En las últimas décadas, las empresas más influyentes del mundo han comenzado una transición clave: pasar del enfoque tradicional centrado en la shareholder value —la rentabilidad para los accionistas— hacia un modelo más amplio de stakeholder value, en el que también cuentan los intereses de empleados, clientes, comunidades y el medio ambiente.

Esta evolución se manifiesta de distintas maneras en Europa, Estados Unidos y Asia.

En Europa, la sostenibilidad ya no es un lujo moral, sino un imperativo estratégico. Iniciativas como el European Green Deal y la nueva legislación sobre diligencia debida corporativa, que entra en vigor en breve, obligan a las empresas a responsabilizarse no solo de sus propias operaciones, sino también de toda su cadena de suministro —incluyendo prácticas de producción y el comportamiento de sus proveedores en regiones como América Latina. Los inversores europeos exigen cada vez más transparencia ESG (ambiental, social y de gobernanza) y penalizan el cortoplacismo.

En Asia, potencias como Japón y Corea del Sur adoptan modelos empresariales donde la longevidad, la reputación y la responsabilidad corporativa están profundamente arraigadas en la cultura empresarial. Incluso en China, pese a las diferencias políticas, se observa una creciente presión hacia la sostenibilidad debido a demandas globales y compromisos ambientales.

Estados Unidos vs. Europa: Una brecha ideológica renovada

Tras la primera presidencia de Donald Trump (2016–2020), ya existía una marcada diferencia entre Europa y Estados Unidos en lo que respecta al enfoque empresarial sobre sostenibilidad. La situación se ha intensificado desde su reelección en 2025. Bajo su nuevo mandato, se ha impulsado con fuerza una agenda “antiwoke” que rechaza regulaciones climáticas, políticas de inclusión y estándares ESG obligatorios, argumentando que estos suponen una amenaza a la libre empresa y a la soberanía económica.

Mientras Europa sigue avanzando hacia un modelo regulado de capitalismo responsable —con leyes concretas y exigencias estrictas—, Estados Unidos se inclina cada vez más hacia la desregulación, permitiendo a las empresas optar voluntariamente por prácticas sostenibles. Esta diferencia ideológica genera consecuencias globales, ya que muchas multinacionales adaptan sus políticas en función del entorno normativo más laxo.

América Latina y la República Dominicana: Desafíos estructurales

En América Latina, el concepto de valor a largo plazo aún es incipiente. Muchos países enfrentan problemas estructurales: informalidad económica, inestabilidad política y dependencia de industrias extractivas. En ese contexto, hablar de sostenibilidad suena muchas veces utópico o secundario.

Sin embargo, la presión de los mercados internacionales y los consumidores globales empieza a hacer mella. Empresas exportadoras deben cumplir con normas de sostenibilidad para poder acceder a mercados europeos o norteamericanos. Esto crea incentivos para modernizar prácticas empresariales.

En la República Dominicana, hay un creciente interés en el desarrollo sostenible, pero todavía falta una cultura corporativa que integre de forma sistémica la sostenibilidad en la estrategia de negocio. Algunas empresas del sector turístico y agroindustrial ya dan pasos en esa dirección, pero se requiere una visión más integral, impulsada por políticas públicas, educación empresarial y demanda social.

El caso neerlandés: Gobernanza con propósito

Un ejemplo inspirador viene de los Países Bajos. El código holandés de gobernanza corporativa establece que las empresas deben centrarse en la creación de valor sostenible a largo plazo. Esto implica no sólo generar beneficios para los accionistas, sino también tomar en cuenta su impacto en las personas y el medio ambiente —el principio de people, planet, profit.

Este enfoque demuestra que es posible alinear la rentabilidad con la responsabilidad. Las empresas neerlandesas entienden que la confianza pública, la reputación internacional y la resiliencia operativa son activos clave. Además, los órganos de supervisión están legalmente obligados a evaluar las decisiones empresariales con base en su contribución al valor sostenible, y no exclusivamente en los resultados financieros de corto plazo.

¿Qué puede aprender América Latina?

La gran lección para América Latina es que el compromiso con la sostenibilidad ya no es opcional. Las expectativas globales cambian rápidamente, y las empresas que sigan operando bajo lógicas puramente extractivas o especulativas perderán competitividad. Para adaptarse, se requiere un cambio de mentalidad empresarial que privilegie la resiliencia sobre el beneficio rápido, una inversión seria en conocimiento sobre sostenibilidad y gobernanza, y una integración real de los factores ESG en la toma de decisiones corporativas. A esto se suma la necesidad de políticas públicas coherentes que acompañen este proceso de transformación.

Conclusión: La sostenibilidad no es una moda, es una estrategia

El mundo empresarial está cambiando. La lógica del beneficio a corto plazo pierde terreno ante una visión más completa, más responsable y —paradójicamente— más rentable en el largo plazo. América Latina no puede quedarse atrás. No se trata sólo de “seguir tendencias”, sino de construir economías más resilientes, más justas y más preparadas para los desafíos del siglo XXI.

Armand Toonen

Director Ejecutivo del Holland House Caribbean. Consejero Independiente

Armand Toonen, PDEng MSc CPIM MBA, es actualmente Director Ejecutivo del Holland House Caribbean, Consejero Independiente e inversionista. Armand tiene treinta años de experiencia en multinacionales de clase mundial que operan en servicios financieros, telecomunicaciones y alta tecnología en Europa, América y Asia. En la Republica Dominicana trabajo como Vicepresidente en Orange, AGL, Banco Santa Cruz y Altice. Historial comprobado como CEO, CCO, CMO, COO, CSO y consultor. Experiencia en “growth hacking” mediante redefinición de estrategias, transformación (digital), fusiones y adquisiciones y creación de equipos de alto rendimiento. Armand tiene un doctorado y varias maestrías en administración de empresas, ingeniería industrial y logística. Se preparó entre otros en Harvard Business School y Hemingway para el rol de consejero. Ex miembro del Programa de Liderazgo Global de Vodafone.

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