Desde tiempos inmemoriales, las acusaciones de plagio han estado presentes en el mundo de las letras. Sin duda, han existido plagios reales, pero, al menos entre los casos más célebres de la literatura, las más de las veces se ha tratado de acusaciones infundadas y absurdas. Por ejemplo: "La Regenta", de Clarín, y "Anna Karenina", de Tolstói, al inicio de ser publicadas fueron consideradas como meros plagios de "Madame Bovary", de Flaubert, lo cual, a mi entender, carece de objetividad. Otro ejemplo notable es el paralelismo que existe entre "Las tribulaciones del estudiante Törless", de Robert Musil, y "La ciudad y los perros", de Vargas Llosa, mas no hay plagio, ni siquiera imitación, pues en este último caso, al igual que en los referidos ejemplos, lo que existe es influencia, lo cual viene a ser algo muy diferente al plagio y a la imitación. No se puede hablar, sin embargo, de coincidencias, puesto que es evidente que en estos casos los autores conocían a sus modelos, pero nada más absurdo que dichas acusaciones de plagio, ya que además estas grandes novelas son obras maestras indiscutibles.
Menciono esto porque hace doce o trece años un librero muy ducho en el oficio me comunicó que, en la década de los setenta, siendo él un joven librero, en los países de habla hispana se armó un escándalo literario tras algunos críticos considerar a "Cien años de soledad" un plagio de "La búsqueda del absoluto" y que, por ende, en ese entonces la mayor parte de los lectores de la capital dominicana pasaban por su librería a preguntar una y otra vez por estos dos libros. Decía que en este país era fácil encontrar el libro de García Márquez, pero no el de Balzac. Decía, además, que esa acusación de plagio generó dos bandos entre los lectores de la década de los setenta: por un lado, estaban los que secundaban la acusación, y, por otro lado, los que la descalificaban. Esto me llevó a buscar información al respecto en Internet: Supe que la controversia se desarrolló luego de que Miguel Ángel Asturias afirmara que el plagio de García Márquez era real. Con los años, la acusación fue perdiendo vigencia, pero a inicios del presente siglo, cuando se creía que el tema estaba ya completamente enterrado, un controversial escritor colombiano —un tal Fernando Vallejo— se adhirió al bloque de los que firmemente han creído que sí hubo plagio.
Cuando el librero me comunicó lo del supuesto plagio, yo había leído "Cien años de soledad", mas no "La búsqueda del absoluto", razón por la cual hice de inmediato mil y un intentos para encontrar el libro de Balzac. En ese momento no me fue posible encontrarlo en ninguna librería. Con el tiempo terminé olvidándolo, pero en mayo del año pasado lo encontré por casualidad en una librería de Santiago. Hace ya una semana que comencé a leerlo y, conmovido e impresionado como pocas veces, terminé tan grata lectura hace dos o tres horas. Pero el libro de García Márquez lo leí por vez primera en 2011 y lo volví a leer el mes pasado, de modo que mis lecturas más recientes son estos dos libros, por lo que, como lector de ambas novelas, me creo autorizado a externar mi parecer sobre si en este caso hay o no hay plagio.
Puedo decir que las primeras páginas de "Cien años de soledad" —precisamente las que describen la generación de José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán— guardan un enorme paralelismo con las páginas de "La búsqueda del absoluto", pero es básicamente en lo referente a José Arcadio Buendía y Balthazar Claës, puesto que los dos se obsesionan con la ciencia y la alquimia. Ambos son hombres de genio y, también, a una misma vez son admirados, burlados e incomprendidos por sus compueblanos. José Arcadio Buendía es iniciado en la ciencia y la alquimia por un alquimista gitano llamado Melquíades, y Balthazar Claës es iniciado por un alquimista polaco. José Arcadio Buendía gasta los ahorros de la familia a cambio de inventos llevados a Macondo por los gitanos, tales como, entre otros, el imán, la lupa, el catalejo, la dentadura postiza, el hielo y un laboratorio de alquimia; Balthazar Claës gasta la enorme fortuna familiar en productos químicos y en un laboratorio de alquimia. José Arcadio Buendía descubre que la tierra es redonda, y Balthazar Claës logra inventar al final un diamante. Ambos están convencidos de que, con sus experimentos químicos, llegarán a encontrar la piedra filosofal. Los dos, de alguna manera, son personajes a veces con una alta dosis humorística. En la vejez José Arcadio Buendía es tildado de loco y, como tal, amarrado a un horcón en el patio de la casa, y Balthazar Claës es también tildado de loco y en una ocasión apedreado de tal modo que meses después muere a consecuencia de ello. Y así podría uno seguir y seguir enumerando analogías entre José Arcadio Buendía y Balthazar Claës.
Pero hay otros paralelismos entre los dos libros: en "Cien años de soledad" la acción transcurre en Macondo, un pueblo ficticio inspirado en Aracataca, y en "La búsqueda del absoluto" la acción transcurre en Douai, un pueblo de Francia muy similar a Macondo en algunos aspectos provincianos descritos por Balzac. Las grandes fiestas de las celebraciones de boda que se celebran en "Cien años de soledad", son similares a las que se celebran en "La búsqueda del absoluto". En ambos libros, las guerras llegan a obstaculizar algunas celebraciones. José Arcadio Buendía es el primero de siete generaciones en Macondo, y Balthazar Claës pertenece a la séptima generación de su estirpe, pero en el libro de García Márquez se desarrollan las siete generaciones de la estirpe, en tanto que en el de Balzac sólo se hace hincapié en la séptima
No podemos olvidar que el título que García Márquez pensaba ponerle a "Cien años de soledad" era "La casa". Este detalle es fundamental, porque la vivienda más grande de Macondo era la de los Buendía y porque esta casa está tan presente en el libro, que se convierte casi en un destacado personaje de carne y hueso; lo mismo ocurre en "La búsqueda del absoluto", puesto que la casa de los Claës es la más grande de Douai y es tan visible en el libro que, también, se convierte en protagonista. Ambas casas, la de los Buendía y la de los Claës, tienen una buhardilla que funge de laboratorio de alquimia.
Existen otras similitudes en estos dos libros, a saber: Úrsula Iguarán guarda un estrecho parecido con la señora Claës (como mujer, como esposa y como madre). Ambas mujeres aman a sus esposos, son fieles y de carácter recio. Ambas tratan de poner el equilibrio en sus respectivas casas tras las "locuras" de sus respectivos esposos. De igual manera, los párrocos Nicanor Reyna y Antonio Isabel tienen en Macondo una influencia semejante a la que tiene el abate Solís en el Douai que describe Balzac en "La búsqueda del absoluto". Fernanda del Carpio y Remedios, la bella, eran de extraordinaria belleza física en Macondo, y Marguerite era también una joven de inigualable belleza en Douai; además, al igual que Fernanda del Carpio en Macondo, Marguerite fue elegida como reina de las grandes fiestas de Douai. Existe, además, un matrimonio entre primos en el libro de Balzac: o sea el notario Pierquin, que corteja en vano a su prima Marguerite, se casa con su prima Feliciana (hija de Balthazar Claës y hermana de Marguerite); pero a diferencia del carácter edípico que subyace en el libro de García Márquez, en el de Balzac no existe ni remotamente tal detalle porque en su libro ese amor entre primos es sólo un ligero y casi imperceptible "incesto", si es que lo hay, pues en este caso se trata de una situación aprobada por las costumbres de la época y del lugar, lo cual ni siquiera llama la atención de los personajes, ni del lector, por ser en tales casos normal y legal las bodas entre primos cercanos y lejanos, independientemente de si fuesen bodas por amor o por interés.
Ahora bien, ¿hubo realmente plagio de parte de García Márquez? A mi entender, no hay plagio en este caso, pero, como ya indiqué, existen algunos paralelismos. Además, me parece evidente que García Márquez había leído antes esta novela de Balzac y, aunque nunca lo dijo, es probable que esa fuese una de sus novelas favoritas, puesto que, entre otras razones que no vienen al caso, es una novela cuya acción refleja parte de la vida del propio García Márquez, tal como ese aislamiento en que se mantuvo para escribir "Cien años de soledad" y la esperanza y seguridad que tenía en el éxito del libro una vez que lo terminara; es lo mismo que vivió Balthazar Claës al intentar encontrar la piedra filosofal; la espera del señor Claës es, de algún modo, la misma espera del protagonista de "El coronel no tiene quien le escriba"; y la fe del coronel en que sin duda llegará la pensión para resolverlo todo en su casa y que a la vez el gallo de pelea ganará con toda seguridad, es la misma seguridad inquebrantable de Balthazar Claës en su larga e incansable búsqueda de la piedra filosofal. Pero, lo repito, no hay plagio en "Cien años de soledad". De todos modos, la respuesta la tiene cada lector porque al leer ambos libros puede, desde su propio punto de vista, rebatir o secundar la referida acusación de plagio. De hecho, se dice que a García Márquez le preguntaron sobre esta acusación y sólo se limitó a sonreír y a decir que la respuesta la tenía el libro y que éste se defendería solo. Eso dijo, y yo creo que esa es la mejor de las respuestas.
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