El Club Deportivo Naco ha sido, por décadas, un símbolo de integración familiar, recreación sana, formación deportiva y crecimiento cultural. Un refugio social que ha permitido a sus socios, muchos de ellos miembros de clase media y profesionales comprometidos con el país, contar con un espacio digno, sin el costo elevado de restaurantes, bares y centros privados de entretenimiento.
Por eso resulta preocupante la dirección que ha tomado la actual administración del Club. Si bien es justo reconocer que se están realizando más actividades y mejoras estructurales que en gestiones anteriores, no se puede aceptar que la única vía para lograrlas sea aumentar las cuotas mensuales, y encarecer los servicios internos, como alimentos y bebidas, mientras se reducen los beneficios esenciales, como la cantidad de invitados permitidos.
Ya son dos aumentos de cuota en una misma administración, sumados al alza de precios en productos y servicios que los propios socios consumen dentro del club que sostienen con su membresía. ¿Cuál es el mensaje? ¿Qué se nos está ofreciendo a cambio de pagar más y recibir menos?
El Club Naco no puede seguir el camino de convertirse en un negocio cerrado donde cada proyecto de remodelación o cada mejora implique directamente cargar al socio con más gastos. Para eso está la administración, para gestionar, planificar, optimizar recursos, buscar alianzas estratégicas y ejercer un liderazgo basado en la eficiencia, la honestidad y la transparencia.
De continuar esta ruta, el riesgo es claro, el socio se desencanta, se siente usado más que valorado, y poco a poco empieza a comparar su club con cualquier establecimiento privado que le cobra por entrar, por consumir y por cada actividad adicional. Y ese no fue el espíritu con que se fundó el Club Deportivo Naco.
Los clubes sociales deben ser espacios que apalíen el alto costo de la vida, no que lo repliquen. Deben seguir siendo una alternativa digna, no una carga. No se trata de detener los cambios, sino de cambiar la forma en que se gestionan.
Invitamos a la directiva actual a reflexionar, a escuchar a la membresía y a volver al principio, este club no es una empresa con clientes, es una comunidad con socios. Y los socios merecen respeto, participación, claridad y una administración verdaderamente capaz.
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