Debería decir lo habitual: que soy amigo de Ramón E. Colombo desde hace mil años. Que lo leo. Que aunque lo he bloqueado de mi gmail porque no puedo leerlo todos los días, lo sigo leyendo en Acento todos los días.
Debí recordar mi último cuento que le hice al propio Colombo al verlo en el Palacio de Telecomunicaciones, cuando le pusieron el nombre de René del Risco Bermúdez al viejo edificio de la Católica: "Oh, Ramón Emilio, ¿cómo estás aquí? ¿Ya te permiten salir de tu cripta en el Museo de la Resistencia?" Ojo: a Ramón Emilio mi chiste no le produjo ninguna gracia, así que siguió rumbo a la zona del cocktail.
Puedes estar o no de acuerdo, pero los minutos de Colombo son toda una institución, botellas al mar, papelitos de "S.O.S" metidos en esas botellas con los que una generación de viejos izquierdistas todavía insisten en el tema de trincheras, dignidad y el grito obligatorio de "NO ME QUIERO JUBILAR".
Pero a veces a Colombo se le va la mano. O muchas veces últimamente. A veces obvio ese "la botó Colombo", porque todos tendremos derecho al pensamiento diferente, etc., pero hay un punto en el que te dices: "basta".
Y hoy me llegó ese "te tostaste". Ya solo el título es terrible para una persona como nuestro clásico minutero: "Haitianos mal agradecidos… lo que hacemos por los haitianos".
Creo que a Angelo y su Antigua Orden le hará gracia ese texto. Les dará municiones para seguir fomentando el micro, el macro, y todos los grados imaginables de racismo, ese que puede ir desde una simple mofa en un colmado mientras se pide un King Label o dos panes "sobaos", hasta el mismísimo que te puede impulsar a jalar un machete o sacar hasta una bazuka.
Sí, te tostaste, inefable Ramón Emilio. Es terrible eso. Son tantos los años compartiendo tantas verdades para ahora hacerte el simpático con oscuros funcionarios Camioneros, Interior-Policíacos y demás yerbas.
Querido Mambrú: ¡qué dolor, qué dolor, qué pena!
*** En su minuto Colombo se pone la guayabera puntacanesca y pone a los dominicanos como seres angelicales ante los cuales infelices haitianos deberían estar casi brincando, como feligreses rabacucus:
"¿Sabe alguien si alguna vez el Gobierno haitiano ha agradecido lo que hacemos por los haitianos en nuestros hospitales? ¿Alguien sabe si ha agradecido, ayer o más tarde, que sus jóvenes sean acogidos en nuestras universidades? ¿Quién recuerda si los gobernantes haitianos, o cualquier organización no gubernamental, han agradecido lo que hemos hecho para resarcir los daños causados por sus desgracias naturales? Voy más lejos: ¿Han agradecido alguna vez que la República Dominicana sea la más grande fuente de trabajo de su pueblo, a costa de los dominicanos desempleados? (Dudo que alguien lo sepa)." Hasta aquí el patético minuto de Ramón E. Colombo.
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