Desde su regreso a la Casa Blanca, las intenciones de Donald Trump frente al narcotráfico mexicano han sido más agresivas que nunca. La idea de una intervención militar, aunque considerada una "película" por el Gobierno mexicano, ha sido alimentada por propuestas de su gabinete, que incluyen ataques aéreos y asesinatos selectivos. France 24 consultó a expertos en seguridad de ambos lados de la frontera, quienes analizan las estrategias de intervención que se están considerando.
"Los cárteles están librando una guerra contra Estados Unidos, y es hora de que Estados Unidos libre una guerra contra los cárteles", amenazó Donald Trump ante el Congreso de Estados Unidos a principios de marzo.
Desde su regreso a la Casa Blanca, el presidente ha impulsado una diplomacia agresiva contra los narcotraficantes mexicanos. Apoyado por su vicepresidente J.D. Vance, consideró que si no controla a estos grupos, la nación vecina podría convertirse en un "narco-Estado", donde los cárteles tendrían más poder que el propio Gobierno. Aunque Vance asegura preferir que México tome cartas en el asunto, advirtió: "Esperamos que lo haga, y si no, veremos qué hacer a partir de ahí".
"Y si no". Las medidas estadounidenses en caso de que el Gobierno mexicano no implemente acciones que satisfagan las expectativas de Trump son incógnitas que preocupan en México.
Leer tambiénMéxico: el canto de los carteles
Trump prometió destruir a los cárteles
Se atribuye al republicano la intención de cumplir su promesa de campaña de bombardear blancos de los cárteles mexicanos. Esta no es una idea nueva: Mark Esper, quien fue secretario de Defensa durante el primer mandato de Trump, reveló en sus memorias de 2022 que el presidente le consultó sobre la posibilidad de lanzar misiles sobre laboratorios de drogas en territorio mexicano.
Entrevistado por France 24, Sergio de la Peña, excoronel del Ejército estadounidense, insistió en recordar que el razonamiento de Trump se basa en considerar a los cárteles mexicanos como una amenaza para la seguridad de Estados Unidos, principalmente por el tráfico masivo de fentanilo y su patrocinio de una migración irregular:
"El fentanilo que entra por la frontera nos cuesta más de 100,000 muertes anuales. Eso es más que todas las muertes de soldados estadounidenses en Vietnam, Corea, Irak, Afganistán y Panamá juntas".
Los cárteles, según Tom Homan, zar de la frontera de la Administración Trump, "han matado a más estadounidenses que cualquier organización terrorista en el mundo". Con esta visión, el paso siguiente fue, el 28 de enero, designar a seis cárteles mexicanos como "organizaciones terroristas": el Cártel de Sinaloa, el el Cártel Jalisco Nueva Generación, Cárteles Unidos, el Cártel del Noroeste, el Cártel del Golfo y la Nueva Familia Michoacana.
Entre las medidas que esta inclusión en la lista de Organizaciones Terroristas Extranjeras (FTO, por sus siglas en inglés) habilita, se encuentra el congelamiento de cuentas bancarias, prohibiendo transacciones financieras entre ciudadanos y entidades estadounidenses con los cárteles y sus miembros, "para asfixiar económicamente a los narcotraficantes, como lo han hecho con otras organizaciones incluidas anteriormente en la lista", explica Javier Oliva, experto en temas de seguridad entrevistado por France 24.
Además, si bien la lista FTO no obliga a otros países a extraditar, sí facilita el proceso, al brindar una base legal y diplomática más fuerte para la entrega de sospechosos.
Recordamos el caso de Abu Hamza al-Masri, un clérigo radical islamista de origen egipcio que adquirió notoriedad en Reino Unido por su discurso extremista y apoyo a grupos terroristas como Al Qaeda. Su extradición en 2012 ilustra cómo Estados Unidos se puede apoyar en la lista de FTO para procesar a los que considera sus enemigos.
Ahora bien, la verdadera preocupación con la retórica belicista de Donald Trump y su Administración es la posibilidad de una intervención militar directa en México. Cuando el presidente firmó órdenes ejecutivas en enero, un periodista le preguntó si la designación de los cárteles como "organizaciones terroristas" abriría la puerta a una operación militar. Su respuesta fue ambigua: "Es posible. Cosas más raras se han visto."
"No estoy en condiciones de predecir lo que va a hacer Trump", contestó por su parte Sergio de la Peña, también ex subsecretario adjunto de Defensa para Asuntos del Hemisferio Occidental durante la primera Administración Trump, al ser preguntado por ese escenario.
Leer también¿Narcos o terroristas?: los efectos de la nueva clasificación de los carteles mexicanos en EE. UU.
La invasión de Estados Unidos: ¿"todo una película"?
Desde el punto de vista legal, la designación de los cárteles como terroristas no autoriza automáticamente una acción militar. La propia presidenta Claudia Sheinbaum desestimó la posibilidad: "Es todo una película." Sin embargo, en la práctica, Estados Unidos sí ha utilizado esta designación como base para intervenciones militares, como ocurrió en Afganistán contra los talibanes, así como en Irak y Siria contra autodenominado Estado Islámico.
Según una investigación publicada por la revista Rolling Stone en noviembre, los asesores de Trump le han presentado planes que incluyen ataques aéreos contra la infraestructura de los cárteles, asesinatos selectivos de sus líderes y un programa de entrenamiento para las fuerzas mexicanas. El medio asegura además que, desde al menos el año pasado, el ahora presidente ha solicitado planes de batalla para "atacar México".
De hecho, varios miembros de su gabinete han respaldado públicamente la idea, incluido el ahora asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz. Otro aliado clave, el congresista Dan Crenshaw, propuso en 2023 un proyecto de ley para autorizar el uso de la fuerza militar contra los cárteles. Así que si la intención de Trump de atacar a los cárteles mexicanos es toda "una película", ya tiene por lo menos guiones y actores.
"Es un dato poco comentado pero Trump ya ha desplegado 9,000 soldados en la frontera con México, mientras que el Gobierno de Sheinbaum acaba de enviar 10,000 elementos. Eso representa la mayor militarización fronteriza en la historia reciente", apunta el profesor-investigador en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Javier Oliva.
"Por mandato constitucional, los soldados estadounidenses no llevan balas, pero sí sus armas. Proveen radares, visores nocturnos y drones para vigilar los movimientos irregulares, tanto de droga como de migrantes", agrega el analista de seguridad.
"Para quedarse en una posición segura, uno tiene que tener tener que conocer el enemigo", explica Sergio de la Peña. "Se trata de conocimiento situacional". La misma expresión usa el excoronel para describir los desplazamientos de aeronaves militares desde Estados Unidos que se detectaron al límite del espacio aéreo mexicano el mes pasado.
Leer tambiénRancho Izaguirre: el centro de exterminio y reclutamiento del narcotráfico que estremece a México
¿Una intervención abierta o encubierta?
Sin embargo, el experto Javier Oliva considera improbable una invasión directa: "Estados Unidos viene de dos fracasos militares: el pantano en Afganistán, donde los talibanes retomaron el poder, y la debacle en Irak. El costo económico de una intervención en México sería demasiado alto".
Sin embargo, advierte sobre otro escenario: operaciones encubiertas y de fuerzas especiales. "Eso sí puede ocurrir. De hecho, hasta donde se sabe, la captura de Ismael "El Mayo" Zambada (líder del Cártel de Sinaloa) y Joaquín Guzmán López (hijo del narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán) en julio del 2024, se hizo sin coordinación con el Ejército mexicano".
"Estados Unidos viene de dos fracasos militares: el pantano en Afganistán, donde los talibanes retomaron el poder, y la debacle en Irak. El costo económico de una intervención en México sería demasiado alto".
Javier Oliva, experto en seguridad
Por su parte, el exsubsecretario de Defensa adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental apuesta por una cooperación militar entre ambos países: "Hay mucha creatividad en las Fuerzas Armadas estadounidenses y en la Marina mexicana. Lo ideal sería que trabajen juntas". Incluso recuerda que esta relación está mejorando: "Cuando estuve en el Comando Norte, hasta 2006, la cooperación estaba disminuida; pero tenemos una historia de colaboración. En la Segunda Guerra Mundial, México participó con un escuadrón. Deberíamos recuperar ese nivel."
También existe otra vía en la hipotética guerra de Trump contra los narcotraficantes mexicanos. En una entrevista con The Spectator, el mandatario reveló su intención de investigar a funcionarios mexicanos por sus vínculos con el narcotráfico. Aunque aclaró que dependerá de la fiscal general, Pam Bondi, avanzar en esa dirección.
"El Gobierno mexicano está coludido con los cárteles. Eso es preocupante para el Gobierno estadounidense y debe de ser preocupante para el pueblo mexicano", recalcó Sergio de la Peña.
"Trump ha mencionado en al menos cuatro eventos oficiales que los gobiernos mexicanos mantienen una relación inaceptable con el narco", apunta Javier Oliva. "Espero equivocarme, pero un siguiente paso en esa batalla sería que se filtren expedientes de políticos, senadores y funcionarios vinculados al crimen organizado."
Después de décadas de estrategias fallidas, la ecuación sigue siendo la misma: mientras haya demanda, habrá oferta.
Finalmente, la ofensiva que Trump y sus aliados plantean contra los cárteles en México ignora una realidad incómoda: el consumo de drogas en Estados Unidos alimenta la violencia al sur de la frontera. Si la historia de las guerras contra las drogas sirve de referencia, la militarización y las acciones punitivas no han hecho más que desplazar el problema, y la retórica de mano dura han terminado por ceder ante la inercia de un mercado imposible de erradicar.
Leer también¿Cuáles son los ocho grupos criminales latinoamericanos declarados "terroristas" por Trump?
Compartir esta nota