Marcio Veloz Maggiolo (1936-2021) es uno de los grandes humanistas de la cultura dominicana. Sus obras literarias, históricas y científicas han sido traducidas a muchas otras lenguas. Recibió en vida muchos premios y fungió como funcionario y diplomático en varias ocasiones. Fue profesor universitario y funcionario académico de excelencia. Su genio, polifacético y versátil, lo pone al lado de otros brillantes dominicanos como Juan Bosch, Pedro Henríquez Ureña, Manuel del Cabral, Manuel Rueda y otros.

El carácter polifacético y versátil de la obra de Veloz Maggiolo es indiscutible y conocida. Sin embargo, pocos conocen su labor pictórica, la cual quedó relegada respecto a su práctica literaria, científica, académica y diplomática. La pintura en Veloz Maggiolo constituyó uno de sus primeros intereses existenciales. Cursó en la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1950-51, antes de estudiar Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Tuvo varios profesores de artes plásticas, entre ellos a Vela Zanetti, Gausachs, etc. No obstante, su talento se volcó hacia la escritura primordialmente.

En su exposición individual “Gramática del color” en la Feria Internacional del Libro de 2006 (dedicada a él mismo en vida), tuve la alegría y la dicha de ver una colección de pinturas de su autoría. Quedé verdaderamente encantado del manejo plástico que Veloz Maggiolo hacía en sus cuadros. Noté que mezclaba expresionismo abstracto con informalismo junto a cierto minimalismo que, a mi juicio, es el reflejo de su condición de arqueólogo y antropólogo, en cuyas representaciones zoo-antropomorfas (y astrales como él mismo las llamaba), también reconocí a figuras mitológicas de nuestra cultura. En un lienzo me pareció ver a una ciguapa reemitiendo “El grito” de Münch, mientras se pelea con otra ciguapa o ciguapo. En “Carnaval astral (homenaje a Chagall)”, si bien las figuras en movimiento aluden a la obra del ruso, también me recordaron a las abstracciones de De Kooning, pero profusamente atenuadas en su cromatismo. En la pieza “Astrales en reposo” asistimos a una representación esotérica propia del autor, lo cual responde más a su fuero íntimo, metafísico, que a los acontecimientos sociales, políticos, históricos.

En “Palimpsesto” hallamos la concepción de quien ve al propio arte como palimpsesto de la historia, pero desde la óptica ingenua de las representaciones rupestres de los aborígenes, por lo que el trazo minimalista y garabateado es intencional persiguiendo la instantaneidad accidentaria. Bien sabemos que los textos literarios y musicales mantienen relación transtextual con otros anteriores, los cuales son reescritos en el mismo papiro del tiempo. Lo mismo se da en la pintura. La transpictoridad o la intertextualidad pictórica, especie de fósiles que se van juntando sobre la tierra unos sobre otros y que al mismo tiempo se van diluyendo hacia la nada, el silencio, el olvido. Eso es lo que parece decirnos de Maggiolo con su palimpsesto del tiempo.

En esa exposición individual de Veloz Maggiolo en la FIL del 2006, constaté que su talento escritural no sólo reside en ser novelista y cuentista, sino también poeta, como lo atestiguan los sonetos suyos que leí en esa ocasión, cuya calidad enervaron mis sentidos y me hicieron admirarlo mucho más.

La pintura de Veloz Maggiolo acusa trazo minimalista gausachiano, pues si bien es cierto que Vela Zanetti le dijera “Voy a enseñarte todo lo que sé”, los trabajos de su individual hablan más de la influencia de Gausachs, pero con elementos propios que articulan una factura más compleja: abstracción expresionista, informalista, que asemeja arqueología de espectros antropomorfos que trashuman como ánimas en pena, como fantasmas que quieren contar su historia carcomida por el nunca más.

Es obvio que la obra pictórica de Veloz Maggiolo no alcanza los niveles supremos de su obra literaria, científica y académica, ni por asomo, mas sí posee el valor cultural suficiente para no dejarla al olvido. Quizás por eso Elsa Núñez, Cándido Bidó y Leopoldo Pérez lo invitaran a una exposición conjunta en 2007 en la Galería Museo Cándido Bidó en Bonao. Tal gesto fue un reconocimiento, no tanto a su pintura como a su colosal obra, la cual tendrá que valorarse justamente mediante estudio multi e inter disciplinario donde converjan arqueólogos, historiadores, literatos, críticos de arte, académicos, etc.

En estas pinturas, muy ligadas al ejercicio antropo-arqueológico, hay tanto dicho como silenciado. Palimpsesto de la historia entreabierto, al que cada espectador da un significado y a la vez puede resignificar a partir de su propia comprensión y concepción de la existencia. En ellas su autor nos invita mirarlas e interpretarlas para que, a la vez, la mirada nuestra contribuya, continúe la realización del palimpsesto de la historia.

EN ESTA NOTA

Eladio De los Santos García

Escritor

Eladio De los Santos García. Escritor. Reencarnación contemporánea de Francisco Quevedo y Villegas. Correo: delosantoseladio@gmail.com.

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