La llegada de Cristóbal Colón a la isla de Santo Domingo el 5 de diciembre de 1492 constituye uno de los acontecimientos más decisivos de la historia del continente. Aunque la enseñanza tradicional insiste en el simbólico 12 de octubre, es realmente a partir del 5 de diciembre, con su llegada al territorio taíno del Cacicazgo de Marién, gobernado por Guacanagaríx, cuando comienza a tomar forma el entramado político, económico, cultural y religioso que transformaría para siempre la historia del mundo. Este día marca el inicio del proceso que, sin duda alguna, abrió las puertas de la Edad Moderna y dio paso a los vínculos entre Europa y América que aún definen nuestra civilización.
Antes de llegar a estas costas, Colón había enfrentado tensiones y meses de incertidumbre atravesando un océano desconocido con un proyecto respaldado por la reina Isabel de Castilla. Al pisar Santo Domingo, encontró una isla fértil, densamente poblada y con una organización social taína que reflejaba siglos de desarrollo cultural. Desde ese primer contacto comenzaron los intercambios, alianzas e intereses que, semanas más tarde, se intensificaron con el encallamiento de la nao Santa María el 24 de diciembre cerca del actual Cabo Haitien, en la zona asociada hoy a Cayo Mariel, suceso que llevó a la construcción del Fuerte La Navidad, la primera edificación española en tierras americanas.
Con su regreso a España, Colón impulsó un segundo viaje mucho más ambicioso. Así nació el 6 de enero de 1494 La Isabela, primer asentamiento europeo permanente en América y centro inicial del proyecto colonial. Este enclave permitió establecer las primeras estructuras de control, repartimientos, actividades agrícolas experimentales, rutas de navegación, administración política y presencia militar que luego se expandieron al resto de la isla y del continente. La efímera existencia de La Isabela no borra su trascendencia: allí se plantaron las bases del orden colonial que daría origen a la primera ciudad europea del Nuevo Mundo, Santo Domingo, fundada pocos años después en la ribera del Ozama.
A partir del desembarco del 5 de diciembre se fueron encadenando hitos que cambiarían para siempre el curso de la historia:
- Primer fuerte construido en América (Fuerte La Navidad).
- Primer asentamiento europeo permanente (La Isabela).
- Primera iglesia levantada en el continente, erigida en La Isabela.
- Primera misa celebrada en tierra firme del Nuevo Mundo.
- Primer cementerio europeo en América.
- Primer ayuntamiento y la primera ciudad europea del continente (Santo Domingo).
- Primeros experimentos agrícolas europeos en tierra americana.
- Primeras estructuras de administración colonial.
- Primer uso sistemático de mano de obra taína bajo el modelo de encomienda.
- Primeras rutas comerciales y militares que conectaron Europa con el Caribe.
Todos estos hitos, que muchas veces no se enseñan o se mencionan de forma tímida, convierten a la isla de Santo Domingo en el verdadero punto de partida del mundo moderno occidental, del mismo modo en que Grecia, Roma o Egipto ocupan su lugar en la memoria europea. Aquí, y no en otro lugar, comenzó el proceso que redefinió las relaciones entre continentes y que transformó para siempre el mapa político, económico y cultural del planeta.
Por todo esto, la fecha del 5 de diciembre de 1492 no solo recuerda el arribo de un navegante, sino el nacimiento de una nueva etapa histórica de alcance universal. En aquellas costas del norte, entre Cabo Haitien y la zona conocida hoy como Cayo Mariel, comenzó uno de los capítulos más trascendentes del encuentro entre Europa y América, cuyas consecuencias aún resuenan en la identidad, la cultura y la memoria histórica de los pueblos que habitan la isla de Santo Domingo y el mundo entero.
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