26/09/2025
Lic. Amaury Pérez
Médico Psiquiatra, Acento.com.do
Centro de estudios 14 de junio
Santo Domingo
Apreciado Amaury:
Hace tiempo me nutro y admiro tus publicaciones, enseñando y documentando las gestas patrióticas que se iniciaron el 14 de junio de 1949 y se extendieron, de múltiples maneras, hasta la caída de la dictadura y primeros tiempos democráticos. Una encomiable labor histórica al servicio de nuestro pueblo que, en su persistente amnesia, olvida la relevancia del pasado.
Dado que ustedes buscan y se atienen a los hechos históricos, es mi deber como ciudadano e hijo de Segundo Manuel Imbert Barrera, aclarar y documentar un error contenido en la reproducción de un artículo de 1962 del Listín Diario; publicada el pasado viernes en Acento Digital bajo el título “Gesta de Luperón 1949”.
El Mayor Segundo Manuel Imbert Barrera no comandaba el ejército en Puerto Plata a la llegada de los expedicionarios; mucho menos ametralló la casa de su pariente y coconspirador Fernando Espignolio, como afirma el recuento histórico del Listín Diario.
Obtenido cada detalle de la invasión-a través de la hábil y sostenida infiltración en el Movimiento Interno del Capitán Jorge Estévez- tiempo antes del desembarco, el tirano y sus mandos militares sospechaban de la participación del Mayor Segundo Imbert Barrera (encargado de facilitar la entrada de armas por el puerto y por el ferrocarril de Puerto Plata).
Dieciséis meses antes del desembarco mi padre recibió la orden de traslado a la Segunda Brigada con asiento en Santiago (16 de febrero de 1948). A ese traslado siguieron cuatro más terminando en Pedernales. Para el 22 de septiembre del 1949 fue cancelado como miembro del ejército nacional.
Durante la invasión, otro militar comandaba las tropas en Puerto Plata. (Adjunto el documento de la jefatura de estado mayor detallando cada traslado, al igual que su cancelación).
Lo descrito en el artículo original es una consecuencia de la desinformación sistemática diseñada por el trujillismo sobreviviente. Con inteligencia y éxito, luego del ajusticiamiento del sátrapa, sus fieles se dedicaron a desacreditar héroes, redimir esbirros, y glorificar al propio dictador. Esa desinformación histórica, de ninguna manera inocente, todavía hoy confunde a los dominicanos.
Mantuvieron a sus peores ejecutores y torturadores impunes, prósperos, y aceptados por el colectivo. Nos hicieron convivir- aprovechando la apatía ciudadana- con mansos y cimarrones; corruptos y honrados; fieles y desafectos. Consiguieron que bailáramos pegao el mismo merengue y nos sentáramos en la misma mesa; supieron entrenarnos para no sentir pelos en el sancocho.
El resultado de ese adiestramiento en la tolerancia, distinguido amigo, es el que hoy seamos una sociedad llena de “elefantes blancos”, ocultamientos, tumbas blanqueadas, y proclives a la indiferencia.
Con admiración a vuestra familia y a la labor histórica que realizan me despido.
Afectos
Dr. Segundo Imbert Brugal
El documento anexo a esta carta:
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