Tras años de reclamos, traspiés con la adjudicación y el diseño y pugna local sobre el trazado al norte o al sur del municipio, el presidente Luis Abinader ha inaugurado a media mañana del jueves 14 de agosto la circunvalación de Baní, capital de la provincia Peravia, una obra de 19.5 kilómetros y 17 puentes, a un costo de 7,500 millones de pesos.
Oportuno y plausible aporte en favor de los intereses colectivos.
Pero esa solución vial, como la circunvalación de Azua inaugurada el miércoles 15 de febrero de 2023, (13 Km y 12 puentes, a un costo de RD$5,000 millones), sólo aliviará el dolor cronificado de los sureños.
Hace rato que la región le quedó muy grande a la carretera y demanda mínimo una autovía Baní-Pedernales y resolver el “matadero” representado por la carretera “6 de Noviembre”, entre Santo Domingo y San Cristóbal. Más ahora con el impulso del proyecto de desarrollo turístico en Pedernales, que ha aumentado el flujo vehicular hacia este destino, en la frontera con Haití. Así que dos carriles con doble vía, como tortura Azua-Pedernales, es un peligro público que se agrava con las horas.
Lo atestiguo porque vengo del recodo del suroeste, donde termina o comienza el mapa de RD, Pedernales, y sé de viacrucis en carretera larga, angosta y de alto riesgo, y de trancones insufribles que, amén de las importantes circunvalaciones señaladas, duran horas ante la más elemental eventualidad y largos feriados.
Muestras de puntos críticos son “El derrumbao” (Monumento a la desidia oficial), en La Ciénaga; San Rafael-Los Patos (Tramo Barahona-Enriquillo, de 49 kilómetros, 12 años en construcción y no se ve el final) y el tramo Azua-Baní (52 kilómetros).
Una luz se ve a lejos, sin embargo, con la intervención sin precedentes del pedazo de 74 kilómetros entre los municipios Enriquillo (Barahona) y Pedernales (capital de la provincia del mismo nombre. Y el mandatario debe de velar para que no se apague.
Según el Gobierno, en esa vía se eliminarán 74 curvas peligrosas (prácticamente todas) y será ampliada con el objetivo de acortar tiempo de viaje y disminuir riesgo de siniestralidad. Mejor no podía ser el anuncio. Pero, por causas gubernamentales no explicadas, dispersión comunitaria y silencio del liderazgo local, muy diferente a Baní, el proceso constructivo va a velocidad de oso perezoso. Cuatro años de subibaja e incertidumbre, pese a que se trata de la única vía interprovincial disponible.
Como el aeropuerto internacional se construye en el trayecto (Paraje Tres Charcos, Oviedo), entonces, el letargo en la construcción de la carretera debería ser aprovechado por el presidente Abinader para ordenar -si no lo ha hecho ya- que esa infraestructura cuente con un muro New Jersey (barrera de seguridad en hormigón en el centro) que sirva para aminorar riesgos de choques frontales por rebases temerarios y altas velocidades. De lo contrario, preparémonos para ver allí sangre humana a mares.
Terreno hay en toda la ruta para lograr una solución segura y a tono con la alta demanda esperada en el corto plazo, prevista hasta por los ciegos. No hay excusas para justificar dos carriles con doble vía, una especie de trillo o camino vecinal posmoderno.
La coyuntura favorece para dejar una obra memorable. El presidente Abinader ha reiterado desde los primeros días de su primer cuatrienio (Desde el 16 de agosto 2020) que la construcción del destino turístico Pedernales es la obra cumbre de su sueño… y de su gobierno.
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