Aysata es uno de los nombres más comunes de Senegal. De origen wolof, puede ser traducido como "belleza" o "la hermosa". En las regiones de América donde hubo comercio de esclavos, los nombres con el que eran identificados en sus culturas de origen se perdían y eran declarados con nombres castellanos, en la mayoría de los casos portaban también el apellido de sus primeros amos.
Usualmente, estos nombres eran asignados por el mismo sacerdote que los bautizaba, fueran adultos o párvulos. El sacerdote jesuita José Luis Sáez en su Libro de Bautismos de esclavos (1636-1670) afirma que: “Todos los nombres impuestos en el bautismo están exclusivamente sacados del santoral católico, y demuestran ya una notable variedad. Algunos, sin embargo, son más frecuentes, como Diego, Domingo, Juan, Francisco, Joaquín, Jerónimo, Catalina, Felicita, Clara, Petronila, Tomasina y sobre todo María.”[1]
Es por esto que resulta tan llamativo que, en San Cristóbal, provincia del territorio dominicano con mayor número de ingenios coloniales, se encuentre registro de una persona que lo porte. Según el acta de matrimonio que se observa en la imagen: en la parroquia de San Cristóbal a los 2 días del mes de diciembre del año 1843, el sacerdote Jesús Ayala casa a los señores Antonio Sepero, africano, hijo legítimo de Aysata y Domingo con Altagracia viuda de José Parreño.
Por medio a las informaciones del acta matrimonial, entendemos que los padres fueron esclavos y que el término africano, en este caso, podría referirse a que es hijo de dos africanos, pues resulta improbable, aunque no imposible, que el joven Domingo haya nacido en África. Domingo posee un apellido que podría asociarse con los esclavizados de casta Sape o Zape, forma de identificar al grupo étnico de África occidental cuyo lugar de procedencia se extiende desde Senegal en el norte, hasta Sierra Leona en el sur.
Mientras que su esposa Altagracia, consta como viuda Parreño, un apellido al que le hemos dedicado un artículo anterior, señalando la relación de sus portadores con los últimos ciudadanos esclavizados en la provincia de San Cristóbal. Aysata por su parte, podría haber nacido en la primera década del 1800 o finales del 1700 y sin duda, también se encuentra en la lista de los últimos esclavizados del país.
En el marco de los hechos históricos, quedan por responder las siguientes preguntas: ¿cómo se realizó el cambio de apellidos con una evidente connotación étnica como los Carabalí, Zape, Jelofe, Congo, Pular y Mina a otros legalmente permitidos? ¿El cambio fue abrupto a partir de la abolición de la esclavitud? ¿Los mecanismos fueron homogéneos o dependía del criterio de quienes registraban los actos civiles y eclesiásticos? ¿En su sustitución se usaba el apellido del cónyuge o se escogía otro apellido al azar?
Y en el marco de la historia romantizada, ¿cuáles factores personales o coyunturales habrían incidido para que una mujer entre miles, lograra mantener y dejar constancia de su nombre africano?
Durante un lapso de tiempo importante en la época colonial, los Jelofe fueron considerados peligrosos, instigadores y rebeldes, esto debido a la revuelta del ingenio Boca de Nigua de 1796 en el que los sublevados pertenecían mayoritariamente a dicha etnia, de modo que es definitivamente emblemático que uno de los pocos nombres de origen africano que haya transcendido en los documentos oficiales sea precisamente uno en lengua Wolof.
[1] Sáez, José Luis, Libro de Bautismos de esclavos (1636-1670), Archivo General de la Nación, Santo Domingo, 2008.
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