En medio de un Santo Domingo enervante y caótico, resulta difícil creer que una actividad literaria reviente un auditorio como el del Banco Central, sobre todo cuando son las seis de la tarde y es miércoles. Pero cayó el milagro. Llego con tiempo a la actividad, y lo primero que llama mi atención es la enorme fila en la puerta del recinto, un grupo bastante variopinto de asistentes que murmuran sobre la autora invitada, sobre su libro estrella, y pronto muestran sus tiques de entrada e ingresan impacientes. Luego descubro por qué: casi no quedan asientos disponibles, la sala está abarrotada. Me cuesta dar con dos lugares (asistí con mi esposa) y miro en derredor solo para confirmar algo todavía más sorprendente: no solo son asistentes, son cientos de lectores que abrazan ejemplares de El infinito en un junco. Y digo sorprendente porque si bien en República Dominicana no faltan lectores, sí suele echarse en falta ese ingrediente de devoción y fidelidad que suscitan algunos autores, algunos libros, sobre los tropiezos cotidianos de entre semana.

El evento, titulado «El poder de la palabra contra la palabra del poder», consistía en un encuentro entre la escritora española Irene Vallejo y el poeta dominicano José Mármol, con una posterior firma de libros. Auspiciado por el festival Mar de Palabras, formaba parte de un ciclo de actividades de la autora en el país. Tras las palabras de introducción de Minerva del Risco, directora de Mar de Palabras y anfitriona de todo aquello, Mármol explicó la dinámica del encuentro: él solo «provocaría» a Irene y se mantendría en un segundo plano. Y aquí es preciso destacar su papel, porque he sido testigo de primera mano de lo difícil que resulta a algunas personas mantenerse como «segundo» en un diálogo de esta categoría; sin afán de protagonismo, con su estilo sosegado, ecuánime, puntual, hizo preguntas abarcadoras que pusieron de relieve planteamientos de mucha actualidad, como la censura y «quema» de libros, ese sentimiento de decadencia que prevalece en nuestra realidad, la importancia de los hábitos de lectura para profundizar vínculos personales. Vallejo y Mármol pronto se hicieron dueños del escenario y suscitaron una atmósfera de hechizo en torno a un diálogo cada vez más rico y estimulante.

Y es que Irene Vallejo es pura magia. Su calidez, su facilidad de palabra, su sola presencia evoca algo que raya lo sobrenatural. Sus respuestas se ramificaban e hilvanaban todo tipo de referencias, situaciones, paralelismos. Uno no parecía cansarse de escucharle, aun cuando sus intervenciones superaban de forma ininterrumpida el cuarto de hora. Particularmente me gustó cómo señaló la relación paradójica del fuego con las historias; cómo, por un lado, se empezaron a contar historias alrededor de una fogata, un fuego pacífico y acogedor, y por otro, cómo hicieron de las llamas un elemento hostil y destruyeron, mucho después, miles y miles de páginas de historia en distintas épocas y geografías. Pensé por un momento en aquel emperador chino que, como bien citó Borges alguna vez, mandó a quemar todos los libros que le precedían para que la historia empezara con él. Irene hablaba de la famosa biblioteca de Alejandría y su trágico fin, de la actual «cancelación» de miles de libros en bibliotecas públicas de Estados Unidos. Y subrayaba ese carácter de resistencia de la literatura, de su modo de sortear cualquier obstáculo y trascender.

Y tras romper ese ámbito de encantamiento, me quedé digiriendo varias cosas; cómo a veces los dramas personales, las tendencias degradantes de nuestra cultura y la vorágine digital opacan cualquier chispa auténtica de arte y nos mantienen pasivos y pequeños.  Cómo nos rendimos y nos dejamos arrastrar por la corriente, apenas flotando con nuestros sacos de sueños rotos. Cómo acumulamos días iguales e inútiles. Y miro a Irene, optimista, irradiando misterio y belleza. Llegado el momento de la firma de libros, ella notó que entre el público había gente con discapacidad y fue directamente hacia ellos para firmar sus ejemplares; paciente, cálida, sonriente; siempre sobresalía por una suerte de halo frágil y magnético, con su trajecito rojo, en medio de una multitud ansiosa que apenas era controlada por los edecanes. Ella se tomaba su tiempo en cada firma para intercambiar alguna palabra con sus lectores, para que se lleven algo dulce y secreto.

Irene Vallejo.

Mi esposa y yo convenimos en obtener esa firma para nuestra edición de bolsillo de El infinito en un junco. Jamás sospechamos que en ello tardaríamos más de dos horas, pero en el ínterin nos dimos cuenta de algunas curiosidades. Hicimos consciencia: estábamos en una enorme fila para la firma de un libro en República Dominicana. Un libro de ensayo de más de 400 páginas. Había numerosos clubes de lectura presentes, compuesto mayormente por mujeres; de hecho, fui uno de los pocos hombres en fila. Y nos preguntábamos, más de una vez, por qué este libro en particular conectaba con tanta gente. ¿Era una tendencia de redes sociales? ¿simple síndrome de Guacanagarix? Resultaba imposible no comparar esta actividad con otras con menos fortuna. Pero mi esposa, sagaz, comedida, tenía la clave: es ella, Irene, su pasión y extraordinario talento. Su energía. Cuando llegó el momento de la tan anhelada firma, Irene Vallejo nos recibió sin una pizca de cansancio y, siempre asistida por su entusiasta y sonriente esposo, nos regaló unas palabras y una experiencia que sé que siempre atesoraremos con mucho cariño.

Ronny Ramírez

Poeta, narrador y ensayista

Ronny Ramírez (República Dominicana, 1994). Poeta, ensayista y narrador. Licenciado en Letras por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Ha publicado el poemario Condeno la noche y sus perros de caza (Luna Insomne Editores, 2024). Escribe una columna cultural en el periódico Acento y ha publicado artículos en los medios dominicanos Listín Diario, Hoy y Diario Libre; ensayos y poemas en revistas nacionales e internacionales. En 2023, fue seleccionado por la UNESCO para participar en cursos de literatura y edición en La Habana, Cuba. Participa de forma recurrente en actividades literarias en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo (FILSD), el Centro Cultural de España Santo Domingo (CCESD) y el Centro Cultural Banreservas. Ha obtenido premios y menciones en certámenes como el Premio de Cuento Joven Pedro Peix 2020, el Premio de Ensayo Joven Max Henríquez Ureña 2021 (Feria Internacional del Libro Santo Domingo); el Concurso Internacional de Cuento 2021 (Casa de Teatro); y el I Concurso de Reseñas de Latin American Literature Today (LALT) 2023.

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