Y se pierda y se olvide y ya no signifique nada para ti o para mí, o para nadie. Déjame aprovechar que aún estoy vivo y derramar como el látigo mis últimos latidos.
En verdad son más quejidos que soberbias vanas al aire. Cuánto he pasado, cuánto he vivido. Cuánto tiempo perdido en absurdas ilusiones y sueños dormidos.
¿Qué tanto sirve una vida cuando hay tantas más al galope? Cuando se abre a trocha un camino y los pasos marcan pisadas que se irán deshaciendo al calor del viento.
Antes que esto se acabe y la última mirada quede donde nunca imaginé que quedaría, en una extraña habitación que es de todos, quiero volver al aire una vez más donde jugábamos en la pradera, abrazados en olor de yerbas y flores silvestres ignoradas.
Quiero volver a lo simple, a los pies mojados por el lodo y los cadillos aferrados a mis piernas. A tomar las guayabas de los árboles mientras el silencio nos hablaba en las espaldas.
Bañar mi cuerpo desnudo en las lagunas ocres que dejaba el aguacero y beber la tierra empapada de gusanos.
Antes que todo termine y se haga transparente, quiero volver al pasado y mirarlo nuevamente. Quiero ver mis rostros y mis gestos desde una distancia prudente y escuchar mis palabras pronunciadas e inocentes.
Reírme de mí mismo y de todos los errores y aventuras cometidos desde la más pura inocencia e ingenua rebeldía. Quiero ver lo que era y lo que fueron las calles y los amigos.
Antes de que me convierta en luz y regrese, quiero volver a ver a todos mis muertos vivos. Escuchar sus voces y ver sus miradas posadas en mí para sentir de nuevo esas caricias sinceras como una luz cálida que nos toca sutilmente.
Sí, antes de que esto se acabe, quiero volver al principio y mirarlo todo como una película donde yo, sentado en el cine, me ría, me llore, me grite y me celebre a mí mismo el regalo de haber vivido y de conocerte a ti que has navegado esta aventura conmigo. ¡Salud! Mínimo Acabero
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