El portaaviones USS Gerald R. Ford, el más poderoso del mundo, y su grupo de ataque llegaron al Caribe este martes, confirmó la Armada. Este despliegue elevó aún más la tensión con Venezuela, que anunció la movilización de unos 200.000 militares para ejercicios de preparación ante un ataque y aprobó una nueva ley defensa para afrontar las "amenazas" estadounidenses.

Estados Unidos escala su despliegue militar en aguas cercanas a Latinoamérica.

El Pentágono recordó este martes que el portaaviones USS Gerald R. Ford es "el más grande del mundo" y señaló que la llegada de las fuerzas marítimas se produce después de que el secretario de Guerra de EE. UU., Pete Hegseth, ordenara al Grupo de Ataque del Portaaviones apoyar la directiva del presidente Donald Trump de desmantelar las presuntas organizaciones criminales transnacionales y combatir el supuesto narcoterrorismo "en defensa de la patria".

"La mayor presencia de fuerzas estadounidenses en el área de responsabilidad del Comando Sur de EE. UU. reforzará la capacidad de Estados Unidos para detectar, monitorear e interrumpir las actividades y los actores ilícitos que comprometen la seguridad y la prosperidad del territorio estadounidense y nuestra seguridad en el hemisferio occidental", declaró el portavoz principal del Pentágono, Sean Parnell, en un comunicado este martes.

Con el ingreso del portaaviones USS Gerald R. Ford y su grupo de ataque al área de control del Comando Sur en el Atlántico aumenta de forma drástica el despliegue naval que ha exacerbado las tensiones con Venezuela.

Se trata de un superportaaviones de última generación, el más avanzado de la flota de Estados Unidos. 

Si bien la zona de responsabilidad del Comando Sur en el Atlántico incluye extensas áreas oceánicas, el  USS Gerald R. Ford llega a la región latinoamericana después de que el presidente Donald Trump ordenara su traslado, desde el Mediterráneo, el pasado 24 de octubre, mientras justifica una lucha contra el narcotráfico y vincula al Gobierno de Nicolás Maduro con el llamado Cartel de los Soles. Caracas niega esas acusaciones.

El objetivo es “reforzar la capacidad de EE. UU. para detectar, monitorear e interrumpir a actores y actividades ilícitas que comprometan la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos”, según declaró el portavoz del Pentágono, Sean Parnell, el pasado octubre cuando confirmó el traslado del portaaviones.

El despliegue del USS Gerald R. Ford representa una importante escalada del poder militar en una región que ya ha experimentado una inusual y gran concentración de tropas estadounidenses en el mar Caribe y las aguas que rodean a Venezuela.

Desde el pasado 19 de agosto, Trump anunció el inicio de ese despliegue naval que ha estado seguido de numerosos ataques contra supuestas narcolanchas en el Caribe y Pacífico. Los más recientes, confirmados el lunes 10 de noviembre por el secretario de Defensa Pete Hegseth, se registraron el 9 de noviembre contra dos embarcaciones y dejaron al menos seis personas muertas.

La cifra total de asesinados en esas embestidas aumentó así a al menos 76 personas, señaladas por Estados Unidos como “narcotraficantes”, aunque Washington sigue sin mostrar pruebas de sus acusaciones y Caracas lo acusa de pretender un cambio de régimen en su país.

Estas ofensivas también han escalado las tensiones entre el Gobierno de Donald Trump y el presidente colombiano, Gustavo Petro, uno de los mayores críticos de esas operaciones. Pero estas tensiones le han valido, incluso, que el líder de la Casa Blanca lo acusara de supuestos vínculos con el narcotráfico y lo incluyera en la denominada “lista Clinton”.

Estas letales ofensivas de EE. UU. han sido denunciadas por el Alto Comisionado de la Organización de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, como la directora para las Américas de Human Right Watch, Juanita Goebertus, han denunciado esos hechos como “ejecuciones extrajudiciales”, por lo que exigen su detención y una investigación.

Entretanto, los principales demócratas de los comités de inteligencia del Congreso continúan exigiendo información sobre la escalada de ataques del Gobierno de Trump contra las embarcaciones supuestamente dedicadas al narcotráfico.

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Venezuela anuncia despliegue militar “masivo” ante un eventual ataque de EE. UU.

En un comunicado, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, aseguró que este martes 11 de noviembre Venezuela inició un “despliegue masivo” ante "amenazas imperiales", en referencia a Estados Unidos. 

Caracas pasa a una “fase superior” del llamado “Plan Independencia 200”, con la mirada puesta en un eventual ataque de Estados Unidos. El plan fue activado tras el inicio del despliegue naval de EE. UU. en el Caribe.

Ahora, las maniobras de Venezuela incluyen "medios terrestres, aéreos, navales, fluviales y misilísticos, sistemas de armas, unidades militares, milicia bolivariana (civiles enlistados)", entre otras estructuras de defensa policial, militar y ciudadana, indicó Padrino.

 

Asimismo, el comunicado señaló que se "activarán completamente los Órganos de Dirección para la Defensa Integral (ODDI) en todos los estados y entidades federales y municipales, a fin de llevar a cabo las coordinaciones interinstitucionales y populares necesarias para garantizar el soporte multisectorial que requiere la movilización nacional".

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Las tácticas en la estrategia de defensa venezolana

Según fuentes con conocimiento de los esfuerzos y documentos de planificación consultados por Reuters, el despliegue venezolano incluye equipo militar ruso con décadas de antigüedad, mientras Caracas planea lanzar una resistencia de “estilo guerrillero” o sembrar el caos en caso de un ataque aéreo o terrestre estadounidense.

Este enfoque constituye una admisión tácita de la escasez de personal y equipo que sufre el país sudamericano.

Donald Trump ha sugerido la posibilidad de operaciones terrestres en Venezuela, afirmando que "el territorio será el siguiente objetivo" tras los múltiples ataques contra presuntos buques de narcotráfico en el mar, cerca a la región. Sin embargo, el impredecible mandatario–que llegó incluso a asegurar que había autorizado acciones encubiertas de la CIA en Venezuela–negó posteriormente que estuviera considerando ataques dentro del territorio del país latinoamericano.

 

El presidente venezolano Nicolás Maduro, en el poder desde 2013, insiste en que Trump busca derrocarlo y que la ciudadanía y las Fuerzas Armadas venezolanas resistirán cualquier intento en ese sentido.

El Ejército estadounidense supera con creces al venezolano, debilitado por la falta de entrenamiento, los bajos salarios y el deterioro de su equipo, según seis fuentes familiarizadas con las capacidades militares de Venezuela.

Algunos comandantes de unidad incluso se han visto obligados a negociar con productores locales de alimentos para abastecer a sus tropas debido a la escasez de suministros gubernamentales, según dos fuentes con conocimiento de las fuerzas de seguridad del Estado.

Esta realidad ha llevado al Gobierno de Maduro a apostar por dos posibles estrategias: una respuesta de tipo guerrillero, mencionada públicamente, aunque sin detalles, por altos funcionarios, y otra que las autoridades no han reconocido.

La defensa de estilo guerrillero, que el Gobierno ha denominado "resistencia prolongada" y mencionado en transmisiones de la televisión estatal, implicaría pequeñas unidades militares en más de 280 puntos, llevando a cabo actos de sabotaje y otras tácticas guerrilleras, según fuentes y documentos de planificación de la táctica de hace varios años, a los que tuvo acceso Reuters.

 

La segunda estrategia, denominada "anarquismo", utilizaría a los servicios de inteligencia y a simpatizantes armados del partido gobernante para crear desorden en las calles de Caracas, la capital, y hacer que Venezuela sea ingobernable para las fuerzas extranjeras, según una fuente con conocimiento de los esfuerzos de defensa y otra fuente cercana a la oposición.

No está claro cuándo el Gobierno podría desplegar cada una de las tácticas, que según las fuentes son complementarias, en caso de un ataque estadounidense.

Cualquier estrategia de resistencia enfrenta escasas probabilidades de éxito, reconocieron las fuentes.

"No duraríamos ni dos horas en una guerra convencional", aseguró una fuente cercana a la Administración de Maduro.

Otra fuente con conocimiento de la defensa y la seguridad en Venezuela afirmó que el país no está "preparado ni profesionalizado para un conflicto", a pesar de las afirmaciones del Gobierno en sentido contrario. "No estamos listos para enfrentar a uno de los ejércitos más poderosos y mejor entrenados del mundo", declaró.

El Ministerio de Comunicación, encargado de atender las consultas de los medios de comunicación en nombre del Gobierno venezolano, no respondió a las preguntas.

Sin embargo, en público, funcionarios de la Administración de Maduro han restado importancia a la amenaza militar estadounidense. 

"Creen que con un bombardeo lo van a acabar todo. ¿Aquí, en este país?", se burló el ministro del Interior, Diosdado Cabello, en la televisión estatal a principios de noviembre, mientras que el mandatario ha elogiado repetidamente a los "soldados de la patria" como herederos del héroe de la independencia, Simón Bolívar.

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Con Reuters, AP y EFE

France24

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