Uno pensaría que un escritor que ha dedicado toda una vida a la creación literaria, que ha elevado el pensamiento nacional y enriquecido el acervo cultural del país, sería finalmente reconocido en la cúspide de su carrera con el mayor galardón que puede otorgarse a un autor o autora en la República Dominicana: el Premio Nacional de Literatura. Este reconocimiento, concebido para honrar la trayectoria, el talento y el compromiso con las letras, debería ser símbolo de justicia y mérito. Sin embargo, la realidad ha demostrado ser otra.

Por razones que se repite—y que he denunciado en múltiples ocasiones—, las decisiones del jurado encargado de otorgar este premio parecen responder más a intereses particulares, favoritismos y vínculos personales que al verdadero peso literario de los autores y autoras. ¿Acaso ignoran la trascendencia de las trayectorias de nuestros escritores? ¿O simplemente eligen mirar hacia otro lado, negándoles el reconocimiento a quienes realmente lo merecen?

Cada vez que nombres como Pedro Peix, Alexis Gómez Rosa, Norberto James Rawlings o René Rodríguez Soriano se suman a la lista de autores fallecidos sin haber recibido este premio, la pregunta es inevitable: ¿por qué no se les otorgó? ¿Qué motivaciones ocultas se interpusieron entre su obra y el merecido reconocimiento?

Este año, el 22 de marzo, murió otro gigante de las letras dominicanas, el dramaturgo Iván García Guerra, sin que su nombre haya sido honrado con este galardón, a pesar de las múltiples voces que durante años clamaron por su reconocimiento. Y apenas meses después, el 5 de agosto, falleció José Rafael Lantigua, escritor consagrado y gestor cultural de una obra vasta y profunda, también sin haber sido distinguido con el Premio Nacional de Literatura. ¿Hasta cuándo esta cadena de omisiones imperdonables?

Lo que debería ser un homenaje en vida se convierte, una y otra vez, en una deuda póstuma. Pero un premio póstumo, cuando llega, no es más que una admisión tardía de culpa, un parche sobre una herida abierta.

No se puede seguir premiando a conveniencia. La literatura dominicana merece respeto, y sus autores, justicia. Lo contrario es una afrenta al legado que están construyendo, una burla a su entrega, y una mancha sobre la institución que otorga el premio más importante de nuestras letras.

Gerson Adrián Cordero

Escritor

Gerson Adrián Cordero (Luperón, Puerto Plata, República Dominicana, 03/04/1991) es licenciado en Educación con mención en Letras, con diplomados en literatura, historia y cultura dominicana. Escritor, editor y promotor cultural, ha publicado novelas, poesía y cuentos. Es colaborador habitual de los medios digitales Acento.com y Alasunto.com. Además, dirige el Círculo Literario César Nicolás Penson y coordina el grupo Literatura Universal. Ha sido galardonado con el Premio Uneviano Nacional de Cuentos 2019 y fue reconocido como Joven Escritor del Año 2024 por el Taller Literario Virgilio Díaz Grullón de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

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