Aunque la tensión entre Estados Unidos e Irán se mantiene, el sábado 12 de abril se celebrará en Omán una reunión entre enviados estadounidenses e iraníes. EE. UU. dice que son conversaciones directas, Teherán que son "indirectas". El encuentro, un raro intercambio diplomático entre estos dos países enfrentados desde hace 45 años, podría marcar un punto de inflexión en un contexto de amenazas militares.

Irán y Estadrozos Unidos confirmaron que el sábado 12 de abril se celebrará en Omán una reunión entre altos funcionarios iraníes y estadounidenses, en presencia del enviado especial de Donald Trump, Steve Witkoff, y del ministro de Exteriores iraní, Abbas Araghchi.

Estados Unidos insistió este jueves que las negociaciones que mantendrá con Irán en Omán serán "directas", a pesar de que Teherán sostiene que habrá intermediarios, y expresó su deseo de que las conversaciones conduzcan a la "paz".

La cita se produce tras varias semanas de ping-pong diplomático entre Washington y Teherán, en un contexto de alta tensión militar con Irán más cerca que nunca de adquirir armas nucleares. ¿Podría esta reunión marcar un punto de inflexión?

Una inusual oportunidad de intercambios directos entre bastidores

Tras 45 años de ruptura de las relaciones diplomáticas entre ambos países, esta reunión es lo suficientemente particular para generar inquietud y hace albergar esperanzas de un avance diplomático en la cuestión nuclear iraní.

Oficialmente, desde Teherán, se trata de una reunión "indirecta", en la que intermediarios transmitirán las conversaciones entre ambas partes. Pero Donald Trump sorprendió doblemente el lunes al anunciar esta reunión de "alto nivel". El presidente estadounidense afirmó que Washington mantenía conversaciones "directas" con Irán sobre su programa nuclear.

Reaccionando a sus declaraciones, Irán se tomó la libertad de matizarlas al día siguiente, diciendo que estaba listo para las conversaciones pero rechazando el diálogo directo. "Estas negociaciones se llevarán a cabo de forma indirecta, y no aceptaremos ninguna otra forma de negociación", declaró el ministro iraní de Exteriores citado por la agencia oficial Irna.

"Esto no es una negociación", dijo la portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, refiriéndose en cambio a “determinar lo que es posible en las conversaciones” con Teherán. Se trata de "establecer contacto. Es una reunión, no una negociación", insistió.

No es la primera vez que iraníes y estadounidenses acuerdan reunirse en presencia de intermediarios. Y a veces esto puede dar lugar a intercambios directos entre bastidores. No es imposible que este sea el caso el sábado.

Hossein Mousavian, antiguo diplomático iraní y miembro del equipo negociador de 2015 que ahora vive en Estados Unidos, cuenta en Le Monde que en 2014, durante unas negociaciones en Estambul en presencia de la jefa de la diplomacia europea – entonces Catherine Ashton –, ésta "abandonó la sala, permitiendo así a los negociadores iraníes y estadounidenses entablar un diálogo directo". Unos meses más tarde, se firmó el 'acuerdo' nuclear, señala el diplomático.

Un empresario estadounidense en misión diplomática

El enviado de EE. UU. a Medio Oriente, Steve Witkoff, participará en las conversaciones, según confirmó el martes el Departamento de Estado.

"No es [el secretario de Estado] Marco Rubio, sino Steve Witkoff quien ha sido elegido para ir a Mascate. Es el enviado personal de Donald Trump", señala David Rigoulet-Roze, investigador asociado de Iris y especialista en Medio Oriente, lo que da una idea de la importancia de esta reunión “de alto nivel”.

Este fiel a Trump hizo fortuna en el sector inmobiliario y no procede de la diplomacia, sino del mundo de los negocios, lo que no ha escapado a los iraníes, como señala Jonathan Piron, historiador especializado en Irán para el centro de investigación Etopia de Bruselas. De ahí las declaraciones realizadas el miércoles por el presidente iraní, Massoud Pezeshkian, en las que afirmaba que su país estaba abierto a las inversiones estadounidenses, durante un discurso retransmitido por la televisión estatal.

"Hay un deseo quizás de halagar a Witkoff e indirectamente a Trump adoptando una gramática que les hable, al mantener la perspectiva que un acuerdo que conduzca al levantamiento de las sanciones estadounidenses contra Irán podría representar en última instancia para Estados Unidos", señala Jonathan Piron.

"La postura del entorno de la nueva Administración de Donald Trump con respecto a Irán es significativamente diferente a la de Trump en su primer Gobierno", subraya el investigador.

Entre 2016 y 2020, "estaban John Bolton, Mike Pompeo y, hasta cierto punto, Rudy Giuliani. La Administración Trump estaba mucho más comprometida con el cambio de régimen. De ahí la retirada del acuerdo nuclear en 2018″, prosigue Jonathan Piron. "Esta vez, la Administración 'Trump 2′ y el entorno del presidente estadounidense siguen siendo muy hostiles a la República Islámica, pero algunas personas se muestran más abiertas a la idea de negociar una relación estable con Irán".

Por la parte iraní, Abbas Araghchi ya participó en las negociaciones sobre el acuerdo nuclear hace diez años. El actual jefe de la diplomacia formó parte del equipo de Mohammad Javad Zarif. "Hizo una importante contribución al contenido del acuerdo de 2015. Conoce a los estadounidenses, y también puede tener una cierta ventaja en la forma de gestionar los contactos, ya que tiene esta memoria y esta experiencia", señala Jonathan Piron.

Los omaníes, mediadores en la sombra

El sultanato de Omán fue elegido para acoger esta reunión. Este discreto vecino de Irán es conocido por su neutralidad en la región. Ya ha actuado como mediador en el pasado, al igual que Qatar en menor medida. Los dos países también intercambian información indirectamente a través de la embajada suiza en Teherán.

Irán y Estados Unidos, que no mantienen relaciones diplomáticas desde 1980, recurren a estos intermediarios para abrir vías diplomáticas, como el paso de boletines o las negociaciones.

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Omán también ha desempeñado un papel en la liberación de ciudadanos occidentales retenidos por Irán, como el intercambio en 2023 en Omán del humanitario belga Olivier Vandecasteele por el iraní Assadollah Assadi, condenado a 20 años de cárcel en Amberes por un atentado planeado en Francia.

Queda un mes para negociar

Esta posible reunión entre iraníes y estadounidenses llega tras varias semanas de intercambios diplomáticos. El último periodo ha estado marcado por declaraciones casi diarias de ambas partes e intercambios a través de mensajes publicados en la red social X, a raíz de una carta de Donald Trump al líder supremo iraní.

En esta carta, presentada oficialmente por el presidente estadounidense como un medio para llegar a un acuerdo sobre el programa nuclear iraní, Donald Trump daba a Teherán dos meses – es decir, hasta mediados de mayo – para negociar, antes de probables ataques contra sus instalaciones.

Reiteró sus amenazas el lunes, advirtiendo al régimen iraní de un "gran peligro" si las conversaciones resultan infructuosas.

Estos comentarios sugieren que Washington ya no desea dejar tiempo a la diplomacia de largo aliento, como ocurrió durante las negociaciones sobre la cuestión nuclear iraní en 2015. La reunión del sábado se convierte en un "gran acontecimiento, porque en realidad es en esta ocasión cuando se evaluará lo que es posible o no en relación con el proceso de negociación nuclear", analiza David Rigoulet-Roze.

El proceso de la última oportunidad

Al mismo tiempo, Estados Unidos intensificó su presión militar sobre Irán a principios de abril, enviando varios bombarderos estratégicos B-2 a su base militar de Diego García, una isla del archipiélago de Chago, en el océano Índico. Estos aviones son capaces de atacar las infraestructuras militares y críticas de Irán.

Para David Rigoulet-Roze, el mensaje es claro: "Se trata de una señal estratégica para Irán, que ha comprendido perfectamente que está en juego la supervivencia del régimen". Según el experto, Diego García forma parte de una operación militar estadounidense "de la misma envergadura que en octubre de 2001, antes de que Estados Unidos atacara Afganistán, y en marzo de 2003, antes de la invasión de Irak".

Por otra parte, Teherán sigue negando que esté llevando a cabo un programa nuclear con fines militares. Pero Irán se encuentra en una situación de inseguridad que podría llevarle a adquirir la bomba. En su último informe, la OIEA advierte de un aumento considerable de las reservas iraníes de uranio enriquecido al 60%. Si el régimen iraní decide seguir adelante, dispone ahora de material nuclear suficiente para construir el equivalente a seis o siete bombas.

En este contexto, la próxima reunión "directa" o "indirecta"  promete ser "un punto de inflexión decisivo antes de un proceso de última oportunidad", concluye David Rigoulet-Roze.

Adaptado de su original en francés

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