El urbanismo del Gran Santo Domingo actual es enorme, caótico, indescifrable y, a pesar de las mejores intenciones, todavía con un tráfico difícil. Conocer cómo llegamos hasta ahí puede resultar interesante. Aunque cueste creerlo, pasaron más de veinte generaciones de antes de llegar a la dimensión actual.

Nuestra vocación de compartir el conocimiento sobre la ciudad se ha concentrado en la zona intramuros de la Ciudad Colonial, que, en justicia durante varios siglos fue la única considerada parte integral de la capital.  En el momento actual, tenemos muchas historias sobre sus primeros cincuenta años y sobre sus últimos cien. Con relación al intermedio entre estos dos períodos existe un vacío significativo, en paralelo con el mismo despoblado que atravesaba la capital.

Las historias que estamos haciendo vuelven más atractivo el kilómetro cuadrado de construcciones comprendidas en la Ciudad Colonial. Primero vinieron los libros de texto y  de fotos, dentro de los que se destacan los de Erwin Walter Palm, Joaquín Balaguer y Marcio Veloz Maggiolo.

En los últimos años han llegado las actividades para dominicanos y extranjeros destinadas a conferirle un aspecto experimental a estos conocimientos: vivir a través del cuerpo el conocimiento sobre la historia o darle más profundidad a lo que se observa mientras se camina.  Desde hace varios años, Kin Sánchez, residente en este recinto, organiza trayectos guiados que permiten conferirle más significado a estos lugares.

También se están desarrollando iniciativas temáticas.  Por ejemplo, el fin de semana pasado, se celebró el festival Mar de Palabras que acogió escritores y una cantidad de público interesado que sobrepasó todas las expectativas y donde se le concedió espacio de reflexión a la condición geográfica de estos lectores y escritores.

Para celebrar el espacio físico compartido, ayer tuvo lugar un concierto celebrando el aniversario del remozamiento del Museo de la Catedral y desde hace unos meses, cada quince días, el Centro Cultural Taíno Casa del Cordón celebra conversatorios relacionados con su edificación y las colecciones que alberga.

Mañana sábado tendrá lugar una actividad similar:  la marcha recorriendo la “Ruta de las sufragistas” que visita en una especie de procesión secular los lugares que acogieron el proceso de voto de las dominicanas desde la casa natal de Abigaíl Mejía hasta las mesas que registraron por primera vez la capacidad electiva de ciudadanas.  En efecto, Abigaíl Mejía nació en un lugar privilegiado: frente a la Catedral y, aunque no llegó a ejercer el voto, fue la principal propulsora de la participación de las mujeres en estos escrutinios. Esto lo logró a través de reunir mujeres con sensibilidad similar en el Club Nosotras (en un local ubicado en la intersección de las calles Isabel la Católica y el Conde), de concientizar a hombres y mujeres con investigaciones, piezas de opinión y manifiestos redactados en su residencia del número 7 de la calle Salomé Ureña.  Falleció en el año 1941 y menos de doce meses después, sus seguidoras de la “Acción Feminista Dominicana” (ubicado en la misma calle de la residencia final de Abigaíl) pudieron celebrar la participación de ellas y todas las que quisieron en las primeras elecciones dominicanos que reconocieron la participación de la mujer.

Todas estas iniciativas estrechan y hacen más profunda nuestra relación con el entorno. Podemos pensar en ir extendiéndolas hasta el crecimiento industrial (parte norte de la Máximo Gómez, zona de Herrera), comercial (polígono central), habitacional (Millón, Cacicazgos) y administrativo (Centro de los Héroes). Geografía aplicada.

Jeanne Marion Landais

psicóloga y escritora

Jeanne Marion-Landais cuenta con una experiencia profesional importante en el mundo financiero y diplomático. Ha vivido en Estados Unidos, Francia y República Dominicana y su mirada al mundo está permeada por sus vivencias en estos países. A título voluntario colabora desde el 2014 con El Arca, asociación en torno a la discapacidad intelectual. Es madre de dos hijos.

Ver más