Con la decisión del Consejo Nacional de la Magistratura de acoger la propuesta del presidente de la República, Luis Abinader, para que la magistrada Yeni Berenice Reynoso se convierta en procuradora general de la República, el país perdió a la directora de Persecución, muy audaz y litigante, decidida y valiente, y ahora cuenta con una profesional, cabeza del Ministerio Público, que parece no quiere levantar ronchas.

Esa es la impresión que ha ido quedando luego de que Yeni Berenice se convirtiera en procuradora general de la República. Su silencio ha sido muy prolongado, su moderación muy notable, y apenas se hace notar en actividades de formalización de acuerdos con otras entidades o en actos protocolares, que no representan la esencia de lo que el país conoce como una de las amazonas en la lucha por la justicia y la transparencia en la función pública.

Sabemos que la esencia está en la profesional que es Yeni Berenice Reynoso, que su perfil y su carácter sigue allí, y que no hay forma de que una posición protocolar deshaga lo que conocemos de Yeni Berenice Reynoso. Siendo abogada, fiscal, fiscal del Distrito Nacional o procuradora general de la República es la misma persona que actúa con rectitud, transparencia, adhesión a la corrección en los actos públicos y en las responsabilidades que se desprenden del ejercicio en el sector privado.