En el tercer piso de los estudios de La Aldea, en el Gran Santo Domingo, se respira concentración. El equipo de actores y director se reúne para la lectura del guión de La Xiguapa, la nueva película de Francis Disla. Mientras tanto, en los niveles inferiores, otro tipo de magia está ocurriendo.
Allí, lejos del lente de la cámara, artesanos, escultores y utileros trabajan sin pausa desde hace siete meses. Cada pared y cada habitación se transforma en un nuevo mundo. En tan solo unos días, estos espacios se convertirán en las locaciones donde cobrará vida esta historia de terror mitológico dominicano.
Es el departamento de arte. Aquí se han construido cuerpos en putrefacción, trampas, cráneos, una cueva taína y hasta un cemí de 20 pies de altura. Una réplica de arma hecha completamente de goma que garantiza la seguridad de los actores, sin comprometer el realismo en pantalla. Estos elementos no son solo utilería: son testimonio de una artesanía cinematográfica local que mezcla tradición, creatividad y precisión técnica.
En cada rincón del set, hay algo que contar. Porque el terror no solo se filma. También se construye.
“Mi trabajo es volver en físico todo lo que imagina el director. Todo lo que tiene que ver con elementos en 3D, como trampas o figuras, es realizado a mano y completamente artesanal”, explicó Jeffrey Correa Balbuena, quien ha creado algunas de las piezas más llamativas de la producción, como el cemí taíno.
El cemí de 20 pies de altura fue elaborado a lo largo de dos meses con su equipo. Esta escultura se construyó en tres partes desmontables para facilitar su transporte y montaje, utilizando materiales livianos y reutilizados.
“Usamos una estructura interna de madera y reciclamos materiales de producciones anteriores como foam y poliuretano. Eso no solo reduce costos y materiales, sino que también contribuye con el medio ambiente”, señaló el escultor.
El proceso de construcción inicia con un prototipo a pequeña escala, que les permite planificar la estructura interna antes de construir la versión final. “Tienes que estar dentro de la obra, conectar con ella y saber cómo se verá detrás de cámara”, explicó.
“La industria audiovisual puede desempeñar un papel importante en la generación de beneficios económicos, ya que gran parte del gasto está destinado a otras industrias de la economía”, destacó el estudio “Impacto económico de la industria cinematográfica”, elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El gasto de la industria audiovisual no aumenta solamente la demanda de bienes y servicios suministrados por los proveedores de estas industrias, sino también la de los proveedores secundarios.
Esto significa que por cada US$ 10 gastados en la industria audiovisual se generan entre US$ 6 y US$ 9 más en la cadena de suministro. Además, el gasto en estas industrias conlleva la creación de más empleos, ya que, por cada 100 personas empleadas en ellas, se contratan de 50 a 70 más en otros sectores de la economía.
Pero, a unos 200 metros de su espacio de trabajo, se encuentran los 700 cráneos elaborados artesanalmente durante tres meses por Jeremías Suero.
“Cada cráneo toma entre una hora y media a dos horas en completarse, ya que el proceso implica múltiples capas y mucho detalle”, contó Suero. La mayoría de los cráneos tienen un peso ligero, de media a una libra, y se producen en diferentes estados de deterioro. Uno de los favoritos del equipo presenta un rostro parcialmente en putrefacción, logrando un efecto visual impactante en cámara. “Ese es el que más me gusta”, confesó.
Camino al segundo nivel del departamento, están colgadas las 12 trampas que se usarán durante el rodaje. “Son trampas que simulan ser hechas con troncos, pero en realidad están construidas con estructuras internas de madera y PVC, recubiertas con tela, poliuretano y capas de pintura y textura”, explicó Julio César Matos Peña.
Explosiones de cráneos, cabezas que estallan contra piedras, armas falsas y sangre sintética. Así es el mundo de Juan Pedro, jefe de Efectos Visuales en la película La Xiguapa, quien prefiere una mezcla entre técnica, creatividad y mucha sangre.
“Tenemos maniquíes, cabezas con efectos, sangre por todos lados. Es raro decirlo, pero las muertes están muy bien logradas, son creativas y visualmente fuertes”, comentó el jefe de efectos visuales de la producción. En la jerga del cine, a los muñecos se les llama “dummies”, y cada uno puede tardar días en ser construido con precisión.
La sangre, otro protagonista de su trabajo, también tiene su ciencia. “Ahora la compro en Estados Unidos, pero antes la hacía con glucosa, detergente y pigmentos al agua. No usamos colorante de torta porque mancha la piel y la ropa. Hay que cuidar a los actores”, contó.
“El cine es mágico. Uno ve esto en el taller y no dice mucho. Pero con luz, cámara, sonido… se convierte en algo que te puede dar vómito”, dijo. “Y lo mejor de todo: el Indio (Francis Disla) se levanta con ideas locas. Y a mí me encanta poder hacerlas realidad”.
De hecho, desde 2021, la titular de la Dirección General de Cine (DGCine), Marianna Vargas, ha indicado que República Dominicana goza de tener un capital humano especializado, eje atractivo para las producciones internacionales.
Un estudio de Apricus puso como ejemplo el 2023: RD$ 15,906 millones fueron generados por el cine de manera indirecta, pero su valor indirecto e inducido alcanzó los RD$ 10,100 millones y RD$ 8,796 millones, respectivamente. Además, señaló que en términos de empleos se generan en promedio 4,00 empleos, el doble que el 2018.
A veces el arte cinematográfico no comienza con una cámara, sino con una brocha, un serrucho o una trampa de utilería. El organismo internacional señaló que más de dos tercios de las ganancias totales de esta industria se destinan a otros sectores dentro de su cadena de suministro, como los servicios profesionales, la construcción, los textiles y la publicidad.
“La industria audiovisual se vale de muchas otras industrias para producir películas o series por lo que apoyarlo podría impulsar el crecimiento de la economía en su totalidad”, especificó.
Con apenas dos meses en utilería y construcción cinematográfica, Kelvin Steysis ha encontrado en cada tarea una forma de aprender y crecer. “Ayudamos en todo tipo de trabajo: se pinta, se construye, se repara… y uno aprende en el proceso. Me encanta, porque siempre me ha gustado el cine”, comentó.
El BID es firme: el sector debe invertir en programas de capacitación para desarrollar competencias técnicas en el sector audiovisual, especialmente en áreas como animación, efectos visuales y postproducción.
La producción de La Xiguapa no surge de la nada. Francis Disla, conocido por películas como El hoyo del diablo (2012) y Dos policías en apuros (2016), afirmó que su producción se realiza bajo la Ley de Cine, aunque enfrentando retos como una preproducción de 14 semanas, casi el triple de lo que usualmente permite el marco legislativo. “Lo estamos haciendo posible porque el amor lo define todo”, declaró.
La legislación incentiva la inversión nacional en el cine mediante la exoneración del 25 % del impuesto sobre la renta (ISR), siempre que ese capital esté dentro del Artículo 34 de la Ley de Cine 108-10.
Entre enero y junio de 2025, el Consejo Intersectorial para la Promoción de la Actividad Cinematográfica (Cipac) validó RD$ 1,795.8 millones para la filmación de producciones y generando 1,621 empleos. Pero detrás de los nombres visibles —actores, directores, productores— está ese otro ejército silencioso que hace posible el cine: los que crean el “detrás de cámaras”.
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