Mucho más demandante que ser jefe militar del Palacio Nacional; mucho más riesgoso que perseguir guerrillas en las más altas montañas del Caribe; más riesgoso que caer en paracaídas sobre un territorio enemigo; más temerario que retar militarmente a los Estados Unidos; más mortal que emular la hazaña patriótica de Francisco Caamaño…Nada de eso se compara con prevenir, armas en todas las manos, una invasión de doce millones de haitianos y una ofensiva en la retaguardia de más de un millón de sus paisanos residentes de este lado (por lo que, sin duda, ser comandante del Cesfront es lo menos envidiable en nuestras Fuerzas Armadas).