Yo le pido Unicornio Azul de Silvio y tú Yolanda de Pablo Milanés. ¿Tú crees, Roberto, que el locutor las pondrás ambas? -preguntó Maritza-. Tú pídela con tu más sensual y amorosa voz de mujer para convencer al locutor de turno.

Por suerte ellos saben que el régimen no quiere que esos dos cantantes comunistas sean escuchados por la juventud dominicana, pero están dispuestos a difundir sus canciones si los oyentes las solicitan.

Ese era parte del pretexto que muchos locutores, directores musicales, jefes de programación y directores administrativos de diversas estaciones radiales del país esgrimían cuando los dueños de las mismas les reclamaban la colocación reiterada de temas de los más emblemáticos cantantes de la nueva trova latinoamericana.

Realmente no todos, pero un buen número de locutores entre veteranos y jóvenes apoyaban la postura política que diversos grupos contrarios a los regímenes impuestos en el país desde el año 1966, mantenían en ciudades, municipios y barrios de casi toda la geografía nacional.

La ciudad de Santo Domingo se había convertido en el epicentro de manifestaciones políticas constantes. Eran habituales los mítines, las marchas y los micromitines espontáneos en esquinas claves de la ciudad colonial, en los sectores de San Carlos, Villa Francisca, Ensanche Luperon, Mejoramiento Social, Villa Juana, con la expresa intención de que la sociedad dominicana mantuviera muy presente luchar por su independencia política, cultural y económica.

De todos los espacios políticamente activos sobresalían dos entre los años 70 y 80: La Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), y el Liceo Juan Pablo Duarte. En ambos escenarios los enfrentamientos eran constantes con las fuerzas represivas del régimen de turno.

La juventud de ese tiempo tenía serias dificultades económicas para estudiar, comer, mantenerse junto a sus familiares y aportar con alguna labor retribuida al sustento de todos. La solución a esas preocupaciones naturales de todo ser humano encontraba respuesta en la voz de amigos, familiares, vecinos, y hasta del novio y la novia, cuando le sugerían matricularse a realizar sus estudios profesionales en la universidad del pueblo y del continente.

A ese espacio libre en America, llegaban jóvenes de todos los rincones del país con sus diplomas de bachiller, dispuestos a comenzar la carrera que cambiaría para siempre su estado de vida y el de sus humildes familias.

Al convivir tantos seres humanos de caracteres diversos, la interacción cultural, social, cultural y educativa era de enormes proporciones en el centro de estudios del país.
No todo era bueno, tampoco era malo en el campus de la primada de America en los años en que la nueva trova llegó al país para quedarse para siempre en nuestras casas, en nuestras conciencias y en nuestros corazones.

Los altavoces instalados por los grupos estudiantiles en cada Facultad iniciaban bien temprano el día difundiendo canciones de Carlos Puebla y Los Tradicionales, Polito Ibáñez, León Ciego, Santiago Feliu, Violeta Parra, Mercedes Sosa, Inti Illimani, Quilapapayún, Víctor Jara, Isabel Parra, Sonia Silvestre, Danny Rivera, Víctor Manuel, Guadalupe Trigo, Los Guaraguaos, Ana Belén, Pi de la Serra, Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez, Ramón Leonardo, Pablo Milanés, entre otros intérpretes de indiscutible calidad.

La melancolía y la congoja nos seguía a todas partes, y se daban ocasionalmente los encuentros festivos al estilo compañeros de infortunios. La camaradería era horizontal y requería la colaboración material de todos los presentes.

Es posible que el patio, la sala, el balcón o la azotea de la casa de uno de los padres de nuestros colegas de estudios universitarios fuera la morada que acogiera aquella cofradía que bajo el influjo de algunos tragos bien medidos, canciones previamente seleccionadas y los coros a toda voz, constituyeran nuestra mayor diversión en uno o dos meses de una bien sufrida vida universitaria.

Roberto, llamemos a otra estación radial que también complazca nuestros gustos musicales, inquiere Maritza, su novia. ¿Qué te parece si solicito Amo Esta Isla de Pablo?
Muy bien, contesta Roberto, y acota: excelente iniciativa.
¿Qué tal si pido al locutor me coloque una de Silvio, por ejemplo: Te doy una canción?
Excelente selección musical Roberto expresa ella.
Amor, esos son dos hits musicales que orientan de manera sentimental a la sociedad dominicana, de manera que no piensen que los poetas de la nueva trova sólo son capaces de crear canciones contestatarias, aunque muy bien realizadas.
Esperemos pacientemente nuestro turno, cariño.

En la entrega no. 3, más vivencias de la nueva trova a la dominicana.

Agustín Cortés

Cineasta

Agustín Cortés Robles, nace en Santo Domingo, Capital de la República Dominicana el 23 de julio de 1957. Se graduó de Cineasta el 28 de octubre de 1983 en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, formando parte de la primera promoción universitaria de cineastas del país. Posee una maestría y una especialidad en Educación Superior (2003-2005) de la misma Alma Mater. Es miembro fundador del Colectivo Cultural ¨Generación 80¨ del país. Ocupó la Dirección de la Escuela de Cine, Televisión y Fotografía de la Facultad de Artes (UASD), durante dos periodos: 2008-2011 y 2011-2014. En esa unidad docente, además de Director, fue coordinador de las cátedras Teoría e Investigación Cinematográfica y Técnica Cinematográfica. Actualmente es profesor jubilado de la indicada Institución de Educación Superior.

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