República Dominicana es conocida por sus paradisíacas playas y su vibrante industria turística, pero en esos mismos espacios costeros, cada año ocurre un fenómeno tan silencioso como vital: la llegada de las tortugas marinas que anidan en las costas.

Esta especie se encuentra en peligro de extinción, y su protección representa un enorme reto para las autoridades ambientales, especialmente en un contexto de creciente desarrollo turístico, renglón que aportó más de RD$ 4,531.6 millones en ingresos fiscales entre enero y marzo del 2025, de acuerdo con estadísticas del Banco Central (BC).

En las costas dominicanas, las tortugas tinglar, de nombre científico Dermochelys coriacea, anidan entre marzo y noviembre de cada año y llegar a depositar entre 80 y 230 huevos, de tamaño similar a una pelota de golf. El Museo Nacional de Historia Natural los define como redondos, de color blanco y cubierta muy flexible.

Sin embargo, esta especie está declarada como “en peligro” (EP). Con ella están identificadas 434 especies bajo amenaza, de las cuales, 69 están en peligro crítico, 95 en peligro y 260 en situación vulnerable.

La temporada de anidación de la tortuga tinglar llegó este 2025 con señales preocupantes: menos nidos, playas bloqueadas por sargazo y zonas costeras sin suficiente personal de vigilancia, además de la masificación del turismo de ‘sol y playa’ y los efectos del cambio climático.

Pero, además, el informe anual 2024 de República Dominicana para la Convención Interamericana de Tortugas Marinas (CIT) destaca que la Dermochelys coriacea se enfrenta a amenazas como la captura incidental, desarrollo costero, contaminación y cambio climático.

El 12 de abril del 2023 inició la temporada de anidación y terminó el 17 de julio del 2023, con una frecuencia de monitoreo diario. El país registró nueve nidos, de acuerdo con el informe anual 2023 de República Dominicana para la CIT.

El titular del viceministro de Recursos Costeros del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, José Ramón Reyes, señaló que, en la Cumbre Mundial de los Océanos en Niza, Francia, han destacado la “situación que enfrentan las costas del país”, especialmente por la llegada masiva de sargazo y la contaminación plástica, “que afecta gravemente a la fauna marina, en particular a las tortugas”.

El funcionario destacó que, para el viernes 12 de junio, brigadas del Viceministerio llevaban cuatro días trabajando en la limpieza de la bahía de Barahona, una de las más afectadas. “Estamos abordando el problema del sargazo y también del plástico que arrastra, lo cual pone en peligro la biodiversidad marina”, señaló en conversación con ACENTO.

A pesar de ser una especie protegida desde 2012, mediante el Decreto 288-12 y reafirmado por 10 años más su protección (Decreto 285-23), los sitios de anidación enfrentan amenazas crecientes y reta a las autoridades a trabajar con mayor velocidad para proteger esta especie marina.

“Este año, en Playa Mosquea, vimos dos salidas al inicio de la temporada, luego el sargazo tapó completamente la playa”, explicó la bióloga Yolanda León, del Grupo Jaragua, una de las organizaciones que lidera la conservación de tortugas marinas en la región Sur del país. “Es muy probable que las tortugas que llegaron después hayan muerto, porque no pueden pasar por encima de esas masas espesas (algas)”.

En 2006, León y su equipo realizaron un recorrido nacional para identificar las principales playas de anidación del tinglar. Detectaron cuatro puntos: Playa Manresa, en Santo Domingo; el Parque Nacional Jaragua; Bahía de las Águilas y Colita. También se confirmaron sitios con presencia aislada, como isla Saona, San Pedro de Macorís y Boca de Soco.

Una especie en peligro por el desarrollo del turismo y pesca indiscriminada

Durante décadas, una laguna arrecifal del Este de República Dominicana —considerada zona de cría natural de tortugas marinas— sufrió una grave degradación ecológica producto de la pesca indiscriminada con redes de arrastre (chinchorros).

“Antes, aquí no había tortugas. Yo veía cómo los botes tiraban las redes todas las noches y al amanecer las recogían. Muchas veces encontraba tortugas atrapadas entre los peces muertos”, recordó el director de la Fundación Ecológica Los Arrecifes de Bávaro, quien desde 2016 ha trabajado por la recuperación del ecosistema marino.

La transformación empezó ese mismo año, cuando la Armada Dominicana inició un operativo para erradicar el uso de chinchorros en la zona. “Fue un trabajo excelente. A partir de ahí, las tortugas comenzaron a regresar”.

Para 2018, ya se notaba una población significativa de tortugas marinas. Pero la falta de continuidad en la gestión gubernamental ambiental ha sido un obstáculo constante.

“Cada vez que cambia el funcionario de turno, retrocedemos. Plantamos 200 mangles, y apenas se fue el encargado que nos apoyaba, los dueños del terreno los arrancaron”, lamentó.

El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales estableció un área protegida marina de 18.4 kilómetros cuadrados para tortugas en la laguna arrecifal de Bávaro. La resolución 0008-2024 fijó las restricciones para mitigar el impacto en las poblaciones de tortugas marinas que pueden ser impactadas por embarcaciones utilizadas en actividades turísticas.

Aunque se emitieron resoluciones y hay respaldo de las instituciones, la lentitud y burocracia limitan los avances reales. Para quienes luchan por conservar esta zona, el camino ha sido largo y lleno de obstáculos, pero la esperanza persiste. “Es una carrera de resistencia. Un paso adelante, dos atrás. Pero seguimos, porque vale la pena cuidar nuestros ecosistemas y proteger las tortugas”.

Pese al lento avance, el ejecutivo insistió en que la zona aún no ha alcanzado su verdadero potencial. “Esta laguna tiene un poder de recuperación increíble, solo necesita que la cuiden un poco”.

El titular del Viceministerio de Recursos Costeros y Marinos, José Ramón Reyes, destacó la creación de una base de datos con localizaciones de nidos, y la implementación del marcaje de nidos con cintas amarillas y el traslado de huevos en peligro a zonas seguras con el apoyo de organizaciones privadas.

Además, resaltó la regulación de iluminación costera, diseñada para proteger a las tortugas en zonas turísticas. “Esta normativa busca evitar que la iluminación artificial desoriente a las crías de tortugas, fenómeno que ocurre con frecuencia”.

El funcionario informó sobre la creación de una Red Nacional de Protección de Tortugas, que incluye una base de datos de nidos en zonas turísticas y programas de protección activa en coordinación con el sector privado.

“Estas acciones no solo buscan preservar las especies, sino también garantizar un equilibrio entre desarrollo turístico y sostenibilidad ambiental”, destacó.

En Miches, en la parte Noroeste de Quisqueya, suceden anidaciones. Durante la temporada de 2023, se registraron dos nidos de carey (Eretmochelys imbricata), de los cuales emergieron 82 neonatos. La tortuga verde (Chelonia mydas) tuvo un nido con 83 crías, mientras que la tinglar (Dermochelys coriacea) reportó 18 nidos que produjeron un total de 507 neonatos.

Esto fue posible en el monitoreo realizado por la Asociación de Hoteles y Turismo de El Seibo-Miches (ProMiches), que encabeza un programa de protección de tortugas marinas.

República Dominicana es uno de los países que protege el 30 % de sus áreas marinas. Cuida de 15,539 especies de flora y fauna a través de la Ley 64-00, y establecer la Lista Roja de especies en peligro, según los criterios de la Unión Internacional para la Conservación (UICN).

Desde la perspectiva turística, estas acciones resultan clave para mantener la calidad de las playas dominicanas, uno de los principales atractivos del país. El sector del turismo aportó RD$ 613,377.5 millones del producto interno bruto (PIB) y empleó a 406,845 personas.

“Cada vez más turistas buscan destinos responsables con el medio ambiente. Proteger nuestras costas es proteger nuestra industria turística”, comentó.

“El ecoturismo suma. Lo que resta es el turismo desorganizado y sin regulación”, señaló la Fundación Ecológica Los Arrecifes de Bávaro.

Descentralizar el turismo de sol y playa y de los hoteles todo incluido es uno de los retos de la industria nacional, que de acuerdo con el Environmental Performance Index, elaborado por la Universidad de Yale, el país está en los últimos lugares del mundo en preservación de servicios ecosistémicos. Y no es para menos, esta actividad de ocio atrajo a 3,069,766 extranjeros no residentes entre enero-abril del 2025, según el Ministerio de Turismo (Mitur).

“El sector es responsable de un importante uso de recursos y servicios públicos, lo que invita a que se adopten medidas para preservar sus diferentes activos naturales”, señala el informe Panorama de oportunidades de República Dominicana, elaborado por BID Economics.

Se necesitan mayores recursos para monitoreo

El estudio de las poblaciones de tortugas marinas nidificantes en el Parque Nacional Jaragua realizado en 2007 destacó que a pesar del incremento en la protección se siguen recolectando huevos de las playas de anidación en todas las áreas de puesta del país. Del total de nidos registrados en Saona y Jaragua, se encontraron 213 nidos depredados por personas.

Los porcentajes de depredación se han mantenido constante entre años (el 54.4 % en 2006 y el 51.3 % en 2007), entre especies (tinglar: 50.1 %; carey: 54.7 %; verde: 43.8 %) y entre áreas (Jaragua: 53.6 %; Saona: 50.3 %). 

Si se descuentan los nidos incubados artificialmente, estos números indican que sólo el 25 % de los nidos puestos en las playas se incuban de forma natural sin ser depredados

Aquí entra la fase de monitoreo, que según explicó la bióloga Yolanda León, exige una logística intensa: personal capacitado que pueda patrullar a diario durante varios meses, con transporte, alimentación, equipo especializado y comunicación.

“Hace siete años tuvimos que interrumpir el trabajo por falta de financiamiento, y retomarlo ha sido muy difícil. Las tortugas siguen llegando, pero no hay nadie para protegerlas”.

“En otros lugares, simplemente no hay recursos. Este año pudimos retomar el monitoreo en Jaragua, pero hay playas donde no tenemos presencia alguna”, destacó la profesora de investigación en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), Yolanda León.

El marco legal, aunque sólido en papel, carece de aplicación efectiva. Las tortugas marinas están protegidas por ley y República Dominicana ha firmado acuerdos internacionales como la Convención Interamericana para la Protección y Conservación de las Tortugas Marinas (CIT). Sin embargo, las áreas carecen de personal suficiente y del presupuesto necesario para garantizar su cumplimiento.

“El Estado no está cumpliendo su rol. No basta con tener un decreto; se necesita vigilancia permanente, guardaparques bien pagados y capacitados, y presencia constante en las playas”, reclamó León. “Algunas playas están tan aisladas que se necesitan dos días para llegar y patrullar”.

La conservación efectiva, según León, requiere más que buena voluntad. “Hace falta financiamiento, sí, pero también seres humanos: personas capacitadas que estén en el campo, tomando datos y patrullan cada noche. Sin eso, no podemos saber con seguridad si estamos mejorando o no. No hay monitoreo serio sin presencia constante”, insistió.

Una de las intervenciones más recientes ha sido en una playa poco vigilada entre Las Terrenas y Sánchez, cerca del Aeropuerto Internacional El Catey, Samaná. En alianza con Aeropuertos Dominicanos del Siglo XXI (Aerodom), la Fundación Eco-Bahía inició patrullajes diarios en vehículos todo terreno desde las 5:00 de la mañana. 

El impacto fue inmediato: en las primeras dos semanas del monitoreo, lograron rescatar cerca de un nido por día. “Es posible que terminemos la temporada con unos 50 nidos protegidos solo en esa playa”, estimó el director de la organización Alex Matos.

Creencias populares que arrebatan los huevos

En algunas zonas del Este, estos huevos siguen siendo recolectados y consumidos con fines supuestamente afrodisíacos.

“Es una creencia peligrosa e infundada”, explicó la bióloga. “Además de ilegal, tiene implicaciones de salud: tienen un colesterol altísimo. Hemos intentado incluso contactar a farmacéuticas para promover productos que reemplacen esa creencia”, destacó León.

Además de los problemas operativos, la especie enfrenta amenazas directas. La caza persiste en muchas comunidades costeras, y los huevos son recolectados por motivos tradicionales o comerciales, cuya unidad puede venderse desde los RD$ 80.

 A estos desafíos se suman factores culturales. Aunque la mayoría de la población dominicana conoce que la caza de tortugas y la extracción de huevos son ilegales, todavía persisten prácticas tradicionales en ciertas comunidades.

“Todavía vemos comunidades costeras que se aferran a esas supersticiones”, advirtió León. “No es que no sepan que está prohibido; la mayoría lo sabe, incluso los propios tortugueros te pueden dar una charla sobre el peligro de extinción. Pero hay una desconexión entre ese conocimiento y las decisiones que toman. Nos falta mayor conciencia ambiental y compromiso comunitario”.

El Consejo Dominicano de Pesca y Acuicultura (Codopesca) decomisó 259 libras de tinglar, una de las cinco especies de tortugas marinas que anidan en las costas dominicanas y están bajo veda permanente.

La Ley 64-00 establece en los artículos 174 y 175 las penas para quienes causen daño a la biodiversidad como caza ilegal, recolección de huevos y comercio de especies protegidas con penas que van desde cinco a 3,000 salarios mínimos y prisión entre seis meses y tres años, según el daño y reincidencia. Similar a la Ley 307-04 de Pesca y Acuicultura, que prohíbe la pesca de especies en veda, y el Artículo 87 detalla que se prohíbe capturar, matar o perturbar tortugas marinas con multas de hasta 3,000 salarios mínimos.

En el caso de la pena monetaria, el salario mínimo es de RD$ 15,860 (microempresas) a mayo 2025, lo que equivaldría a RD$ 79,300 y RD$ 47.5 millones en multas, de acuerdo con cálculos de ACENTO.

Hoy, la bióloga teme que los logros alcanzados estén en retroceso. La disminución de nidos registrados, el avance del sargazo y el abandono de sitios clave evidencian una tendencia alarmante. En algunos años, apenas se reportan entre 40 y 60 nidos en todo el país, una cifra ínfima en comparación con otros territorios del Caribe.

“República Dominicana no tiene grandes arribazones. Aquí no llegan miles de tortugas como en Trinidad. Por eso, cada nido cuenta. No podemos darnos el lujo de perder ni uno solo”, destacó a ACENTO. 

Entre las islas de las Antillas Mayores, La Española ha experimentado posiblemente la mayor disminución en la anidación.

“Los habitantes de la región han estado capturando activamente tortugas marinas durante siglos, lo que ha provocado extinciones locales en muchas zonas”, estableció la Organización Sea Turtles of the Caribbean. 

Más allá del rescate y reubicación de nidos, la Fundación Eco-Bahía lleva a cabo una campaña de educación ambiental en comunidades costeras. La meta es clara: desmontar el mito del supuesto valor afrodisíaco de los huevos de tortuga y fortalecer una cultura de respeto a la biodiversidad.

“No es solo proteger nidos. Estamos intentando cambiar una cultura y crear conciencia sobre los riesgos para la salud humana y el daño ambiental que implica consumir estos huevos”, enfatizó Matos.

José Ramón Reyes, viceministro de Recursos Costeros, hizo un llamado a la ciudadanía a no caer en mitos sobre el consumo de huevos de tortuga y a rechazar el uso de fundas plásticas, las cuales suelen ser confundidas por las tortugas con medusas, su alimento natural. Esto se debe alinear con el ítem 14 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) “vida submarina” que destaca que los Gobiernos deben conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y recursos marinos.

Karla Alcántara

Periodista. Abanderada por los viajes, postres y animales. Ha escrito sobre economía, turismo y cine. Ha cursado diplomados sobre periodismo económico impartido por el Banco Central, periodismo de investigación por el Instituto Tecnológico de Santo Domingo, finanzas por el Ministerio de Hacienda y turismo gastronómico por la Organización Internacional Italo-Dominicano.

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