Is  not she lovely? Is not she wonderful? Is not she precious? /Stevie Wonder 

El Universo y el concierto de dioses que nos ayudan a soportar esta alocada existencia humana, mortal e incomprensible  (¿para qué estamos aquí?) y ahora supuestamente regido por el cavernícola naranja de turno, me regalaron el pasado lunes 15 de septiembre a Miranda, la nietísima,  no por ostentación a   referencias de dictadores orinados en los pantalones mientras que con el índice matan y desaparecen,  como alguna vez cantó el viejo flaco rosarino de Fito Páez. (Esto no va de política, allá voy).

La gran noticia es que mis queridos hijos Emmanuel José Arias Cedano y Hortencia Recio han   sido los creadores de este maravilloso regalo: Miranda, que significa “maravillosa o admirable”. Y que valga la redundancia.

Emmanuel José Arias Cedano y Miranda.

Para dármela de culturata les digo que Shakespeare, el inglés de los bigoticos ralos, escribió la obra de teatro “La Tempestad”, cuyo uno de los personajes se llama Miranda.

Según diccionarios del latín, es un nombre de gran elegancia poética que ha sido utilizado por varias culturas en este planeta hermoso y desvencijado .

Este domingo , las Crónicas de la Bohemia del periódico digital Acento,  celebra esta nueva dicha para mí corazón,  este privilegio,   similar al regalo de una nube de verano o viajar en el lomo plateado de una luna llena, sin preguntar para dónde vamos.

Hoy no toca escribir historias sobre este mundo incierto, ciego de ambiciones pendejas y banalidades estúpidas, supinas,  sino celebrar la llegada de Miranda a mi vida y a la de nuestra familia.

¡Fermín Arias Belliard, mi fenecido padre,  ya le hubiera puesto un apodo! ¿O ya se lo puso donde quiera que esté?

José Arias

Periodista y escritor

Periodista y escritor

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