La Guerra de la Restauración (1863-1865) ocupa un lugar fundamental en la historia dominicana, no solo por haber recuperado la independencia frente a España, sino también por la composición social de sus protagonistas. Juan Bosch, en su obra Composición social dominicana, interpreta este proceso desde un ángulo novedoso: más allá del heroísmo y la lucha armada, la Restauración fue esencialmente el resultado de la acción de la pequeña burguesía dominicana en todos sus niveles. En ella se revela tanto el ardor patriótico de un pueblo dispuesto a defender su soberanía como las profundas contradicciones sociales que marcaron al país en el siglo XIX.
Para Bosch, la Restauración no fue simplemente una reacción nacionalista, sino el resultado de la acción concertada de la pequeña burguesía, que aspiraba a expulsar a España y asumir el poder político. El autor afirma:
“La guerra Restauradora fue una guerra de todos los sectores de la pequeña burguesía, unidos en una ardiente aspiración de expulsar a los españoles y tomar el poder político de una vez por todas” (Bosch, 1981, p. 182).
No obstante, esa unidad inicial pronto se resquebrajó. Mientras la alta y la mediana pequeña burguesía se quedaron con la dirección política, la baja pequeña burguesía, conformada por campesinos pobres, peones y artesanos, aportó el grueso de las fuerzas militares. Esta tensión generó un enfrentamiento interno que perduró incluso después de la guerra:
“Cuando la guerra vino a terminar ya estaba iniciada de hecho la larga, la interminable lucha de los bajos pequeños burgueses contra los altos y los medianos que iba a mantener el país durante muchos años en un estado prácticamente de caos perpetuo” (Bosch, 1981, p. 182).
Bosch subraya además que la violencia y el carácter feroz del conflicto respondieron a la participación de los sectores más explotados y despreciados de la sociedad, quienes vieron en las armas una oportunidad de ascenso social y de revancha contra sus opresores:
“La baja pequeña burguesía combatió entonces con la cólera insensata, casi salvaje, de los sectores sociales más explotados y despreciados que se ven de pronto con armas en la mano y las usan para aniquilar a sus enemigos” (Bosch, 1981, p. 183).
De ahí que, más allá de la victoria militar contra España, la Restauración expuso la fragilidad estructural del país. No existía una burguesía consolidada capaz de dirigir el proceso, ni una clase trabajadora organizada que sirviera como base para un proyecto político nacional. Los líderes restauradores eran en su mayoría pequeños burgueses de origen humilde, que actuaban en un contexto anárquico y marcado por la pobreza. Como sintetiza Bosch:
“Eran simplemente pequeños burgueses, de origen bajo pequeño burgués, actuando de líderes en una sociedad donde ni había burguesía que dirigiera ni había masa trabajadora a la cual dirigir” (Bosch, 1981, p. 187).
La interpretación del profesor Juan Bosch sobre la Restauración constituye una invitación a reflexionar sobre la naturaleza de las luchas sociales en la historia dominicana. La gesta restauradora, aunque representa un triunfo patriótico indiscutible por la expulsión de España, puso también de relieve las limitaciones de una sociedad dominada por la pequeña burguesía: anárquica, fragmentada y carente de un proyecto nacional sólido. La grandeza del proceso convivió con la fragilidad de un país que, tras la victoria, quedó sumido en enfrentamientos internos y en una inestabilidad política que se prolongó durante años. En este sentido, Bosch sostiene que la Restauración no debe entenderse únicamente como una guerra de independencia, sino como un espejo de las contradicciones sociales que marcaron de manera persistente la vida dominicana en el siglo XIX y que explican las dificultades posteriores para consolidar un Estado estable.
Referencia
Bosch, J. (1981). Composición social dominicana. Historia e interpretación. (Cap. XVIII: La Restauración, obra de la pequeña burguesía). Duodécima edición. Santo Domingo: Editora Alfa y Omega.
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