Lejos del bombardeo informativo en las redes sociales sobre el conflicto aún retórico entre Venezuela y Estados Unidos y el amplio despliegue militar de ambos países, en las calles de Caracas los ciudadanos siguen con sus actividades cotidianas. Algunos se muestran incrédulos y otros inquietos. ¿Cómo se vive la escalada de tensión? Hablamos con ciudadanos y analistas desde el terreno.
– "La gente está inquieta y a la expectativa de lo que pueda pasar, esperando el resultado de esta situación entre Venezuela y Estados Unidos".
– ¿Hay compras nerviosas?
El entrevistado ríe. – “No vale, realmente ya el venezolano está acostumbrado a estas situaciones. Se lo toma como algo normal y solo tiene la expectativa de lo que pueda pasar”, comenta un joven caraqueño mientras come un helado en la plaza La Candelaria.
A pocos metros y frente a la imponente escultura de José Gregorio Hernández, un grupo de señoras de la tercera edad conversa. Al acercarnos con la cámara una de ellas se levanta y se va.
“No digas nada, mosca (atenta)”, le dice a su amiga Nancy* cuando preguntamos por su opinión sobre el despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe.
“Temor no me da porque la realidad es que ya yo viví. No siento miedo. Lo que siento es que debe haber un cambio, una mejoría. En Venezuela hay preocupación. No sabemos qué va a pasar. Esa es la realidad. La situación económica, la social, la cultural, la que sea, hay angustia, pero sobre todo en lo económico”, comenta Nancy* a France 24.
La economía, el precio del dólar, la imposibilidad de cubrir las necesidades básicas. Esas parecen ser las preocupaciones actuales de los venezolanos consultados.
Lejos de las declaraciones hostiles entre funcionarios de la Administración Trump y el Gobierno de Venezuela y el constante movimiento de aviones, portaaviones y tropas, a la gente le preocupa su bolsillo.
“Las medicinas, la comida. Eso es lo que nos preocupa ahora”, comenta otro señor que no quiso ser identificado en la plaza.
Entre la incredulidad y el rechazo al intervencionismo
El temor a opinar sobre política en Venezuela es latente, especialmente entre quienes dejan entrever que quieren un cambio de gobierno. La mayoría de las personas que entrevistamos para este artículo nos pidieron resguardar su identidad.
“La gente luce tranquila, pero como nadie habla…Nos tienen con una mordaza. Aquí por un simple mensaje o por una conversación con otra persona por WhatsApp que les llegue a ellos, ¡Jesús!. Ya han metido a varias personas 10 años de prisión”, dice sin tapujos y fuera de las cámaras una mujer de la tercera edad.
Recorrimos otro punto de Caracas, una zona popular denominada Los Magallanes de Catia, donde convergen cientos de construcciones improvisadas con ladrillos, barro y cemento que se superponen entre decenas de escaleras que se pierden de vista.
Allí conversamos con Rafael Astudillo, un capitán de la Milicia Nacional Bolivariana de 63 años de edad que se alistó en 2006 bajo el mandato de Hugo Chávez.
“Lo defino como una amenaza bastante problemática. Meterse con Latinoamérica sería la mecha corta de una guerra que duraría bastante tiempo”, dice al ser consultado por France 24.
Rafael luce su uniforme de la milicia con orgullo y no duda en hacer alarde del nivel de preparación de este componente auxiliar de la Fuerza Armada integrado, en su mayoría, por empleados públicos, personas de la tercera edad y jubilados.
“La gente cree que la gente mayor simplemente se va a utilizar como carne de cañón. No. Entre esta gente mayor hay bastante potencial. ¿Qué quiero decirte con potencial? Aquí hay médicos, cirujanos, enfermeros, herreros, albañiles; como también hay jóvenes que están preparados para plantar una bomba o plantar cualquier situación que sea necesaria”, comparte a este medio.
A pocos metros, Eyilmar* aguarda sentada a la espera de algún cliente en su modesto puesto de frutas y chucherías, a un costado de la calle.
Sobre una eventual incursión militar de EE. UU. al territorio se muestra incrédula. “Si hubiese pasado algo, ya hubiese pasado desde el 28 de julio que fueron las elecciones presidenciales (…) Y si vienen es para tener un encuentro con Maduro y llegar a un acuerdo. Aquí lo único que está echando broma es la subida del dólar, que eso no alcanza para nada”, comenta a France 24.
Unas casas más arriba una vecina asomada en su balcón nos observa. Al pasar frente a su casa, celular en mano, nos increpa. “¿Eso para qué es?. ¿Qué hacen ustedes aquí?”. Recientemente Maduro instó a sus seguidores a reportar en una 'app' todo lo que ven y todo lo que oyen que cause sospecha. No dudamos y la invitamos a opinar.
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"Es que no me parece que Trump esté metiendo las manos aquí en Venezuela. Así de sencillo, no me parece. Eso es muy malo. Como presidente debería buscar ocuparse de su país y nosotros nos ocupamos de nuestro país. Esa broma que están haciendo nos tiene nerviosos. Hay mucha gente preguntando, viendo las noticias…porque uno tiene que saber lo que está pasando. (…) Aquí no hay compras nerviosas, yo veo todo normal (…) la gente que opina afuera dirá que aquí todo es un caos. Más bien cada quien está dedicado a lo suyo", comenta Leticia a France 24 .
’No un ataque directo sino política de presión'
Pablo Quintero, politólogo, asesor y consultor político y socio director de Log Consultancy, no ve viable un escenario bélico sobre Venezuela.
“En primer lugar por el alto costo político que eso tendría para un Gobierno en 'shutdown', como es el caso de Donald Trump; un gobierno desde el punto de vista económico, paralizado. También está la influencia de un ala MAGA. Es decir, de un ala más conservadora, que no quiere invertir dinero, soldados, misiles, en un conflicto en el Caribe”, dice a France 24.
Quintero también trae a colación un precedente: la última declaración del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Volker Türk, en la que instó a EE. UU. a detener los ataques contra embarcaciones en el Caribe y el Pacífico. En aquella comunicación, calificó estos ataques de posibles “ejecuciones extrajudiciales”.
“Si analizamos cada variable de contexto, este escenario de presión, en su mayoría presión psicológica, puede mantenerse en el tiempo para lograr mayor capacidad de negociación. Esto no significa que esta presión vaya a desplazar a Maduro. No significa un ataque directo sobre su cabeza. Esto significa mantener una política de presión apostando a que el Gobierno venezolano se quiebre por dentro; algo muy improbable a mi juicio”, comenta Quintero.
Esa misma opinión la comparte Elliot Abrahams, exfuncionario de la anterior Administración Trump: cree que es una operación mediática y psicológica donde EE. UU. no va a intervenir.
“Pero hay una amenaza real y la amenaza real se ha manejado sobre la operación antinarcóticos", apunta Quintero.
Para el fundador del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello, Benigno Alarcón, en cambio, una inacción por parte de EE. UU. tendría un costo reputacional muy alto.
“Imagínate a EE. UU. no haciendo más de que lo que ha hecho y retirándose el día de mañana y diciendo pasado mañana a China: ‘No puedes invadir Taiwán porque si invades Taiwán nos metemos’. Credibilidad: cero; impacto por lo que declare: cero. O imagínate a EE. UU. diciéndole a Putin: ‘Ni se te ocurra volver a bombardear a Ucrania porque nos vamos a meter en el conflicto’. El costo reputacional es muy alto”, insiste Bello.
Por otro lado, el analista destaca el papel del secretario de Estado Marco Rubio, que goza de amplio respaldo en La Florida.
“Si al final esto queda en nada, su capital político se pone en un riesgo tremendo. Entonces esto te hace pensar que al final a ellos no les queda más remedio que avanzar. Ahora bien, ¿quieren meterse? No. La impresión que tengo es que los americanos (estadounidenses), muy a su pesar, van a tener que accionar militarmente porque si no, su reputación se entierra y tiene costos políticos y geopolíticos muy altos. Y de este lado no les queda otra que actuar irracionalmente o racionalmente, y negociar", remata el docente.
Los ecos de una posible intervención
Para el politólogo Pablo Quintero un ataque sobre Venezuela fortalecería a la izquierda regional y generaría una posición más fuerte sobre esos países, que a pesar de no compartir al día de hoy su política con Venezuela, verían como una amenaza que se aplique un gran “garrote” sobre el país caribeño.
“También debemos analizar que si una operación antinarcóticos que produce un (eventual) cambio de régimen ya no se puede llamar operación antinarcóticos y eso marca también un precedente desde el punto de vista de la política exterior”, advierte.
Pablo Quintero insiste en que Estados Unidos busca un quiebre interno en el Gobierno de Maduro y considera un escenario posible que el Gobierno venezolano produzca una negociación. ¿Para qué? “Una negociación no para sacar a Maduro, una negociación donde el Gobierno venezolano entregue algunas cabezas y donde genere concesiones de muy alto nivel a EE. UU.”.
“En el fondo, el venezolano espera una negociación que produzca un cambio de régimen, pero para el norteamericano y para los funcionarios de Estados Unidos, la negociación va a estar enfocada en la maximización de las ganancias económicas de EE. UU. No es descabellado que Maduro ofrezca recursos energéticos a través de un convenio de alto nivel con Estados Unidos más adelante, y que eso genere algún tipo de contención a la guerra. Pero debemos estar claros de que Maduro y el Gobierno venezolano no van a negociar su cabeza”, sentencia.
Para el investigador Benigno Alarcón, en cambio, hay cartas que ya se le han agotado a Maduro en los términos de una negociación.
“Tiene que inventarse algo nuevo. Implica ofertas, garantías y hechos que deben concretarse para que una negociación sea posible. Podría, por ejemplo, renunciar a la Presidencia, negociar su salida del Gobierno, una amnistía. Soluciones que sirvan de táctica dilatoria para alargar su situación ya no van a funcionar. Funcionaron en el pasado, pero es un recurso agotado”, opina.
Mientras tanto, la líder opositora y recién galardonada Premio Nobel de Paz María Corina Machado permanece en la clandestinidad, pero activa en redes sociales, participando en foros internacionales y convencida de que el mandato de Nicolas Maduro está cerca de terminar.
Una escalada del conflicto
Para el profesor Benigno Alarcón todo parece indicar que, pese a las declaraciones contradictorias dentro de la Administración Trump, se está preparando una escalada del conflicto a corto plazo.
“Veo muy difícil que esto sea a largo plazo porque capacidades militares como las que se han movido en el Caribe se necesitan en otros lugares del mundo donde EE. UU. tiene conflictos potenciales. Si no fuera a continuar, no tendría sentido mover las capacidades militares que se están moviendo el Caribe. Tú colocas tus capacidades militares donde las puedas necesitar o donde las vas a utilizar”, dice.
Desde el pasado 2 de septiembre Estados Unidos ha bombardeado al menos 20 embarcaciones entre el Mar Caribe y el Pacífico, dejando al menos 76 personas muertas. Sin presentar pruebas, la Administración Trump señala a estas personas de ser narcotraficantes y miembros de bandas criminales.
Y este martes 11 de noviembre, el portaaviones USS Gerald R. Ford, el más poderoso del mundo, y su grupo de ataque llegaron al Caribe.
*Nombre cambiado a petición de la fuente
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