El aprendizaje que la tormenta Melissa nos deja es que debe archivarse para eventos futuros de igual naturaleza. Se trata de una experiencia que toca muchas áreas: gobierno, sector empresarial, instituciones predictoras del tiempo, entidades de emergencias y población.
Melissa fue un fenómeno hidrometeorológico poco común desde el punto de vista de su nacimiento, desarrollo y desplazamiento; más de cinco días duró el evento, alimentándose de las condiciones que encontraban a su paso en las aguas del mar caribe.
Se trata de un evento que activa desde tempranas horas al Consejo Nacional de Prevención, Mitigación y Respuesta ante Desastres (CPMR), instancia que es parte del sistema nacional de gestión de riesgos.
El Consejo de PMR, presidido por el señor presidente Abinader, como establece el Artículo 7 del párrafo 1 de la Ley 147-02, hizo gala de una rectoría orientadora bien planificada y coordinada eficientemente; acciones que hicieron posible, desde la casa de palacio presidencial, proteger a la población y medios de vida.
El Consejo Nacional de PMR, es la instancia rectora encargada de orientar, dirigir, planificar y coordinar todo el sistema nacional de emergencias. Igual tiene otras atribuciones, por ejemplo, aprobar políticas y conocer planes provinciales, regionales y nacional para la gestión del riesgo de desastres.
Durante la tormenta Melissa, vimos a un presidente empoderado, asumiendo con entrega un rol decidido, con espíritu de consenso para las decisiones. Basta con mirar los daños y las muertes que Melissa ha dejado en Haití, Jamaica y Cuba, convertida en huracán categoría 5 en nuestras narices, para entender lo necesarias de las medidas
Cada acción, desde colores de alertas y llamado de restricciones, fueron debidamente conversados y consensuados; desde nuestro punto de vista, la experiencia es un excelente ejercicio de anticipación a una tormenta que, en esta oportunidad y para el caso de RD, nos deja lamentablemente 2 fallecidos y un impacto sustancial en los medios de producción.
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