Hoy tenemos el placer de conversar con Elena Ramos Grullón, una destacada escritora dominicana, cuya aún joven trayectoria está marcada por su dedicación a la literatura, la educación y la promoción cultural. Nacida el 6 de noviembre de 1986, Elena combina una sólida formación académica en Ciencias Sociales e Historia Dominicana con su pasión por las letras, actualmente cursando estudios en Letras Puras y una maestría en Literatura.

Desde temprana edad, ha sentido fascinación por el lenguaje, los mundos oníricos y la capacidad del arte literario para conmover. Su talento ha sido reconocido con importantes galardones. Además, sus textos han sido publicados en importantes antologías dominicanas, consolidando su lugar en la escena literaria nacional.

Elena combina su amor por la escritura con su rol como promotora cultural, impartiendo talleres y coordinando actividades en la Biblioteca Infantil y Juvenil de la República Dominicana. A través de sus cuentos y proyectos, busca despertar la imaginación y sensibilidad de sus lectores, explorando temas como la orfandad, la marginación y la diferencia. En esta entrevista, nos comparte su visión sobre la escritura, el impacto que desea generar con sus textos y los retos que ha enfrentado en su camino como creadora.

Elena Ramos Grullón, nació el 6 de noviembre de 1986. Sus padres, le inculcaron desde pequeña un espíritu de lucha y resistencia. Sus primeros estudios, los realizó en Educación Mención Ciencias Sociales y una maestría en Historia Dominicana. Luego fue atrapada por la literatura, en la cual encontró su verdadera pasión y vocación, por ello actualmente cursa la carrera en Letras Puras y cursa la maestría en Literatura (pendiente a tesis). Desde pequeña, sintió fuerte atracción por el discurso bien elaborado, las imágenes literarias y los mundos oníricos. Ganó el primer lugar de ensayos literarios 2016, auspiciado por el Ministerio de Cultura. También tuvo una mención de honor en el concurso literario de cuento Premio Joven de la Vigésima Feria Internacional del Libro, y un primer lugar de cuento en este mismo certamen en el 2019. Ha realizado talleres de locución, oratoria, teatro, narrativa, poesía, etcétera. Entre los cuentos que tiene publicados en distintas antologías se pueden citar: Amir, J, Tres compartimentos y Miles de coronas. Para Elena, escribir es: «Soñar que se está muriendo y resucitar con la belleza de un sueño que va más allá del misterio de una vida inerte».

Elena Ramos, educadora, poeta y narradora.

A continuación sus interesantes respuestas:

Gerson Adrián Cordero: ¿Cómo descubres las estrategias discursivas ideales para expresar sentimientos, percepciones, imágenes y conceptos?

  Elena Ramos Grullón: No sé si existirán estrategias discursivas ideales para expresar sentimientos, percepciones, imágenes y conceptos. Solo sé que   percibo el mundo en imágenes que puedo convertir en conceptos o en metáforas, según el género discursivo que esté escribiendo y para quienes esté escribiendo.

La verdad es que cada escritor tiene estrategias que le son ideales porque le sirven para plasmar en textos, sus percepciones e imaginaciones. En mi caso, cuando escribo me preocupo por los efectos perlocucionarios que me interesa producir en mis lectores.  Si llora, si ríe, si se indigna, si aplaude, si siente asco u otra sensación, he logrado conectar con ese lector o lectora, porque no le he dejado inmune al texto. Producir un texto literario ideal, implica pensar en quien nos lee, y en la proyección de los universos semióticos que les concita el texto. Si me coloco en el polo complementario del escritor, me basta que el texto literario me conmueva hasta los huesos. Esa sería la literatura ideal para mí. Con mis textos solo me interesa conmover de una forma u otra a mis lectores y lectoras.

GC: ¿Qué impacto esperas generar con tus escritos?

ER: Espero generar efectos que los conmuevan, que los conciten a construir mundos desconocidos; y que luego de construirlos en complicidad conmigo como escritora, se sumerjan en los mismos, que los sientan, que los vivan como si les fuera algo natural. Mi sueño como escritora es que mis lectoras y lectores, usando su imaginación, sensibilidad y vivencias, llenen el texto de sentidos plausibles.

GC: ¿Cómo equilibras tu tiempo entre la escritura creativa y tus actividades como promotora cultural?

ER: No sé si podría decir que hay un equilibrio, pero te puedo decir que mientras doy talleres, puedo escribir junto al grupo que está trabajando un ejercicio asignado por mí. Ya luego es cuestión de sentarme en casa y revisarlo muchas veces. Una de mis fuentes de motivación e imaginación es precisamente la promoción de la producción literaria entre niños y jóvenes. Creo que estos dos roles están tan unidos que verlos por separado me resulta contraproducente. O sea, cuando estoy promocionando la literatura, me afloran las líneas  maestra de algún texto creativo, las imágenes que luego habitarán en algún poema, los perfiles de algún personaje, etc. Como ves, ambos roles están muy unidos. En mi vida, siempre escribo.  Aunque esté bloqueada escribo, aunque sea para jugar o bromear conmigo misma.

Ahora, sí te refieres a un equilibrio de horario, te podría decir que hago una distribución funcional del tiempo, no necesariamente equitativa.  Coordino fines de semana para impartir talleres en lugares que me los solicitan.  El caso más reciente fue el Centro Francisco Nolasco Cordero, en Pimentel, donde impartí cuatro talleres a niños y jóvenes de ese pujante municipio. Te cuento que fue una experiencia inolvidable por el interés y creatividad de los jóvenes y niños participantes.

En otro orden, trabajo en la Biblioteca Infantil y Juvenil República Dominicana, y dentro de mis actividades permanentes están impartir talleres, coordinar clubes de lectura, dirigir un club virtual y organizar el Concurso Microcuentos Navideños Charles Dickens. Un proyecto muy bonito por el que estoy dispuesta a conectarme con todos los niños de este país por medio de las escuelas para que descubran su talento natural para la escritura creativa. El tiempo compulsivo que podría implicar el cumplimiento de esos compromisos, no es óbice para que fluya la literatura que vive en mi interior, pues trabajar con jóvenes concita mi entusiasmo y mi imaginación. Yo aprendo y produzco con ellos.

GC: ¿Qué temas o causas consideras esenciales para explorar a través de tu trabajo literario?

ER: La orfandad, la marginación y lo diferente son tres líneas temáticas que suelo abordar, y que me gustaría seguir abordando en el futuro.  Se pueden verificar pinceladas de estos temas en el cuentos Plinton, publicado en Acento.com y en la revista de psicoanálisis de la UNAM;  y en el cuento Amir, texto que ganó una mención en el concurso de cuento de la Feria Internacional del Libro 2017 y que fue publicado por la Editora Nacional en la antología Isaura, el Oboe te desnuda y otros cuentos premiados. Procuro que sin importar la temática, la imaginación siempre esté presente, para no caer en el panfleto. La imaginación es un aspecto desafiante para la escritura creativa. Creo que sin imaginación no hay literatura. En verdad, la imaginación es el alma de la escritura creativa. Es ella la que nos lleva hacia adentro, hacia nuestro interior, nos desnuda y nos viste de belleza. Pero también es ella la que nos conecta con el alma de los personajes y de sus realidades.

GC: ¿Qué retos has enfrentado como joven escritora en el ámbito cultural y cómo los has superado?

ER: El miedo escénico.  Creo que ese fue una vez mi gran reto, mi demonio, mi fantasma. Por suerte, me encontré con un profesor, mi mentor, que me dijo que el miedo es un abusador, y como todo abusador es cobarde. Es abusador porque mientras más tememos, más nos esclaviza; pero, al contrario, si lo enfrentamos, este se acobarda y comienza a retroceder.  Luego realicé curso de oratoria, de locución y de teatro. Creo que estoy en un punto en el que solo tengo el miedo necesario para respetar mi profesión y a mis lectores. O sea, la dosis de miedo necesaria para empeñarme a hacer bien todo lo que hago.

Otro reto que tuve fue elevar mi competencia discursiva, ya que no procedo de un hogar letrado. Yo tenía mucha imaginación, pero las imágenes a veces me hacían malas jugadas. Me daba cuenta de que tenía que dosificarlas más estratégicamente en el texto, pero no encontraba un método seguro. La lectura permanente, la asistencia a eventos culturales, mi participación en talleres literarios, el contacto con otros jóvenes escritores y mis estudios de posgrado creo que me han servido para elevar significativamente mi competencia comunicativa. Al menos eso percibo yo al compararme con etapas anteriores. Habría que ver qué piensan mis lectoras y lectores.