El teléfono sonó después de días de espera. Linda Euljekjian apenas pudo reconocer la voz de su esposo. Viken estaba irreconocible, no solo por el tono apagado con el que hablaba, sino por lo que decía. “Bromeó conmigo”, cuenta ella, “y eso nunca lo había hecho antes. Estoy segura de que le están dando sedantes”.
Desde su captura al día siguiente del fin de la guerra de Nagorno Karabaj en noviembre de 2020, Viken ha permanecido aislado, sin posibilidad de defensa y sometido a torturas que su esposa solo ha podido reconstruir a través de testimonios ajenos.
En 2018 Viken decidió establecerse en Armenia desde el Líbano. Abrió un restaurante y manejaba un taxi.
El 10 de noviembre de 2020 se trasladó con su vehículo a la región de Shushi de Nagorno Karabaj para buscar sus pertenencias tras el anuncio del fin de las hostilidades. La región armenia ya se encontraba bajo el control de las tropas de Azerbaiyán. Una barrera de militares azerbaiyanos interceptó el auto y capturaron a Viken junto a su compatriota libanesa Maral Najarian. Tras un proceso judicial en Bakú, lo condenaron a 20 años de prisión por cruce ilegal de la frontera, terrorismo y ser un mercenario, a pesar de que jamás se ha involucrado en la guerra.
Viken es uno de los 23 considerados rehenes armenios que continúan detenidos en cárceles azerbaiyanas. Entre ellos se encuentran los líderes políticos y militares de Nagorno Karabaj arrestados al momento de la evacuación masiva tras la ofensiva militar de Azerbaiyán en septiembre de 2023, incluyendo los expresidentes Arkadi Ghukasyan, Bako Sahakyan y Arayik Harutyunyan, el excanciller David Babayan, así como el exministro de Estado Rubén Vardanyan.
Las autoridades de Azerbaiyán justifican estas detenciones con cargos de terrorismo, separatismo y crímenes de guerra, y afirman que estos procesos son ejercicios legítimos de su derecho soberano a hacer cumplir las leyes nacionales y garantizar la justicia por presuntos actos delictivos cometidos en su territorio.
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Según Siranush Sahakyan, abogada especialista en Derecho Internacional y representante de los prisioneros armenios ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el sistema judicial de Azerbaiyán “no es independiente y funciona como una herramienta de represión política y una extensión del poder ejecutivo”. Según la experta, los rehenes armenios han sido sometidos a procesos irregulares con abogados impuestos por el Estado azerbaiyano, sin acceso a una defensa real ni a observadores internacionales que garanticen un juicio justo.
Sahakyan afirma que no se registran precedentes en el Derecho Internacional para estos casos. “Los Tribunales de Nuremberg y Tokio después de la Segunda Guerra Mundial, y el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia luego de 1991 operaron a nivel internacional, lo que refuerza el principio de que estos casos requieren una sentencia independiente y objetiva más allá de los sistemas jurídicos nacionales”, expresa la especialista.
Además, agrega que los juicios no cumplen con las normas internacionales fundamentales establecidas por instrumentos como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) y el Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH).
Varios organismos internacionales de Derechos Humanos confirmaron casos de tortura y malos tratos sistemáticos, que incluyen golpes, simulacros de ejecución, humillaciones, privación del sueño y penurias físicas en las cárceles de Bakú. De este modo, Azerbaiyán ha establecido la práctica de aplicar medidas punitivas basadas en la discriminación étnica hacia los armenios.
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Con el paso de los días sin comunicación, los familiares viven en la incertidumbre y el miedo. Linda Euljekjian recibe amenazas diarias a través de redes sociales y llamadas anónimas.
“Me dicen que encontrarán la forma de matarlo en la cárcel, que saben dónde estoy. Pero nunca voy a dejarlo solo”, afirma.
Tomó su teléfono móvil y mostró la imagen de una oreja humana junto a un cuchillo que recibió en los últimos días para hacerle creer que se trataba de su esposo. En reiteradas oportunidades, Linda tuvo la iniciativa de viajar a Bakú a visitar a su esposo; sin embargo, la Cruz Roja alertó que no puede garantizar su seguridad en territorio azerbaiyano.
Recientemente, los medios azerbaiyanos informaron sobre la expulsión del Comité Internacional de la Cruz Roja del país. Este era el único organismo internacional que tenía acceso a los prisioneros armenios en Bakú para proveerles de asistencia humanitaria, monitorear mínimamente su estado de salud y facilitar la comunicación con sus familias.
Otros espacios como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Agencia de la ONU para los Refugiados, y sedes de medios de comunicación como BBC y Sputnik también suspendieron sus actividades en Azerbaiyán por orden del régimen del presidente Ilham Aliyev.
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Rubén Vardanyan: un símbolo de resistencia
Entre los detenidos, el nombre de Rubén Vardanyan ha cobrado especial relevancia. El empresario ruso, filántropo y ex ministro de Estado de Nagorno Karabaj se trasladó a la autoproclamada república en 2022 con la intención de contribuir a su desarrollo.
Su detención no solo ha sido una de las más mediáticas, sino que también ha dejado en evidencia las irregularidades del sistema judicial azerbaiyano. Una de las categorías por las que se lo imputa es “financiación del terrorismo”.
La abogada Siranush Sahakyan asegura que la mayoría de los cargos aplicados son absurdos, ya que Vardanyan no estuvo involucrado en las guerras anteriores, ni en la escalada de 2020.
“Lo acusaron de ser parte del movimiento de liberación y autodeterminación de Nagorno Karabaj en 1989, cuando aún era un estudiante de la Universidad Estatal de Moscú”, menciona la letrada.
A Vardanyan se le ha negado el acceso completo a documentos claves de su propio caso, las traducciones de los materiales del caso son erróneas, su juicio se desarrolla a puerta cerrada y su abogado internacional, Jared Genser, ha sido impedido de comunicarse con él.
Como medida de protesta, Vardanyan hizo una huelga de hambre. En una de las últimas sesiones judiciales circularon imágenes que revelaban marcas de violencia en su rostro y la notable disminución de su masa corporal. A pesar del deterioro de su estado de salud, el tribunal azerbaiyano se ha negado a posponer el juicio, obligándolo a asistir a las audiencias.
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Su hijo, David Vardanyan, no duda en calificar el proceso como un “juicio espectáculo” donde las reglas del derecho han sido completamente ignoradas. “Desde su detención hace más de 550 días, Azerbaiyán ha decidido usarlo como ejemplo para todos los armenios que defienden su derecho a vivir en sus tierras ancestrales”, denuncia el joven.
En los últimos días, Rubén Vardanyan transmitió un mensaje desde la prisión exigiendo que su juicio sea abierto, con presencia de observadores internacionales. “No somos solo yo y otras 15 personas las que estamos siendo juzgadas, somos todos los armenios del mundo”, declaró. A su vez, reafirmó que la decisión de establecerse en Nagorno Karabaj desde Rusia en 2022 y renunciar a su ciudadanía rusa fue totalmente consciente.
David teme por la vida de su padre y cuestiona la falta de acción de la comunidad internacional. “Hemos recibido muchas palabras de apoyo, pero eso no es suficiente. Necesitamos acciones concretas”, reclama. La familia insiste en que la única forma de presionar a Azerbaiyán es mediante sanciones económicas y diplomáticas.
“Si permitimos que Azerbaiyán se salga con la suya con estas graves violaciones de las normas internacionales, el régimen dictatorial se sentirá envalentonado para cometer más atrocidades contra los armenios en todo el mundo”, lamenta el joven.
La indiferencia internacional frente a la situación de los prisioneros armenios en Azerbaiyán es creciente. A pesar de la evidencia de violaciones de Derechos Humanos, los Gobiernos de Occidente han optado por declaraciones formales en lugar de tomar medidas concretas. El Parlamento Europeo ha condenado la detención de los prisioneros, pero sin imponer sanciones que obliguen a Azerbaiyán a cambiar su postura.
“Los intereses geopolíticos y económicos a menudo tienen prioridad sobre las preocupaciones por los Derechos Humanos”, advierte el hijo de Rubén Vardanyan al hacer referencia a los vínculos comerciales, energéticos y estratégicos de los Estados con Azerbaiyán.
Los intentos diplomáticos para liberar a los prisioneros han sido hasta ahora ineficaces. Armenia ha intentado incluir el tema en las negociaciones de paz con Azerbaiyán, pero Bakú utiliza a los detenidos como moneda de cambio para obtener concesiones políticas y territoriales. La parte armenia continúa el proceso de redacción de un documento que establezca la paz entre los países vecinos, y todo indica que, mientras se extienda el diálogo diplomático, los actores internacionales dudarán en adoptar medidas que puedan perturbar el proceso.
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