La transformación digital no es simplemente tener presencia en redes sociales o contar con una página web. Tampoco se trata solo de automatizar procesos aislados. Es un proceso estratégico y transversal que implica la integración profunda de tecnologías digitales en todos los aspectos de una organización para redefinir como crear valor: desde la gestión interna hasta la relación con los clientes, usuarios, proveedores o ciudadanos. Requiere un cambio cultural, de mentalidad, de liderazgo y de modelos de negocio.
La transformación digital tiene sus raíces en los años 90 con la digitalización de documentos y procesos. Con la llegada del internet, la nube, los dispositivos móviles y, más recientemente, la inteligencia artificial y el análisis de datos, este proceso se ha acelerado exponencialmente. Un hito clave en esta evolución fue la pandemia de COVID-19, que actuó como catalizador mundial, impulsando a gobiernos, empresas y ciudadanos a adoptar soluciones digitales a una velocidad sin precedentes. Actualmente, las organizaciones que no abrazan la digitalización quedan rápidamente rezagadas. El futuro apunta hacia ecosistemas digitales hiperconectados, automatizados, centrados en la experiencia del usuario y sostenibles.
Beneficios y riesgos
Entre los principales beneficios de la transformación digital se encuentran la mejora de la productividad y eficiencia, la reducción de costos operativos, el acceso a nuevos productos, mercados y canales, la toma de decisiones basada en datos y una mejor experiencia para el cliente o usuario. Sin embargo, también existen riesgos y desafíos importantes, como las vulnerabilidades de ciberseguridad, las brechas de acceso y alfabetización digital, la resistencia al cambio cultural y la dependencia excesiva de plataformas externas.
Tendencias globales: EE.UU., Europa y Asia
En Estados Unidos, el enfoque está puesto en la innovación, la inteligencia artificial, la experiencia del cliente y la escalabilidad de las plataformas digitales. Europa, por su parte, promueve una transformación basada en derechos, con un fuerte énfasis en la privacidad —como lo demuestra el Reglamento General de Protección de Datos (abreviación GDPR en inglés)—, la sostenibilidad y una regulación ética. Asia, especialmente China y Corea del Sur, se destaca por un liderazgo en la adopción masiva de tecnologías, los pagos móviles, las plataformas integradas y el desarrollo de ciudades inteligentes.
Situación actual en la República Dominicana
Durante la pandemia de COVID-19, la República Dominicana demostró una notable capacidad de adaptación al adoptar rápidamente el trabajo remoto, la educación en línea, el uso de videollamadas y el acceso a servicios bancarios digitales. Entre los avances positivos más recientes se destacan la ampliación del acceso a internet y la conectividad móvil. Existen más de 8 millones de cuentas activas en WhatsApp, más de 7 millones de usuarios en YouTube, 6 millones en TikTok y 5 millones en Instagram. Sin embargo, aunque estas cifras son altas, el uso principal de internet sigue estando orientado al entretenimiento y no tanto al aprendizaje, el emprendimiento o la mejora de la calidad de vida.
También es importante subrayar que el gobierno dominicano ha definido iniciativas claves como la Agenda Digital 2030, la Estrategia Nacional de Ciberseguridad y la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial. Estas acciones han contribuido al crecimiento de los servicios digitales en el sector público, permitiendo interacciones digitales con instituciones como la DGII, el pago de multas en línea y la solicitud de documentos como certificados de buena conducta a través de portales oficiales. Además, el uso del comercio electrónico, servicios de streaming, plataformas como Uber y la banca digital se ha vuelto cada vez más común.
En el ámbito empresarial, las grandes empresas —especialmente en sectores como la banca, el turismo y el comercio minorista— han registrado avances importantes. Los sectores de servicios y tecnología muestran un mayor grado de digitalización, mientras que áreas como la agroindustria, la manufactura y la educación enfrentan más desafíos.
No obstante, persisten obstáculos estructurales importantes. Las micro y pequeñas empresas aún presentan un rezago considerable, debido a la falta de recursos, capacitación y acceso a soluciones tecnológicas asequibles. A esto se suma que el 55 % de los empleados en microempresas trabaja en condiciones de informalidad, lo que complica los esfuerzos de transformación estructural. Asimismo, existe una brecha digital significativa entre zonas urbanas y rurales, y una marcada ausencia de cultura organizacional orientada hacia la innovación y la adopción tecnológica. En el ámbito educativo, más allá de enseñar el uso básico de computadoras o teléfonos móviles, es urgente fomentar una formación digital que enfoque en cómo aplicar la tecnología para generar valor y aumentar la productividad, desde la educación primaria hasta los niveles técnico y universitario.
Buenas prácticas desde los Países Bajos
Los Países Bajos ofrecen ejemplos valiosos, como el diseño de estrategias digitales integrales con un enfoque centrado en las personas y en la sostenibilidad. También destacan sus programas nacionales de capacitación continua en habilidades digitales, una infraestructura tecnológica de alta calidad accesible tanto para ciudadanos como para empresas, y una gobernanza digital orientada al usuario y a la inclusión. Además, se promueve una colaboración estrecha entre el gobierno, el sector privado y las universidades.
Recomendaciones para la República Dominicana
La República Dominicana debería diseñar y ejecutar una estrategia nacional de transformación digital coherente y ambiciosa. Es fundamental invertir en la alfabetización digital desde la educación básica, fomentar la digitalización de las pymes mediante apoyo técnico y financiero, y fortalecer la ciberseguridad a nivel nacional. Asimismo, se debe promover la creación de ecosistemas de innovación que integren al sector público y privado.
Conclusión
La transformación digital no es una opción sino una necesidad urgente para que la República Dominicana pueda competir, crecer y garantizar un desarrollo inclusivo. No se trata solo de adoptar tecnología, sino de construir una visión compartida del futuro digital del país. El reto es grande, pero también lo es la oportunidad.
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