Isabel Miranda Wallace frente a una pancarta que muestra el retrato de un presunto miembro de la banda de secuestradores que raptó a su hijo Hugo Alberto Wallace.
AFP via Getty Images
Isabel Miranda hizo una gran campaña de opinión pública tras el supuesto secuestro de su hijo.

El caso del supuesto secuestro y asesinato del empresario Hugo Alberto Wallace en 2005 en México acaparó titulares, pero, sobre todo, catapultó a su madre, Isabel Miranda de Wallace, que se convirtió en la voz más potente contra los secuestros que en ese tiempo azotaban al país.

Dos décadas después, el caso sigue de actualidad tras la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de México el pasado junio de dejar en libertad a Juana Hilda, una de las principales acusadas del presunto crimen.

En paralelo, en este tiempo han surgido investigaciones que ponen en duda que el secuestro y el asesinato ocurrieran y que sugieren que Hugo Alberto Wallace los simuló "para huir de un peligroso narcotraficante al que le debía dinero".

Una de las personas que más tiempo ha dedicado a estudiar el caso es el periodista y escritor mexicano Ricardo Raphael, que en su último libro, "Fabricación", desgrana sus hallazgos producto de seis años de investigación.

"El caso Wallace desnuda una disputa feroz de nuestra época donde la justicia importa menos que el poder a la hora de descifrar la verdad", le dice Raphael a BBC Mundo.

A lo largo de más de 500 páginas, la obra analiza los mecanismos que, según el autor, hicieron posible que la historia elaborada por Isabel Miranda se impusiera a pesar del gran número de evidencias que la desmentían y que se encuentran, dice Raphael, en las más de 130.000 páginas del expediente judicial al que tuvo acceso.

"Me tomó más de un lustro concluir una investigación cuyas fuentes son las 130.000 hojas del expediente judicial, más de 140 entrevistas y varios miles de artículos y notas periodísticas publicadas a lo largo de casi 20 años", explica Raphael.

Para el escritor mexicano, el caso Wallace es uno de los "más sorprendentes en la historia judicial mexicana" ya que exhibe "la injusticia y la crueldad sufrida por sus víctimas y también el abuso del poder ejercido desde las más altas esferas de la política".

Una foto de Ricardo Raphael, escritor y periodista mexicano, con gafas de montura azul y gesto sonriente
Rui Ortiz / Grupo Planeta
El periodista y escritor mexicano Ricardo Raphael investigó el caso Wallace durante seis años.

Para el periodista, el mayor obstáculo para escribir el libro no fue el poder político o las amenazas que sufrió, sino enfrentarse a ese expediente judicial al que tuvo acceso gracias a uno de los acusados, Albert Castillo, y que está escrito "con un lenguaje duro, impenetrable, diseñado para ocultar lo que contiene".`

La familia Wallace niega categóricamente los señalamientos de Raphael.

En una carta póstuma difundida en los medios por su hermano Roberto, Isabel Miranda, que murió el pasado 8 de marzo, subrayó que la justicia "acreditó el secuestro y asesinato de mi hijo".

Una desaparición en la noche

Para entender lo ocurrido hay que remontarse al principio, a la noche del 11 al 12 de julio de 2005, cuando desaparece Hugo Alberto Wallace, un hombre de 35 años, divorciado y con una hija, en la Ciudad de México.

Inmediatamente la familia denunció su desaparición y, a diferencia de lo que suele ser habitual, la investigación comenzó apenas nueve horas después por la presión de la madre, Isabel Miranda, que ya entonces era una reconocida empresaria gracias a su negocio de espectaculares (vallas publicitarias).

Según consta en el expediente judicial, la familia encontró enseguida la camioneta de Hugo en la colonia Insurgentes Mixcoac y señaló un departamento cercano como el lugar donde estaría supuestamente secuestrado.

En un primer momento, la madre denunció que había un testigo que vio cómo bajaban a Hugo Alberto de una camioneta, lo introducían a un edificio y lo subían al departamento 4.

"Hay un niño, que supuestamente escuchó los balazos y luego vio cómo bajó las escaleras sangrando. Esa hipótesis se derrumbó, porque el testigo que supuestamente vio cómo lo bajaban del auto no apareció, porque el niño que supuestamente escuchó los balazos, no durmió en ese edificio esa noche y porque había otros vecinos que jamás escucharon nada", detalla Raphael.

Portada del libro "Fabricación".
Cortesía Grupo Planeta

Es así como aparece la segunda hipótesis de lo ocurrido, que es la que la madre defendió hasta el final.

En ella, Isabel Miranda sostuvo que su hijo fue al cine con una bailarina profesional llamada Juana Hilda, que vivía en el departamento 4.

Tras el cine le habría invitado a subir a su casa donde le esperaban supuestamente otras cinco personas para secuestrarlo. Sin embargo, habría sufrido un paro cardíaco por los golpes recibidos.

Una vez muerto, lo habrían metido en el baño, lo habrían descuartizado con una sierra eléctrica, sacado los restos en bolsas y los habrían tirado al canal de Cuemanco.

Para el escritor mexicano, esta segunda hipótesis es "un guion muy parecido a 'La ventana indiscreta' de Alfred Hitchcock" y, como la película, "pura ficción".

Los peritos policiales que analizaron el departamento tres días después del supuesto secuestro no encontraron nada y los vecinos nunca oyeron ruidos a pesar de que, como se demostró, las paredes eran muy finas y se oía todo, por lo que una sierra eléctrica no hubiera pasado inadvertida.

Tampoco aparecieron nunca los restos del cuerpo arrojados al canal, a pesar de una intensa búsqueda emprendida por la madre.

La Suprema Corte escucha a Hilda

Esta segunda hipótesis se basó fundamentalmente en la declaración de Juana Hilda, que si bien negó todo tras ser detenida, un mes después confesó los supuestos hechos.

El nombre de la Suprema Corte de Justicia de México a entrada de la Corte Suprema de México
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Sin embargo, el pasado mes de junio, la Suprema Corte de Justicia ordenó su liberación absoluta, tras 20 años en prisión, y sostuvo que las declaraciones en las que la mujer "reconoció" su participación en el delito fueron arrancadas mediante tortura, por lo que, agrega la resolución, son inválidas las "pruebas" obtenidas por la Fiscalía con base en esas confesiones ilícitas.

Juana Hilda denunció que mientras estaba recluida la visitaron agentes del Ministerio Público que, en ausencia de su abogada, la torturaron y amenazaron, y le dijeron que le harían daño a su madre, su hija y su hermano.

"Todo ello, si no confesaba los hechos", recoge la resolución de la Suprema Corte. "Existen elementos suficientes para considerar que Juana Hilda no confesó de manera libre y voluntaria, sino mediante presiones, intimidación y amenazas", señala el documento de sentencia del recurso de amparo presentado por Hilda.

Roberto Miranda, hermano y abogado de Isabel Miranda y tío de Hugo Alberto, tildó de "indignante" la decisión de la Corte.

Y en su carta póstuma, que pidió que se difundiera en caso de que la Corte fallara a favor del recurso de amparo de Juana Hilda, Isabel Miranda advirtió a los magistrados que "su carrera profesional quedaría manchada para toda la vida".

Los demás sospechosos

Uno de los espectaculares anuncios que muestra el retrato de un presunto miembro de la banda de secuestradores que raptó a Hugo Alberto Wallace Miranda, de 31 años.
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Una de las vallas publicitarias que mostraban el retrato de un presunto miembro de la banda de secuestradores que raptó a Hugo Alberto Wallace Miranda.

La confesión de la bailarina llevó a la policía a detener a otros sospechosos. Su novio, un policía llamado César Freyre, fue apresado a las pocas semanas y acusado de ser el líder de la supuesta banda que secuestró a Hugo Alberto Wallace.

A Juana y César se sumaron después los hermanos Albert y Tony Castillo, Brenda Quevedo y Jacobo Tagle como detenidos

Raphael señala que estas detenciones "fueron el primer peldaño de la fama enorme que estaba por adquirir Isabel Miranda" en una época en la que las compañías de seguros de secuestro en todo el mundo tenían catalogado a México como el segundo país más peligroso.

Cabe recordar que, a primeros de los 2000, Ciudad de México y el país en general venían de unos años de alza en las cifras de secuestro. Fue entonces cuando inició la llamada "guerra contra las drogas" del presidente Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional (PAN).

Raphael detalla minuciosamente en el libro cómo con ayuda de vallas publicitarias con la cara de los supuestos secuestradores, amenazas, extorsiones, pruebas falsas, influencias y torturas, "se fabricó culpables de una banda de criminales inexistente" a partir de una fotografía de un grupo de amigos en un viaje al santuario de Chalma.

"Excepto Juana Hilda, ninguno confiesa el crimen por más que los golpearon y torturaron", comenta el autor sobre una historia que califica como "totalmente fabricada".

Una valla azul grande con letras blancas en el que Isabel Miranda afirma que ya ella hizo gran parte del trabajo de la policía y pide ayuda para hallar a su hijo. En la parte derecha de la valla hay una foto de Isabel Miranda siendo abrazada por la espalda por su hijo, ambos mirando hacia el frente. Al lado derecho de la valla, hay una especie de autopista en la que varias vehículos se acercan desde lejos.
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Valla publicitaria con mensajes de Isabel Miranda sobre el supuesto secuestro de su hijo.

La confesión de Hilda se sustentó en una minúscula gota de sangre que los supuestos captores no limpiaron de la tina del baño y que fue encontrada en una nueva inspección realizada en febrero del año siguiente, después de que el departamento hubiera sido rentado a una persona, que después se supo estaba relacionada con la madre de Hugo.

"Cuando la perito hace el análisis de ADN, resulta que tiene una coincidencia 99% con el señor Wallace. Pero resulta que Hugo Alberto no era hijo del señor Wallace, sino de Carlos León", detalla Raphael, en referencia a Carlos León Miranda, el presunto padre biológico de Hugo Alberto.

Al final, Juana Hilda, su novio César Freyre, así como los hermanos Albert y Tony Castillo fueron condenados a más de 300 años, en conjunto.

Mientras, Brenda Quevedo y Jacobo Tagle llevan más de tres lustros sin haber sido siquiera sentenciados en primera instancia "debido a la misma debilidad de las pruebas", apunta el autor.

La hipótesis de la huida

Tras su investigación, Raphael tiene una hipótesis de qué es lo que ocurrió de verdad, algo que también refleja en el libro.

"Su círculo coincide en advertir que tenía amigos muy peligrosos, que consumía con frecuencia cocaína y alcohol y que se había metido en una espiral de negocios donde traía contrabando, pero probablemente también droga", explica.

"Una de sus novias lo escuchó hablar con Edgar Valdez Villarreal, alias la Barbie. Y luego éste habría comentado que Hugo Alberto Wallace se habría escapado debiéndole varios millones de dólares".

Su hipótesis es que fraguó su secuestro y supuesta muerte para escapar de las amenazas por no pagar a la Barbie, un narcotraficante muy peligroso y que era entonces un alto rango dentro del cartel de los Beltrán Leyva.

Edgar Valdez Villareal, alias "La Barbie", del cártel de los Beltrán Leyva, es presentado ante la prensa en la sede de la Policía Federal en la Ciudad de México, el 31 de agosto de 2010.
AFP via Getty Images
Una de las hipótesis de la ocurrido vincula a Hugo Alberto Wallace con Edgar Valdez Villareal, alias la Barbie.

El miedo a que pudiera ir también contra la familia, llevó a su madre "a convertir el secuestro en algo muy público para protegerse mejor", opina Raphael.

Sin embargo, estos señalamientos no han sido probados.

Isabel Miranda, fundadora de la organización Alto al Secuestro, se convirtió en una de las mujeres más poderosas de México en temas de seguridad ciudadana hasta el punto de convertirse en una de las principales asesoras del entonces presidente mexicano Felipe Calderón (2006-2012).

Calderón le entregó a Miranda el premio Nacional de Derechos Humanos en 2010 "por ser un ejemplo para la sociedad mexicana contra la impunidad".

Y llegó incluso a presentarse a las elecciones de 2012 para la jefatura de gobierno de la Ciudad de México por el Partido Acción Nacional.

Preguntas sin respuesta

Isabel Miranda caminando en el interior de un edificio, vestida con traje de falda y chaquera, tiene un collar y lleva una carpeta bajo el brazo. Se ven dos hombres con traje y corbata en la imagen.
AFP via Getty Images
Isabel Miranda se convirtió en una figura icónica de la lucha contra los secuestros en México.

Página a página, el autor desmenuza todo un engranaje que sorprende al lector y que hace que surja inevitablemente la pregunta de cómo fue posible que sucediera algo así.

Para Raphael, Isabel Miranda es "una adelantada que supo leer muy bien a su sociedad, su contexto", en unos años en los que la gente estaba muy cansada y desconfiaba de que los políticos pudieran resolver la situación.

"Y de pronto se presenta una madre coraje, víctima por lo del hijo, dura, implacable, y se vuelve un referente", expone.

Isabel Miranda defendió su versión hasta el final, a pesar de las informaciones que fue publicando Ricardo Raphael.

"Siguió defendiendo que lo del hijo era real y tenía muchos amigos en los medios de comunicación y también en la Fiscalía General de la República, que se me echaron encima acusándome de mil mentiras".

Si bien el escritor esperaba poder confrontarla tras la publicación del libro, esto no pudo ser.

"El libro salió el viernes 7 de marzo. Quién me iba a decir que al día siguiente de la publicación, a las 3 de la tarde del 8 de marzo, iban a anunciar que Isabel Miranda había muerto. No me lo pude creer. Nunca tuvo que enfrentar su fabricación", expresa.

La decisión de la Suprema Corte sobre Juana Hilda, a la que se espera que le sigan otras dado que el resto de casos se sustentaban principalmente en la confesión de Hilda, deja en evidencia uno de los casos judiciales más controvertidos de las últimas décadas en México.

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BBC

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