La obsesión y el apego emocional hacia una persona pueden ser un detonante en la vida de algunas personas, mientras que para otras se convierte en una parte positiva. Según expertos en el comportamiento humano, muchas personas desarrollan conductas de apego como un mecanismo de supervivencia en momentos de temor, angustia o estrés.
La obsesión se define como una preocupación o idea que acapara la atención intelectual, acompañada de un penoso sentimiento de ansiedad. Se caracteriza por la necesidad insaciable de poseer y ser poseído. Esta condición era la que arropaba a Juan Pablo Castel, un pintor peculiar que, a pesar de usar el arte para comunicar su visión del mundo, nunca asistía a las exposiciones. Sin embargo, en el Salón de Primavera de 1946, presentó su cuadro "Maternidad".
Una chica, llamada María, se detuvo por un largo tiempo a observar la pintura. Castel se percató de su presencia y, desde ese momento, no pudo dejar de pensar en ella. Estaba convencido de que era la única persona que había entendido su arte. Se imaginaba posibles encuentros, creaba diálogos y pensaba en los lugares donde se encontrarían, esperando con ansias ese momento.
Un día, Castel se encontró con María y la persiguió hasta la compañía "T". La abordó y trató de recordarle la pintura. El hecho de que ella no se acordara de su obra le causó gran estrés. Después de hablar unos segundos, María confirmó que no la recordaba, por lo que Castel salió corriendo, confuso y ansioso. Ella lo siguió y le expresó que, en efecto, sí se acordaba de la pintura, lo que hizo a Castel muy feliz. Había esperado mucho por ese momento. Sus pensamientos sobre ella lo habían acompañado hasta que pudo volver a verla y expresarle sus sentimientos.
En su escrito desde la cárcel, en primera persona, Castel rememora continuamente los sucesos negativos. Se encierra en sí mismo y cree que nadie lo entenderá. Después de aquel encuentro, siguió pensando en ella y en la esperanza de verla de nuevo. Surgieron más salidas y llamadas. Castel se dio cuenta, al llamarla a su casa, de que ella se había ido a la estancia de su primo Hunter. María le había dejado una carta a Allende, su esposo, y en ella confirmaba que era casada.
Al enterarse de que María era casada, se sintió muy confundido. Sin embargo, la carta decía "yo también pienso en usted", lo que le dio esperanza. A pesar de esto, el hecho de que estuviera casada lo alejaba de ella. Desde ese momento, sus celos y su obsesión crecieron. Tuvieron algunos encuentros amorosos y conversaciones en las que él le preguntaba por qué no le había dicho que era casada. Él seguía dudando de ella a diario, ya que ella evadía sus preguntas y no le daba detalles. Los encuentros de María con Hunter continuaban.
Castel, incapaz de soportar la situación, mató a María. Su historia es un claro ejemplo de cómo la obsesión y el apego emocional pueden llevar a actos inimaginables. Depender de otra persona es entregarle la vida, los recursos y las decisiones. Esta problemática se refleja a menudo en la sociedad como un mal que mata poco a poco.
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