La izquierda revolucionaria tiene la obligación de concentrar todos sus esfuerzos en la creación de una opción política y electoral que pueda unificar a amplios y muy diversos sectores de la sociedad dominicana. Con el propósito de impedir el dispendio y sustracción de los recursos del Estado dominicano, la infiltración del narcotráfico, el lavado de activos en los asuntos estatales y actividades políticas y la destrucción y saqueo de nuestras riquezas naturales. No obstante, a pesar de tener posiciones divergentes en torno a la situación nacional y el proceso electoral, no es recomendable continuar por ese derrotero incierto pactando, en las elecciones, con los partidos corruptos e insistir con una abstención improductiva.
La derecha tiene tiempo orquestando su maquinaria mafiosa y corrupta; unos para permanecer en el gobierno y otros para retomarlo. Ellos, los corruptos, son los que se benefician, política y electoralmente, de las luchas populares y sociales de nuestras comunidades. No es posible desaprovechar la oportunidad, ahora que están juntos, de empezar a construir una opción de poder democrático para vencer, en la democracia representativa, a los políticos deshonestos. Entender de manera objetiva el contexto actual es la clave. No confundir los deseos incontrolables con la realidad es la cuestión. Vamos por un “gobierno nuevo”, como se escucha, sin apellidos. Es la única forma de mantener el ritmo sin “cruzarse”.
La democracia representativa, régimen de gobierno del sistema capitalista, en términos ideológicos, políticos, económicos y sociales, simboliza una dictadura de una clase social sobre otra: la burguesía con relación al proletariado. Conceptual y materialmente, así lo documenta la historia de la humanidad. En la actualidad, es el modelo de gobernanza en que cada cuatro años se celebran elecciones, en nuestro país, para elegir a sus autoridades constitucionales.
La izquierda tiene dos caminos para llegar al poder político y transformar de raíz las estructuras estatales: pacífica o violenta. Todo depende de las condiciones favorables o desfavorables de la realidad objetiva. Y de las metas trazadas para alcanzarla a corto, mediano y largo plazo. Es muy conveniente tener presentes las posiciones de las piezas del ajedrez en el tablero internacional. Los revolucionarios de la región han preferido participar en la democracia representativa, sin olvidar el cambio estructural, para avanzar y acumular fuerza y dar el gran salto hacia una nueva sociedad.
La posición política pacífica, por el momento, es lo recomendable. Una decisión sensata, prudente y correcta; de pacífica tiene muy ‘poca cosa’, porque la dictadura burguesa muestra un panorama caracterizado por las desigualdades, iniquidades e irregularidades que deterioran el contexto que contemplan las leyes constitucionales y electorales. A pesar de todo, la táctica coyuntural, democrática y progresista, de la izquierda en América Latina y el Caribe ha producido resultados sobresalientes, propinando derrotas electorales significativos a la derecha y ultraderecha.
Participar en la democracia tiene sus riesgos mortales, de caer como una guayaba podrida. La lucha ideológica es feroz y constante. Ni pierde ni un segundo en sus certeros golpes para doblegar a los revolucionarios. No son uno ni dos los que han sucumbido. Pero también han sido asesinados cobardemente hombres y mujeres de nuestra izquierda. En ambos escenarios, nuestros héroes y mártires son recordados siempre con la lealtad y el agradecimiento eterno; los otros, “muertos en vida”, que solo los consuela las bondades del capital. Porque el capitalismo es implacable en la lucha contra la izquierda revolucionaria. Cuídense de no quedar atrapados en la maraña del capital social.
Por el momento, el desafío está planteado de esta manera: se participa en el proceso electoral o se descarta incursionar. Concurrir es lo más sensato, prudente y correcto. Eso sí, alejado de la derecha. Las experiencias históricas y recientes con ese sector son trágicas y desagradables. El asunto es ahora, no después. De lo contrario, el PRM, FUPO Y PLD seguirán acumulando los beneficios, políticos y electorales, del movimiento social y popular, como ocurrió, por ejemplo, con Marcha Verde. El escenario actual es amplio y revelador. El descrédito de los corruptos en el gobierno y fuera de él es evidente.
La población permanece en las calles por sus reivindicaciones y defendiendo nuestros recursos naturales. Es una oportunidad propicia para asumir la propuesta de la creación de una Alternativa Política, Social y Popular, capaz de unir amplios y diversos segmentos de la sociedad y comenzar a “salir de verdad” de este tormento, políticos corruptos, que desestabiliza la tranquilidad de un país que no tiene respiro. ¡Adelante pues!
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