Nos condujeron con los ojos vendados hasta un lugar secreto donde Ucrania fabrica una de sus más recientes armas.
Nos ordenaron apagar nuestros teléfonos. Adentro, nos dijeron que no filmáramos ningún distintivo de la instalación, como columnas, ventanas o techos. También nos solicitaron no mostrar las caras de los trabajadores en la línea de ensamblaje, donde los misiles Flamingo estaban en varias etapas de construcción.
Ese es el nivel de hermetismo en torno a la producción del misil crucero Flamingo de Ucrania.
Aún bajo fuego, Ucrania está intensificando su industria armamentista. El presidente Volodymyr Zelensky afirma que el país ahora produce más del 50% de las armas que usa en el frente de batalla. Casi todo su inventario de misiles de largo alcance es de fabricación doméstica.
Al inicio de la guerra, Ucrania dependía de su antiguo arsenal de la era soviética. El apoyo militar de Occidente ayudó a modernizar las fuerzas armadas del país, pero ahora es un líder mundial en el desarrollo de sistemas autónomos, como robots y drones.
Actualmente, los misiles cruceros fabricados en esta instalación están aumentando la capacidad de ataques de largo alcance de Ucrania.
Iryna Terekh es la jefe técnica de Fire Point, uno de los mayores fabricantes de drones y misiles de Ucrania cuyo lema en latín se traduce a "Si no nosotros, ¿quién?".
La funcionaria de 33 años, que en una época fue estudiante de Arquitectura, ahora intenta ayudar a desmantelar la maquinaria de guerra de Rusia.
Se ve físicamente pequeña frente al gigante misil Flamingo que, me informa, está pintado de negro y no de rosa (contrario a los primeros prototipos) "porque se alimenta de petróleo ruso".
Objetivos al interior de Rusia
El producto final se parece al cohete alemán V1 de la Segunda Guerra Mundial. Consiste de una turbina de jet grande colocada encima de un tubo tan largo como un autobús.
Ya lo han usado en combate, aunque la compañía no confirma contra qué objetivos específicos.
El Flamingo es el tipo de arma de impacto profundo que las naciones de Occidente no han querido suministrar.
Se dice que el misil crucero tiene un alcance de 3.000 km. Eso es parecido al Tomahawk de fabricación estadounidense, un arma más sofisticada y costosa que el presidente de EE.UU., Donald Trump, rehusó entregar a Ucrania.
Pero los impactos en territorio profundo se ven como una parte crucial de la guerra, en la cual Ucrania principalmente usa drones de largo alcance. Sin embargo, todavía está perdiendo terreno con Rusia en un frente que se extiende a lo largo de más de mil kilómetros.
Así que Ucrania está intentando cada vez más impactar la economía de guerra de Rusia, para detener esos avances.
El comandante de las Fuerzas Armadas de Ucrania, general Oleksandr Syrskyi, asegura que los ataques de largo alcance ucranianos ya le han costado a la economía rusa más de US$21.500 millones este año.
Ruslan, un oficial de las Fuerzas de Operaciones Especiales de Ucrania, explica que la estrategia es simple: "Reducir las capacidades militares y el potencial económico del enemigo".
Cuenta que las Fuerzas de Operaciones Especiales han realizado cientos de ataques contra refinerías de petróleo, fábricas de armas y depósitos de municiones en lo profundo del territorio de su oponente.
Rusia, por supuesto, está haciendo lo mismo y a una mayor escala. En promedio, ha estado lanzando unos 200 drones Shahed al día; la respuesta de Ucrania ha sido más o menos la mitad de esa cifra.
Pero Rusia no está limitando sus ataques a objetivos militares solamente. Sus misiles de largo alcance y ataques con drones han producido enormes cortes de energía a través del país, dificultando la vida de millones de civiles.
"Me gustaría lanzar tantos drones como Rusia", comenta Ruslan. "Pero los estamos aumentando muy rápidamente".
Terekh, de Fire Point, señala que Ucrania podrá no ser capaz de igualar los recursos de Rusia pero, expresa, "estamos tratando de pelear con el cerebro y con táctica".
Denys Shtilerman, diseñador en jefe y cofundador de la compañía, reconoce que no hay un wunderwaffe o arma milagrosa.
"El punto de inflexión es nuestra voluntad para vencer", declara.
Autoabastecimiento
Fire Point ni siquiera existía antes de la invasión a gran escala de Rusia.
Pero la empresa emergente produce ahora 200 drones al día. Sus drones FP1 y FP2, cada uno del tamaño de una avioneta, han realizado 60% de los ataques de largo alcance de Ucrania.
Cada dron cuesta unos US$50.000, un tercio del precio de un dron ruso Shahed. Rusia todavía produce casi 3.000 de esos al mes.
Ucrania sigue necesitando ayuda extranjera, especialmente en inteligencia, ubicación de objetivos y dinero. No obstante, está intentando ser más autosuficiente.
Terekh dice que han tomado la decisión intencionada de encontrar dentro de Ucrania las fuentes de la mayoría de sus componentes como sea posible.
"Nos adherimos al principio que nadie puede tener injerencia en las armas que construimos", indica. Evitan conseguir componentes de dos países específicos: China y Estados Unidos.
Al preguntarle por qué no debería haber componentes estadounidenses, responde que "estamos en una montaña rusa emocional (con EE.UU.). El día de mañana alguien podrá querer cancelarlos y no podríamos usar nuestras propias armas".
Hasta finales del año pasado, bajo el presidente Joe Biden, Estados Unidos suministró el equivalente a casi US$70.000 millones en asistencia militar a Ucrania.
Eso fue frenado rápidamente por el presidente Trump que, a cambio, instaló un sistema para permitir que los países europeos de la OTAN compren armamento estadounidense.
Washington ya no es el principal promotor militar de Ucrania, y Europa ha encontrado difícil llenar el vacío dejado por EE.UU. o igualar su apoyo previo.
Las dudas sobre el apoyo estadounidense están presentes en las conversaciones sobre el futuro de las garantías de seguridad provenientes de Washington, un tema clave en las actuales conversaciones de paz.
Terekh desestima las negociaciones en curso como "conversaciones de capitulación" y recalca que la fabricación propia de armas de Ucrania "es la única manera de realmente dar garantías de seguridad".
La otrora estudiante de Arquitectura también espera que el resto de Europa esté observando y aprendiendo lecciones.
"Somos un tremendo ejemplo en términos de estar preparados para la guerra", sostiene.
Terekh afirma querer empujarlos a que tomen acción, y cree que, si cualquier otro país hubiese enfrentado la misma arremetida que sufrió Ucrania "ya hubiera sido conquistado".
Reportaje adicional de Volodymyr Lozhko y Kyla Herrmannsen
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