Así es. El origen latino del adjetivo bueno es bonus, con una /o/ que, en español, diptonga al recibir el acento, pero que se mantiene si es inacentuada: bueno, pero bonachón, bondad. Esta alternancia fonética entre la vocal /o/ y el diptongo /ue/ sucede con muchos ejemplos, como puerta/portero, puedo/podía, muerte/mortal. Es lógico, por tanto, que el diminutivo de bueno fuera originalmente bonito, ya que la /o/, en este caso, no recibe el acento.

Sin embargo, así como ha sucedido en otros casos, en el término bonito el sufijo diminutivo perdió su sentido original y la palabra se convirtió en una unidad léxica con un significado distinto al de su raíz. Se produjo un proceso de lexicalización que le otorgó a ‘bonito’ (bello, hermoso) el derecho a una entrada propia en el diccionario, distinta a la de ‘bueno’ (honrado, virtuoso). En este caso, el diminutivo ha actuado como un recurso de formación de una nueva palabra.

Otros ejemplos que ilustran la lexicalización del diminutivo son los siguientes:

  1. Bolsillo (de bolso): Saquito de tela cosido a una abertura en la ropa, para meter en él algunas cosas.
  2. Bombillo (de bombo; también bombilla en otros países): Globo de cristal que sirve para alumbrar.
  3. Casilla (de casa): Cada una de las divisiones del casillero.
  4. Frenillo (de freno): 1. Membrana que sujeta la lengua por la parte inferior. 2. Cada uno de los tirantes que lleva la chichigua, que convergen en la cuerda que la sujeta.
  5. Habichuela (de haba): Frijol, judía.
  6. Maletín (de maleta): Especie de bolso o maleta pequeña.
  7. Molenillo (de molino molinillo): Palito que se gira de un lado a otro entre las manos para batir chocolate y otras bebidas. La disimilación (molenillo por molinillo) es causada probablemente por una asociación con moler y no con molino, que es también un término de la misma familia léxica de moler.
  8. Pantaloncillo (de pantalón): Prenda interior masculina de vestir.
  9. Pañuelo (de paño): Pedazo de tela pequeño que sirve para limpiarse la nariz o el sudor.
  10. Sombrilla (de sombra): Paraguas.

¿Por qué en español se dice buenos días en plural?

Esta expresión plural de saludo es típica del español. En otras lenguas románicas dicha fórmula se presenta en singular, equivalente a decir buen día. En italiano es buon giorno; en portugués, bom dia; en francés, bonjour; en catalán, bon dia. Y en inglés se desea literalmente buena mañana: good morning.

Es oportuno señalar que en varios países hispánicos se ha ido propagando cada vez más el saludo en singular, buen día, que compite ahora con el habitual buenos días. Y no se puede dudar que esta tendencia reciente haya sido estimulada por la tentación natural de muchos hablantes de encontrar una explicación lógica a los hechos lingüísticos.

El origen de la locución plural española está muy probablemente relacionado con el saludo tradicional ‘Buenos días nos dé Dios’, de uso frecuente en el pasado, con el que no solamente se hacía referencia al día en curso sino también a los días sucesivos. Es posible también interpretar el uso del plural como una señal respetuosa y de cortesía, con un valor expresivo y enfático, más que de cantidad. Una utilización semejante se descubre en otras fórmulas usadas en las relaciones personales: felicidades, muchas gracias, saludos, recuerdos.

En cualquier caso, no se puede perder de vista que las lenguas no son sistemas lógicos, sino arbitrarios, comenzando con el signo lingüístico mismo, que es convencional por necesidad, como lo demuestra la existencia de diferentes lenguas. La asociación del significante (nombre) específico con el significado (sentido) correspondiente es fruto de un acuerdo colectivo virtual contraído a lo largo de la historia. El sentido de ‘mesa’, por ejemplo, se expresa en español con la forma fonética [mésa], no porque exista una relación natural entre ambos, sino porque así ha sido siempre, desde que la forma latina mensa se convirtió en la castellana mesa. En definitiva, se podría decir que es así porque sí.

También por el carácter arbitrario de las lenguas, en muchas ocasiones resulta imposible hallar respuesta al por qué de determinados fenómenos lingüísticos. Por ejemplo, si las personas tienen dos pies, ¿por qué se dice ponerse de pie? De igual manera, si desde el punto de vista lógico dos negaciones afirman, ¿cómo se explica el uso popular dominicano de la palabra desinquieto [desinquieto], en la que aparecen dos prefijos negativos ante el adjetivo quieto, con el sentido de muy inquieto? En este caso, el prefijo negativo des– no niega, como parecería lógico suponer, el contenido negativo de in-, sino que lo refuerza. Por cierto, este peculiar ejemplo con doble prefijo negativo es usual también en Puerto Rico y en Canarias.

Orlando Alba

Linguista

Orlando Alba es un lingüista dominicano, socio de Honor de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina, ALFAL, miembro de la Academia de Ciencias de la República Dominicana y académico correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua. Fue condecorado por el Estado dominicano con la Orden de Duarte, Sánchez y Mella, en el grado de Comendador. Ha sido catedrático de la PUCMM y de Brigham Young University. Su bibliografía incluye numerosos artículos en revistas especializadas y más de una docena de libros que analizan, principalmente, temas relativos al español dominicano. Con motivo de su jubilación, un grupo de colegas reconoció su carrera académica de más de 40 años con la publicación del libro ‘Estudios de lengua y lingüística españolas – Homenaje a Orlando Alba’ (Ed. Peter Lang SA).

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