el futuro. Normalmente hablábamos de autos voladores, naves espaciales, computadoras, robots y teléfonos que transmitían tanto imagen como voz. A veces he sorprendido a amigos haciéndoles esa misma pregunta y curiosamente, siguen respondiendo lo mismo, sin darse cuenta de que ya no es el futuro sino el presente. Todo eso lo estamos ya viendo, aunque evidentemente está en proceso de perfeccionamiento y en algunos casos, no ha logrado imponerse en la ecuación costo-beneficio.
Ciertamente resulta muy difícil imaginar el futuro lejano, pero es una motivación válida, porque normalmente si sabemos dónde vamos, podemos disponernos mejor para ese viaje. Reconozco que nuestro futuro distante es extremadamente incierto, ya que el mundo que conocimos en el siglo pasado, resulta muy diferente al que conocemos hoy en día por los constantes cambios que estamos viviendo. Pero algunas posibilidades futuras que normalmente consideramos son: el desarrollo tecnológico, ciudades inteligentes, nuevo humanismo, cambio climático, colonización espacial, variaciones en la biodiversidad y mayor control de los fenómenos naturales (enfermedades, envejecimiento y desastres).
Resulta sorprendente que con los adelantos modernos que ha alcanzado nuestra civilización, todavía existan poblaciones afectadas por el hambre. Terrenos inmensos que son capaces de generar alimentos no están siendo aprovechados, pese a que tenemos mejor capacidad de producción de alimentos, comunicación con cualquier parte del mundo y grandes facilidades de transporte.
Se ha hablado de colonizar otros planetas, pero si estamos deteriorando el excelente hábitat en que nos encontramos, ¿cómo podremos convertir un planeta inhóspito en un jardín lleno de vida?
Luce probable que lleguemos a utilizar un lenguaje universal, después de todo, cada vez interactuamos más con personas de cualquier parte del mundo y por nuestra gran comunicación actual, sería razonable que tengamos costumbres y normas similares, además de un lenguaje común.
Pienso que creencias religiosas que me lleven a pensar que soy mejor que los demás, porque soy el elegido o preferido de Dios, o que los países no cristianos se van a condenar, tendrían que evolucionar a comprender que todos somos hermanos y que, tal vez mi conocimiento de Dios no es absoluto.
La IA seguirá desarrollándose, siendo una buena excusa para los que no quieren pensar y un poderoso instrumento para los pensadores.
Cuando imaginamos alguna especie de Gobierno Mundial, a veces lo vemos como una utopía, un lugar maravilloso donde se viva una vida armoniosa o quizás imaginemos una distopía o una sociedad donde habría una dictadura mundial, tal vez regida por la misma IA que creamos. Y también podríamos pensar en sistemas híbridos, donde coexistan poblaciones capaces de adaptarse al orden y la armonía, con poblaciones separadas de quienes les encanta no someterse a reglas, que obviamente serían colectivos no sostenibles, ya que seguramente los inadaptados siempre podrían existir. No obstante, se muestra evidente que cada vez será más difícil la existencia de grupos aislados. Eventualmente veríamos el desarrollo de una ingeniería planetaria.
Se espera que tendremos una interfase cerebro-máquina, cada vez más estrecha, así como la posibilidad de implantes neuronales, facilitando el aprendizaje y nuestra funcionabilidad.
Se ha planteado que podríamos ser casi eternos, logrando técnicas de rejuvenecimiento celular, cultivo y producción de órganos humanos, modificaciones genéticas según demanda, biosintéticos, lo que, sumado al control del medio ambiente, prolongaría la vida de manera bastante indefinida. Pero olvidamos que la misma tecnología que desarrollamos para extender la vida, la empleamos para matar o destruir, con fines de lograr ventaja sobre los demás, por lo que nosotros mismos podríamos impedir que se alcance la longevidad.
El desarrollo tecnológico no necesariamente se acompaña de desarrollo moral y humanista, y pese a que el mundo podría ser un paraíso, si no controlamos la bestia que llevamos dentro, nosotros mismos convertiríamos el paraíso en un infierno, por lo que el futuro es prometedor, solamente en la medida en que podamos dominar nuestro egoísmo.
En caso de que podamos ser tolerantes con las culturas diferentes a la nuestra, tal vez estaríamos mejor capacitados para relacionarnos con civilizaciones extraterrestres en caso de un encuentro.
Actualmente parece que solo nos interesa el desarrollo exterior y nos olvidamos de nuestro mundo interior, pero cabe la posibilidad de que podamos tomar consciencia de ese peligroso y lamentable desequilibrio.
Casi todas las religiones y creencias de la Tierra anuncian que el que tenga la posibilidad de evolucionar tendrá mejores opciones, cuando llegue el momento preciso, y se anuncian fenómenos que, de forma inteligente y extraordinaria, se habrán de manifestar para restablecer el orden, generando una distribución justa de consecuencias de nuestros actos. Todo parece indicar que siempre ha existido una fuerza que actúa de forma inteligente dirigiendo las macrotendencias del Universo, y no parece haber muerto, y se nos ha insistido en que lo que veremos superará nuestras expectativas. Tanto la Fe como la Ciencia nos señalan que solamente tendremos futuro si logramos elevar nuestro nivel de consciencia o ser mejores personas.
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